La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos y otros catedráticos universitarios como consecuencia de la entrada en vigor de un Real Decreto y una Circular de 1875, que firmaba el marqués de Orovio, entonces ministro de Fomento, la cual supuso una intromisión en la labor docente de los profesores españoles y un ataque frontal a la libertad de cátedra: el Estado pretendía controlar los libros de texto y los programas que los profesores impartían en la Universidad, lo que desencadenó la oposición de profesores de universidad e instituto que, por decoro intelectual, por respeto a la ciencia y por amor a la libertad se negaron a someter sus programas y sus enseñanzas al dogma de la Iglesia católica. Entonces, fueron separados de sus cátedras y alejados de las aulas, algunos encarcelados y desterrados por ello.
Estos intelectuales intentaban superar el asfixiante ambiente que imponía la Restauración y trazaron las líneas ideológicas sobre educación en el primer tercio del siglo XX y las que se desarrollaron durante la II República. La Institución Libre de Enseñanza afirmaba estar disociada de los principios o intereses de toda comunión religiosa, escuela filosófica o partido político, y defendía la libertad e inviolabilidad de la ciencia y el derecho de todo maestro al ejercicio y transmisión independientes del conocimiento, sin interferencia de ninguna autoridad. Giner y sus seguidores hicieron de ella un hogar de paz, pensamiento libre, nuevas ideas y respeto mutuo. Estaba destinada a ser una de las mayores fuentes de renovación, pero sólo a través de su ejemplo, sus logros, sus publicaciones y sus discípulos, porque decidió rechazar el apoyo estatal y abstenerse de tomar partido en la lucha política, aunque los maestros, familias y niños, cada uno individualmente, tenía libertad para asociarse y ayudar a su religión, partido o doctrinas profesadas.
Bajo la influencia de la Institución Libre de Enseñanza se emprendieron desde organismos públicos importantes reformas en los terrenos jurídico, educativo y social, y se crearon organismos como el Museo Pedagógico y la Junta para Ampliación de Estudios, de la que dependían el Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales o la Residencia de Estudiantes.
El krausismo, que defendía un ideal racionalista de armonía social basado en la reforma ética del individuo a través de la educación, fue la base principal en la que se apoyaron los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza.
La tarea de su creación no fue sencilla, dada la presión conservadora, que defiende la enseñanza estatal, oficialmente católica desde la Constitución de 1876 (Artículo 11). Con un estrecho marco legal, con la posibilidad escasa de establecer centros privados, con la prohibición de ostentar el título de Instituto ni el de Universidad -de ahí el nombre de Institución- se creó la Institución Libre de Enseñanza.
El gran proyecto pedagógico de La Institución se completó con la Residencia de Estudiantes (1910). Este centro contaba con bibliotecas, laboratorios, publicaciones propias y cursos. Fue el lugar de encuentro de los más espléndidos intelectuales del momento: Alberti, Lorca, Menéndez Pidal, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Ortega y Gasset, Dalí, Moreno Villa, Buñuel, Jorge Guillén, Salinas Azorín, Maeztu… En 1915 se inauguró también la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu, que compartía con la Residencia de Estudiantes objetivos y preocupaciones.
Los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza:
1. El principio fundamental es educar a sus alumnos. Ajena a todo particularismo religioso, filosófico y político, se propone sembrar en la juventud, con la más absoluta libertad, la más austera reserva en la elaboración de sus normas de vida y el respeto más religioso para cuantas sinceras convicciones consagra la historia.
2. Pretende despertar el interés de sus alumnos hacia una amplia cultura general, de múltiple orientación, cada época especialmente exige, para cimentar luego en ella, según les sea posible, una educación profesional de acuerdo con sus aptitudes y vocación, escogida más a conciencia de lo que es usual; tiende a prepararlos para ser en su día científicos, literatos, abogados, médicos, ingenieros, industriales…; pero sobre eso, y antes que todo eso, personas capaces de concebir un ideal, de gobernar su propia vida mediante consorcio de todas sus facultades.
