Revista Opinión

La Inquisición del boicot

Publicado el 20 febrero 2017 por Emethgolem @NombredeIsrael

Se supone que el principal objetivo del BDS “es impulsar acciones y campañas en solidaridad con el pueblo palestino”, al menos eso es lo que ellos afirman en su propia página, pero la realidad demuestra que el pueblo palestino y sus derechos no son el objetivo principal de esta nebulosa organización.

Si lo que de verdad les moviera fuera la solidaridad con el pueblo palestino cabría pensar alguna crítica por parte del BDS contra los mayores violadores de los derechos palestinos, esto es, los dirigentes palestinos y los países árabes de la zona, pero no es así. Cualquier tropelía cometida por los dirigentes palestinos contra su propio pueblo, o por aquellos países que dicen ser “hermanos” del pueblo palestino, obtiene una ignominiosa callada por respuesta del BDS.

No olvidemos que tanto Hamas, que somete Gaza, como Fatah y por ende, la Autoridad Palestina, que controla férreamente zonas de Judea y Samaria, son organizaciones abiertamente terroristas (Hamas) o, en el mejor de los casos, con relaciones con elementos terroristas (Fatah) y ambas carecen de auténticas convicciones y hábitos democráticos, instrumentalizando a su propio pueblo en función de sus intereses, tales como:

Desde aplacar protestas, detener personas por motivos políticos, censurar la prensa, aplicar la pena de muerte, hasta negar las más elementales libertades como el derecho a elecciones libres, militarizar y adoctrinar masivamente a su infancia en escuelas, guarderías y campamentos escolares, o usar a su propia población como escudo humano o carne de cañón, todo ello es aceptado de buena gana por el BDS sin que le suponga ningún problema ético o moral siempre y cuando la autoría de dichos crímenes corresponda a los mandos palestinos, como efectivamente es.

De hecho, en la actualidad, la comunidad palestina más amenazada y agredida se encuentra en Siria, donde han sido (y son) asesinados, encerrados, torturados y expulsados de sus casas y hogares miles de palestinos, y donde éstos son sometidos a un brutal bloqueo en algunas de las localidades donde residen, o residían, al punto de morir por hambre o falta de medicamentos.

EL BDS no tiene palabras para condenar esto, ni acciones para ayudarles.

No. Si no se puede atacar al estado de Israel, la causa y los derechos de los palestinos son algo secundario para el movimiento BDS mostrándose así como una organización más que cuestionable en el plano moral y carente de una mínima honestidad intelectual.
Y es que, además, las acciones del BDS, rozan la coacción y la amenaza; parecen más propias de pandilleros, camorristas o de fanáticos “hooligans” que de personas solidarias con el sufrimiento de un grupo guiadas por principios éticos de no violencia y pacifismo.

De hecho aquí, en España, pudimos observar cómo se organizó una auténtica “caza al judío” con motivo de la presencia del cantante Matisyahu en el festival Rototom, en la cual el cantante y los organizadores del evento sufrieron una campaña de acoso y derribo hasta que expulsaron al artista (el único cantante judío) del Festival pretendiendo, con la complicidad de la organización, obligarle a firmar un infamante documento que criticaba al estado de Israel en un acto de humillación pública propio de la Inquisición; posteriormente, al darse cuenta de la terrible injusticia cometida y el consiguiente escándalo provocado, que traspasó nuestras fronteras, la organización, abochornada, readmitió al cantante rectificando su decisión inicial que solo podría calificarse de vulgar antisemitismo.

Pero la vergüenza por lo ocurrido permanece y permanecerá como muestra ramplona del nuevo antisemitismo que viven las sociedades occidentales.

¿Se imagina alguien que se fuera obligando a los artistas firmar documentos infamantes para mostrar así su “pureza ideológica”?

Las acciones fuera de España son tan o más virulentas. En los EE.UU. se muestran especialmente activos en la coacción permanente de estudiantes, profesores, académicos o conferencistas israelíes, convirtiendo un espacio de conocimiento y tolerancia, como es la Universidad, en un campo de batalla donde el odio se impone a los valores.

En Francia, en Alemania, en varios países de Europa sus actos, rozando la ilegalidad o directamente traspasándola pretenden intimidar a todo lo que sea israelí o esté relacionado con este país, que únicamente se defiende. Tal es asi, que muchos de sus activistas han sido denunciados y condenados por la vía penal.

Pero hay espacio para la esperanza, en España, ACOM ha conseguido anular 13 (y suspender otras 3) adhesiones municipales a la campaña de boicot contra Israel, un éxito sin precedentes en la lucha contra el antisemitismo “políticamente correcto” del BDS.

Los gobernantes y políticos en diferentes partes del mundo están empezando a comprender la peligrosidad de los actos del BDS y se están proclamando y aprobando leyes contra la discriminación de esta organización, pero queda mucho por hacer.

El BDS pretende culpar a todo un país, y extiende el castigo a toda una sociedad, la israelí, sin caer en la cuenta de que dentro de esa sociedad hay todo tipo de ideologías, étnicas, religiones, pensamientos. Hay israelíes que se posicionan a favor de la retirada de Judea y Samaria, hay israelíes de izquierdas, de derechas, anarquistas, hay árabes israelíes, drusos, cristianos, ateos, etcétera, y todos ellos son culpables a través de la delirante óptica del BDS, en una obscena generalización que pretende estereotipar a todo un país, algo que nos retrotrae a comportamientos felizmente pasados y que nunca más deben repetirse.

Y es que el gran mérito del BDS ha sido la normalización del odio contra Israel en nuestras sociedades, al igual que en los años treinta los nazis alemanes normalizaron el odio al judío como paso previo a su deshumanización como colectivo y su posterior exterminio, (hecho definido por Pablo Iglesias, líder del entramado político de izquierda radical “Podemos”, afín al movimiento BDS, como “error administrativo”), el BDS pretende convertir a los actuales israelíes en los judíos de los años 30 y con ello privarles de cualquier derecho y defensa, actuando como soporte de la violencia palestina con su silencio ominoso.

Pero curiosamente el éxito del BDS, de producirse, no sería el éxito del pueblo palestino, solamente el de sus opresores, Fatah y Hamas, y ese, y no Israel ni el sionismo, es el gran peligro que acecha sobre el pueblo palestino.

Esperemos que nunca ocurra, por el bien de todos,

… especialmente de los palestinos.

Fuente: En nombre de Israel


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