Revista Coaching

La inoperancia de los convencionalismos

Por Andrés Cuevas Mesa @acuevascoach

Convencionalismos

Los condicionamientos han sido una máxima que ha imperado desde tiempos inmemoriales. Una perspicaz visión que mantiene bien controladas a las sociedades y a las personas que las componen. El mundo está lleno de reglas, pautas y normas que la gente aplica sin previa evaluación ni consideración, ya que son pautas que responden a un modelo generalizado de uso por parte de la mayoría, estableciéndose así como un modelo difícilmente cuestionable de comportamiento. Estos son los fenómenos llamados convencionalismos.

Muchos de nosotros nos guiamos por unas normas y principios con los que ni siquiera estamos de acuerdo, sin embargo, nos vemos incapacitados para romper con esos patrones y decidir por nosotros mismos lo verdaderamente conveniente. Esto es así, debido a que la sociedad constantemente mutila los comportamientos creativos y poco convencionales, y a su vez lanza mensajes sútiles para adoptar actitudes predeterminadas y predecibles.

No hay normas ni leyes que siempre tengan sentido, o que sean beneficiosas para todos en todas las situaciones, no puede haberlas. El condicionamiento social o cultural puede resultar de cierta utilidad a veces, pero a la larga se convierte en una limitación y una barrera que instaura la infelicidad, la depresión y la ansiedad. La tiranía del ”deber hacer esto o aquello” limita de sobremanera nuestro potencial y creatividad al servicio de nosotros mismos y de los demás. Tampoco se trata de romper las leyes y ser un transgresor con la realidad circundante, sino de evaluar de manera consciente que comportamiento puede resultar verdaderamente beneficioso para nuestro desarrollo y crecimiento. La libertad consciente de elección debe primar siempre ante un convencionalismo o tradición. Casi todas las ideas de grandes mentes (Edison, Einstein, Ford) que han producido cambios en nuestra sociedad fueron inicialmente rechazadas y algunas incluso declaradas ilegales, no obstante, una vez que éstas triunfaron nadie objeto su eficacia y su capacidad de transformación.

¿A qué se debe la preponderancia actual de los convencionalismos? ¿Cuál es el motivo de su rotunda aceptación? Su fortaleza es ésta: todo lo que propicie pensar y ahondar menos y acatar más, resulta más atractivo y fácil para las personas. Es más facil etiquetar que conocer, enjuiciar que sopesar y ponerse en el lugar, criticar que ver un punto de vista constructivo desde el que abordar un problema. El resultado de todo esto es una sociedad mimetizada, estereotipada y trivial que reduce sensiblemente la naturaleza y visión del verdadero ser humano. Nos convertimos en esclavos del “que dirán”, en vez de desarrollar nuestros anhelos y ambiciones de manera eficiente y sana. Intentamos contentar a todo nuestro entorno, y sin embargo, apagamos la llama de nuestra pasión y de nuestros ideales. ¿En que sociedad insana y egoísta nos estamos convirtiendo?

Debemos eliminar los “deberías” y las “obediencias ciegas”, y velar de manera consecuente por nuestro bien. Nuestra realización jamás se va a lograr adoptando una actitud condescendiente con todos, porque nuestra realización no depende de terceros ni de su opinión que ellos tengan de nosotros. La felicidad solo puede provenir de nuestro interior, y de nuestro criterio consciente de lo que somos y del propósito que queremos perseguir. La confluencia de ideas y perspectivas debe ser el patrón que rija las sociedades futuras, en este marco será mucho más fácil lograr un crecimiento y un progreso que beneficie a todos. Permitir que la libertad consecuente fluya en cada persona y fomentar la responsabilidad personal serán claves en los tiempos venideros. ¿Estás dispuesto a unirte a la gran ola de cambio? La decisión es tuya.

Os cuelgo un espléndido video de Bashar en el que explica sobre la toma de decisiones.

 

“Si queremos la satisfacción más profunda, sólo hay una forma de conseguirla: sabiendo que es lo que más deseamos en la vida, nuestros valores superiores, y comprometiéndonos a vivir según ellos día tras día”.

(Anthony Robbins)


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