¿La inteligencia artificial nos hace menos inteligentes?

¿La inteligencia artificial nos está volviendo menos inteligentes?

La pregunta de si la inteligencia artificial (IA) nos hace menos inteligentes está cada vez más en el debate público. Aquí repasamos qué dicen los últimos estudios (2024-2025) y qué implicaciones tiene esto para nuestra forma de pensar.

Lo que revelan los datos

Varios trabajos recientes apuntan a un efecto preocupante de la IA sobre habilidades cognitivas clave:

• Un estudio de 666 participantes del Center for Strategic Corporate Foresight and Sustainability, SBS Swiss Business School, encontró una correlación negativa fuerte (r = –0,68) entre el uso de herramientas de IA y las habilidades de pensamiento crítico, mediada por lo que se denomina descarga cognitiva (“cognitive offloading”).

• Una investigación del MIT Media Lab observó que estudiantes que usaron ChatGPT para redactar ensayos presentaron una actividad cerebral significativamente menor que los que no usaron la IA.

• Otra publicación de la ie university señala que la integración continua de la IA está “reduciendo nuestras habilidades de pensamiento crítico y alterando procesos cognitivos fundamentales”.

• En entornos académicos de la Universidad de Yale, se advierte del riesgo de que la IA permita “hacer más, pero entender menos”.

¿Entonces… ¿sí o no nos hace menos inteligentes la IA?

No es tan simple como “sí” o “no”, sino un matiz: la IA no necesariamente reduce la inteligencia en sí, pero sí puede debilitar el ejercicio de ciertas habilidades cognitivas si se usa sin criterio.

Por ejemplo:

• Beneficio: la IA acelera procesos, da acceso a información compleja y puede permitir centrarse en tareas de más alto nivel.

• Problemático: se vuelve un atajo que evita el análisis profundo, la reflexión o la memoria activa. Por tanto, podríamos perder agilidad para razonar, generar ideas propias o evaluar críticamente.

Claves para un uso inteligente de la IA

Para que la IA sea un aliado ¿qué conviene?

• Usarla como herramienta de apoyo, no como sustituto completo. Que la IA sea asistente, no piloto automático.

• Ejercitar habilidades de pensamiento crítico: cuestionar resultados generados automáticamente, buscar explicaciones propias, trabajar memoria y razonamiento.

• En educación y trabajo, diseñar tareas que no puedan ser resueltas íntegramente por IA, de modo que requieran esfuerzo cognitivo humano. (Así lo recomienda una de las investigaciones).

• Fomentar la alfabetización en IA: saber qué puede hacer, qué no, y cuándo su uso puede comprometer nuestra autonomía cognitiva.

Si queremos seguir siendo “inteligentes” en pleno auge de la IA, la clave será combinar el acceso y la automatización con la deliberación activa, la creatividad y la autonomía del pensamiento.

La verdadera inteligencia está en saber cuándo y cómo usar la IA.

En conclusión

La IA no está “robando” nuestra inteligencia, pero sí puede debilitar la práctica activa de la inteligencia — reflexionar, criticar, aprender profundamente — si nos apoyamos demasiado sin intervención consciente. Por tanto, la cuestión no es solo qué hace la IA por nosotros, sino qué dejamos de hacer nosotros cuando la usamos.