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La inseminación artificial

Publicado el 15 julio 2014 por Jorjol

Cuando una pareja no consigue un embarazo y acude a un centro de reproducción asistida,  normalmente prefiere empezar por un tratamiento “poco agresivo”.

Realmente, el tratamiento más fácil es el que llamamos coito dirigido, es decir, realizamos una mínima estimulación ovárica,  controlamos ecográficamente el día de la ovulación y planificamos los días que se deben mantener relaciones.  Esta técnica está indicada sobretodo en aquellas mujeres que presentan exclusivamente un problema de anovulación (y que sin tratamiento pueden pasar semanas antes de que ovulen).

Si subimos un escalón más de “complejidad” nos encontramos con la inseminación artificial.  Esta técnica ha sido durante años ampliamente utilizada y todavía tiene su indicación.  Es sencilla, fácil y sin las complicaciones de la FIV, pero lógicamente, la tasa de embarazo es significativamente menor (entre un 15-18%).

¿Y qué parejas son candidatas a probar inseminaciones?  En principio, los mejores resultados los tenemos en mujeres menores de 38 años, con menos de dos años de esterilidad y con un factor masculino leve.

A día de hoy todavía existe mucha controversia sobre si indicar inseminaciones en mujeres con una trompa obstruída, con endometriosis o con edades por encima de 38, ya que las probabilidades en estos casos bajan considerablemente.

Aún así, en medicina (como en otros aspectos de la vida) las probabilidades son eso, estadística.  Y por eso entiendo que muchas parejas que no tienen un criterio claro de FIV quieran probar la inseminación artificial; pero eso sí, los especialistas debemos ser claros con respecto a los resultados y sobretodo, detectar algo que es muy importante y no está en los libros: el desgaste psicológico, que en mi experiencia,  es muy alto ya que las expectativas de la inseminación artificial desgraciadamente no se corresponden con los resultados reales.

Así que, en mi opinión, considero que probar con técnicas sencillas (sobretodo la inseminación) antes de hacer una FIV es una buena opción siempre que tengamos posibilidades razonables de conseguir embarazo, pero teniendo muy claro que abusar de ellas puede ocasionar un excesivo desgaste emocional que a la larga no nos beneficiará en absoluto.


La inseminación artificial

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