Está ahí, a tiro de piedra. El 31 de diciembre. Parecía que no iba a llegar nunca. Menudo añito que llevamos por culpa de la innombrable. Ni se atrevan a mentar la bicha, a preguntar por la cosa, a darle vueltas al temita.
Joy Garnett @ Flickr.com (CC BY-SA 2.0)
A no ser, claro está, que les vaya el rollito masoquista. En cuyo caso, si me lo permiten, les sugiero un ejercicio de proporciones formidables: entren en Google News y busquen “por la crisis” (así, con comillas). Y ahora pónganse a leer todas y cada una de las más de 30.000 noticias que nos han endilgado al respecto. Solo entre ayer y hoy, hay 19 páginas de puro divertimento. Que no se diga que no tienen en qué entretenerse. ¿Más animaditos? Pues no se preocupen, que 2013 va a ser aún peor.
Esto no hay quien lo aguante. Paren la rotativa, que yo me bajo. Así que para el año que entra, mi primer propósito es desarrollar la estrategia del avestruz. Según suene la última campanada, pretendo empezar a bajar mi dosis diaria de titulares. Ahora que RNE parece un descampado, tampoco me va a costar apagar la radio. Y allá por febrero o por marzo, espero poder decir con orgullo: “Me llamo fulanito y estoy desinformado”.
P.D. No tengo ninguna fe en mi autodisciplina, pero otros lo han intentado antes que yo y algunos hasta lo han conseguido (versión española aquí). Quizá ustedes, como ellos, tengan más fuerza de voluntad. Lo deseo de corazón.
