Revista Empresa
Estamos en un momento muy cinematográfico: los premios Goya y los Oscar’s no suelen dejar a nadie indiferente.
Tengo un amigo muy enfadado con GeorgeLucas (entiendo que desde que comenzó a rodar la segunda trilogía de Star Wars) por haber rodado Indiana Jones IV (“la de la calavera de cristal”). Seguramente no es el único en este enfado; otros se decantarán por Milos Forman y su historia sobre “Los Fantasmas de Goya”.
Me viene más a la cabeza George Lucas porque recientemente he vuelto a ver en sala cinematográfica (en mi opinión un placer difícil de igualar) “La Amenaza Fantasma” en versión 3D. Lo cierto y verdad es que no me atraía el 3D sino el poder volver a disfrutar de los personajes de Star Wars (en su momento no me pareció un mal planteamiento para una pre-cuela con todo lo complicado que eso resulta). El placer esperado se redujo a una pequeña satisfacción, tal vez demasiado pequeña. En mi opinión George Lucas nunca ha sido un gran director, pero si ha sido un gran hombre de la industria cinematográfica. Tenía (y probablemente aún tiene) un gran olfato para lograr éxitos cinematográficos (recordemos que en Indiana Jones es productor; Spielberg ha dirigido los 4 filmes rodados hasta la fecha). Milos Forman, por el contrario, me parece un ejemplo de gran director (“Alguien voló sobre el nido del cuco”, “Hair”, “Ragtime”, “Amadeus”…). ¿Qué tienen en común, por tanto, estos dos personajes? Pues que han gozado de un pasado brillante… y un presente mediocre (al menos en términos artísticos). Hace un par de semanas estaba trabajando con un grupo de responsables de equipos comerciales de una entidad aseguradora. En el taller de formación teníamos un módulo sobre el perfil ideal del responsable del equipo. A través de una tormenta de ideas aparecían aspectos como “buen comunicador”, “honesto”, “orientado a resultados”, … en menor medida estaban presentes atributos tales como “innovador”. De hecho parecía un tanto frívolo que alguien pensara que un responsable de un equipo comercial había de tener este componente (“las empresas han de ser innovadoras, o los productos, pero … ¿los responsables?”). Uno de los participantes me miró fijamente y me preguntó por qué debía estar la creatividad dentro del perfil del responsable ideal. Convine con él que “el cambio por el cambio sólo le gusta a las personas que les gusta el cambio”… pero mi respuesta la encaminé un poco más allá. Retomamos el argumento de que las empresas “están obligadas” a ser innovadoras… porque el entorno competitivo nos fuerza a ello. Diría que somos perezosos por naturaleza… hasta que la propia naturaleza nos obliga a movernos. El paso del tiempo hace mella en nosotros y, generalmente, no somos muy conscientes de ello (siempre pensamos que esto les ocurre a los otros … o a los otros más que a uno mismo). Es ahí, argumenté, donde entra la creatividad. Es algo así como un antídoto frente a quedarnos obsoletos. El responsable del equipo, le dije, no puede quedarse atrás y, por tanto, uno de los antídotos es que tiene que estar al día en su forma de gestionar (a las personas). Los cambios en los modelos de gestión de los recursos humanos de las empresas no van probablemente al ritmo que nos demandan nuestros equipos… aunque en mi opinión van avanzando poquito a poco. Es verdad que en muchos casos nos sentimos forzados a ello (las redes sociales, por ejemplo, nos obligan a gestionar la información de forma muy distinta a como lo hacíamos apenas unos años atrás), pero eso no quita que el resultado sea positivo. El responsable de un equipo, el directivo, ha de intentar mejorar cada día y el ir incorporando algunos cambios en su modelo de gestión será, probablemente, el antídoto para que no llegue a quedarse obsoleto. Ojalá, por tanto, podamos disfrutar en un futuro de un nuevo Episodio de Star Wars realmente nuevo… o de que Milos Forman nos deleite con la intensidad dramática de aquel Amadeus o de Randle McMurphy … en otros universos.