3. No existe fundamento para prohibir en la escuela que uno y otro sexo vivan como en la familia y en la sociedad. Juzga la coeducación uno de los resortes fundamentales para la formación del carácter moral y el más poderoso para acabar con la actual inferioridad positiva de la mujer, que no empezará a desaparecer hasta que aquélla se eduque, en cuanto a la cultura general, no sólo como, sino con el hombre.
4. La Institución Libre de Enseñanza aspira a que sus alumnos puedan servirse pronto y ampliamente de los libros como fuente capital de cultura; pero no emplea los llamados «de texto», ni las «lecciones de memoria», por creer que así se contribuye a petrificar el espíritu y a mecanizar el trabajo de clase, donde la función del maestro ha de consistir en despertar y mantener vivo el interés del niño, excitando su pensamiento, sugiriendo cuestiones y nuevos puntos de vista, enseñando a razonar con rigor ya resumir con claridad y precisión los resultados. La clase no sirve para «dar y tomar lecciones», sino para enseñar y aprender a trabajar, fomentando, que no pretendiendo suprimir, el ineludible esfuerzo personal a fin de mejorar el resultado.
5. Considera indispensable para la eficacia de su obra la activa cooperación de las familias. Nada es tan nocivo para la educación del niño como el manifiesto o latente desacuerdo entre su familia y su escuela.
6. La educación elemental y la secundaria no pueden separarse. Forman un proceso continuo que también debe extenderse a las universidades con los mismos métodos.
7. Las clases deben ser una conversación, familiar e informal, entre maestros y alumnos, llevados por un espíritu de descubrimiento: métodos intuitivos, realidades en vez de abstracciones, objetos en vez de palabras, diálogo socrático, el aula debe ser un taller, el maestro un director, los alumnos una familia.
8. La disciplina no puede basarse en castigos, sino en la idea de la corrección y la reforma. Los juegos y otras actividades libres son lo que da la mejor oportunidad para observar las inclinaciones de los niños. La obediencia a la ley debe excluir todo predominio de la voluntad independiente o de un poder dictatorial.
9. Se propugna el principio de la pedagogía activa y en íntimo contacto con la vida, el método intuitivo, modernizándose y enriqueciéndose al contacto cotidiano con las ideas de aquí y de allí hasta alcanzar unas dimensiones plenamente contemporáneas.
10. Pone gran interés en formar en la salud y la higiene, el decoro personal de hábitos y maneras; la amplitud, elevación y delicadeza del sentir; la depuración de los gustos estéticos; la tolerancia, la alegría, la serenidad, la conciencia del deber, la lealtad, la disposición a vivir como se piensa. Utiliza el trabajo intelectual sobrio e intenso, el juego corporal al aire libre, la relación con la naturaleza y con el arte. Reniega del sistema corruptor de exámenes, de la emulación, de los premios y castigos, del espionaje hacia los alumnos.
Tras su victoria en la guerra civil, el primer y más importante objetivo del franquismo fue destruir la influencia de la Institución Libre de Enseñanza y liquidar aquellas ideas, eliminar física e ideológicamente a quienes las predicaban y hacer tabla rasa de cualquier residuo que hubiera sobrevivido.Estamos seguros de que de haber seguido la labor pedagógica de este gran proyecto, España sería hoy un país moderno, civilizado y con un gran progreso, posiblemente una de las grandes referencias democráticas del siglo XXI. Pero era demasiado bonito. Resulta triste, al mismo tiempo, asistir a la aprobación sucesiva de reformas educativas inútiles, basadas en las directrices ultra político-religiosas, que no hacen sino pudrir el sistema educativo de los niños y jóvenes españoles, cuando hace más de un siglo, un grupo de comprometidos profesores se negó a ejercer la docencia bajo el yugo de la vigilancia y la censura del Estado y la Iglesia, y crearon un sistema educativo moderno y eficaz que fue destrozado y arrasado por los mismos fanáticos que todavía hoy campan a sus anchas por nuestro país y que sistemáticamente destrozan todo atisbo de progreso y modernización de España. Más de 100 años después, seguimos en las mismas.