La seguridad constituye la base sobre la cual una sociedad puede desarrollarse, preservar su libertad y la prosperidad de sus ciudadanos, y garantizar la estabilidad y buen funcionamiento de sus instituciones. La inteligencia uno de los ámbitos que más contribuye a alcanzar y mantener la seguridad, como veremos a continuación.
¿Qué rasgos distinguen a una seguridad moderna?
Una seguridad moderna debe ser una seguridad integral, entendida ésta como resultado de un conjunto de actividades diversas, continuadas, de carácter proactivo y normalmente defensivo, que actúan sobre el conjunto del Estado. Dichas actividades deben de garantizar el normal funcionamiento de los sistemas energéticos, sanitarios, alimentarios, medioambientales, de infraestructuras, tecnológicos, militares y de la seguridad interior. Para ello, debe ser concebida y promovida desde los instrumentos de gestión pública del ámbito político-institucional, técnico, diplomático y de inteligencia. Su eficacia se basa en el desarrollo de estrategias preventivas, así como respuestas ejecutivas de variado alcance, con el objetivo último de garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de las personas y la seguridad de los consumidores, amparar el respeto de los derechos humanos y proteger el ejercicio de los derechos democráticos.
La seguridad es un objetivo compartido por las diferentes Administraciones, el sector privado y la sociedad civil. Esto requiere que los instrumentos de gestión pública, a su vez, ejerzan una coordinación eficaz de los diferentes actores implicados, buscando marcos comunes de prevención y respuesta que ayuden a resolver los problemas que plantea una actuación, normalmente compartimentada, motivada por la naturaleza transversal, abierta e incierta de los riesgos y amenazas a los que actualmente nos enfrentamos.
¿Cuáles son los principales riesgos y amenazas para la seguridad?
Tal y como recoge el Informe Anual de Seguridad 2015, el terrorismo es uno de los mayores desafíos globales, y el peor enemigo de la democracia y las libertades. Ello se constata por los graves daños y la alarma social producida por los graves atentados acontecidos recientemente en Europa y en otras partes del mundo.
Los ciberataques como fin último o medio instrumental siguen siendo una preocupación de la mayor entidad. Especialmente acuciante es la necesidad de avanzar respuestas frente al uso de las redes digitales por actores no estatales con fines delictivos o asociados al terrorismo y al crimen organizado.
Respecto del crimen organizado, por su carácter transnacional y su capacidad de adaptación e interactuación con otros riesgos y amenazas, ha sido relevante su impacto en países donde persisten conflictos armados abiertos que ha producido flujos migratorios hacia Europa. Las redes de crimen organizado se han beneficiado de la vulnerabilidad de la población y de la facilidad para el tráfico a través de las fronteras de los países en conflicto.
La amenaza de proliferación de armas de destrucción masiva sigue viva e implica tanto a actores estatales como no estatales. La posibilidad de que organizaciones terroristas puedan tener acceso a material nuclear es una de las grandes preocupaciones a nivel mundial.
Una tendencia al alza es el desempeño de actividades propias de contrainteligencia (actividades relacionadas principalmente con la lucha contra el espionaje, la subversión y el sabotaje) en nuestro país para contrarrestar las actividades delictivas de terceros países sobre nuestro tejido productivo mediante el empleo fraudulento de coberturas empresariales o asociativas. Ello conlleva una dificultad añadida y un esfuerzo extra por parte de los servicios de inteligencia nacionales, a los efectos de hacer frente de forma efectiva a una actividad de carácter lesivo, y que eventualmente vulnera los derechos y libertades de los ciudadanos españoles.
A nivel global, el cambio climático mantiene su potencial como multiplicador del riesgo de catástrofes de carácter meteorológico y climático. 2015 ha sido el año más cálido a nivel mundial desde que se disponen de registros. El aumento de la temperatura y la escasez de agua pueden llegar a empeorar las condiciones de vida en determinadas regiones con problemas de acceso a recursos básicos, e incrementar los factores de inseguridad.
Podemos concluir que los citados, son riesgos y amenazas de naturaleza compleja, cambiante, en ocasiones interconectados y que se pueden manifestar de forma imprevisible e inminente.
¿Cómo contribuye la inteligencia a la seguridad?
Al hablar de la seguridad moderna se indicaba que eran necesarios marcos de prevención y respuesta para hacer frente a estos riesgos y amenazas. La inteligencia desempeña un papel clave en la prevención, concienciando, informando, y pudiendo asesorar también en las diferentes opciones de respuesta.
