Revista Coaching

La inocencia perdida

Por Raúl Amo @amoelreto

Hoy me gustaría hablar de, como bien dice el título de esta entrada, la Inocencia que todos hemos ido perdiendo a lo largo del tiempo desde el momento que pasamos la etapa de la niñez hacia la madurez.

En estos días en los que acumulamos tal conjunto de preocupaciones que, sin darnos cuenta, nos impiden disfrutar plenamente de cosas tan simples como la tierna mirada de un niño. Vivimos en una sociedad obsesionada en dar importancia a temas absurdos, alejada de la realidad interna, enfrascada en un terrible juego de competición, de búsqueda del éxito y reconocimiento públicos. Una sociedad de la que emana violencia y agresividad por sus cuatro costados y en la que, sin darnos cuenta aparente, caemos unos tras otros. Vivimos con demasiado miedo dentro de nosotros, con una mirada completamente camaleónica, utilizando cada ojo para controlar demasiadas cosas, para buscar el fallo más mínimo en el de al lado y así poder crucificarle para eliminarle de la lista de “competidores” en la carrera de obstáculos que se ha convertido nuestra vida. Qué error tan grave.

Quizá lo anterior sea algo inherente del ser humano, algo que está arraigado fuertemente a su naturaleza, pero me niego a creer que eso pueda ser así. Lo que sucede es que estamos tan metidos en esa “armadura” que nos vamos creando con cada experiencia que vivimos, con el fin de protegernos de las agresiones externas, que nos es difícil poder ver las cosas desde otro punto de vista. Y esa “armadura”, sin darnos cuenta, cada día pesa más.

Y ahora fijémonos en los niños, esos que algún día fuimos y observemos con detenimiento su “armadura”. ¿La veis? La verdad es que yo no, y es lo que me hace tener claro que el hecho de crearnos esa armadura no tiene nada que ver con la naturaleza del ser humano. Y ahora vienen la siguientes preguntas: ¿por qué entonces creamos esa “armadura”? ¿cuál es el motivo por el que nos refugiamos en ella? Y ¿es posible vivir sin “armadura” sin llegar a sufrir el más mínimo daño?

Cada uno tendrá su propia respuesta a cada una de las anteriores preguntas. Pienso que el motivo por el que llevamos esa “armadura” es por miedo. Pero el miedo es algo subjetivo, no todos tenemos miedo a las mismas cosas, ni siquiera ya en el mismo grado. Por lo tanto, debemos recapacitar y meditar sobre si las cosas que nos producen Miedo,y nos motivan a crear una “armadura” alrededor nuestro, realmente tienen importancia. Los niños no tienen ese sentimiento, se lo vamos inculcando nosotros mismos a medida que les vamos “educando”, porque pensamos que así les protegeremos de la vida y su sufrimiento. Pero a la vez estamos limitando su capacidad para disfrutar de la vida.

Os propongo el siguiente ejercicio:

Mirad a los ojos de un niño, veos reflejados en ellos, y pensad en todo aquello que os diferencia de ellos, en su forma y en vuestra manera de sentir las emociones, de expresar los sentimientos, de actuar.

Y a medida que profundicéis en este ejercicio, os iréis dando cuenta de que os estáis aproximando a aquél niño que fuísteis una vez y que aún lleváis dentro, “protegido” en mayor o menor medida por vuestra “armadura”. Cuando lleguéis a él, observad el peso y la dimensión que ha adquirido vuestra “armadura”, y veréis que ha disminuido considerablemente, y en algunos casos, habrá llegado a desaparecer.

Entonces, intentad disfrutad de ese instante, y considerad si es posible dejar esa “armadura” guardada en vuestro armario interior, y probad a salir al mundo sin ella, os aseguro que os llevaréis más de una agradable sorpresa.

Un saludo,

Al
@plandechoque4


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