La inteligencia no debe considerarse como la actividad o elemento más importante en un proceso de decisión, pero sí como el primer paso, lo primero a tener en cuenta, para, posteriormente, identificar diferentes opciones de respuesta. La inteligencia debe ser entendida, además de como el producto resultante de procesar información relativa a la amenaza, como la capacidad de penetrar en ámbitos de conocimiento e información en poder de personas, organizaciones o países, potencial, velada, o abiertamente hostiles. Por tanto, la inteligencia es una herramienta fundamental para poder anticipar decisiones en beneficio de la protección de la población y de los intereses nacionales.
Asimismo, tales decisiones conllevan el empleo de recursos, y uno de los aspectos fundamentales para determinar las prioridades en el empleo de dichos recursos es el de la identificación de las amenazas a las que España está sometida. La inteligencia es la capacidad fundamental a disposición del Gobierno de la nación para identificar esas amenazas con el fin último de neutralizarlas o minimizarlas oportunamente.
Por otra parte, para hacer frente a las amenazas a la estabilidad regional, a aquellas otras que España asume por su pertenencia a organizaciones internacionales y, especialmente, a las no compartidas, es esencial estar dotado de las capacidades necesarias, y determinar los procesos y mecanismos adecuados que permitan la obtención y elaboración de inteligencia independiente para el apoyo a la toma de decisiones. Hay que tener en cuenta que la disuasión más genuina se alcanza cuando se tienen las capacidades adecuadas y la voluntad de su empleo, de forma que el potencial adversario se convenza de la desventaja de su opción agresiva. Para ello, resulta necesario tener un conocimiento independiente, preciso y detallado de las capacidades del potencial adversario, y que éste perciba que conocemos sus intenciones, sus procesos de decisión y su posible voluntad de empleo de dichas capacidades, con anticipación suficiente para poder neutralizarlas. Por tanto, es evidente que la inteligencia jugará un papel clave para que la disuasión sea convincente haciendo que el potencial adversario renuncie a sus intenciones hostiles.
¿De qué instrumentos de inteligencia dispone España?
En España, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) es el principal actor, por capacidad, medios y recursos. Realiza las actividades de inteligencia y contrainteligencia en virtud de la legislación que le ampara, siendo su Secretario Director la Autoridad Nacional de Inteligencia y Seguridad.
En el ámbito del Ministerio de Defensa, el organismo de más alto nivel con competencia directiva en materia de inteligencia y contrainteligencia militar relativa a amenazas provenientes del exterior, es el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS). Además, el Sistema de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFAS) permite al Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), a través del Director del CIFAS, planificar, articular y coordinar el empleo de los medios y unidades militares de inteligencia para el seguimiento de la situación mundial, particularmente de aquellas con riesgo potencial de crisis que puedan llevar consigo una opción de respuesta militar, y para el planeamiento y ejecución de operaciones.
En el ámbito del Ministerio del Interior, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) es el órgano de recepción, integración y análisis de toda la información estratégica disponible referida al terrorismo, la criminalidad organizada y los radicalismos violentos, elaborando inteligencia estratégica y prospectiva. Elabora una valoración de estas amenazas permanentemente actualizada, y propone y coordina estrategias nacionales para combatirlas. En este sentido, establece los criterios de actuación y coordinación operativa entre los distintos organismos del Departamento en los casos de coincidencia o duplicidad entre investigaciones que se desarrollan contra estos fenómenos.
Los organismos anteriormente citados están representados en la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia (CDGAI), la cual, de acuerdo a la Ley 11/2002 de 6 de mayo, velará por la adecuada coordinación de todos los servicios de información e inteligencia del Estado para la formación de una comunidad de inteligencia. La CDGAI está presidida por el Vicepresidente del Gobierno que designe el Presidente e integrada por los Ministros de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior y Economía, así como por el Secretario general de la Presidencia, el Secretario de Estado de Seguridad y el Secretario de Estado Director del Centro Nacional de Inteligencia.
Una característica fundamental de los miembros de la CDGAI es que son, a su vez, miembros del Consejo de Seguridad Nacional, que es el órgano colegiado del Gobierno dónde, además, pueden ser convocados en función de los asuntos a tratar los titulares de los órganos superiores y directivos de la Administración General del Estado, las autoridades o altos cargos de las Comunidades Autónomas y entidades locales y aquellas personas en su condición de expertos cuya contribución se considere relevante. Es, por tanto, el entorno multidisciplinar idóneo para conformar unos marcos de prevención y respuesta eficaces.
Dada la naturaleza imprevisible y global de los riesgos y amenazas a las que se enfrentan las sociedades modernas, se antoja imprescindible una respuesta integral. El oportuno intercambio de información entre los distintos servicios/agencias de inteligencia, tanto a nivel nacional como internacional, adquiere una importancia trascendental para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos. Los instrumentos y estructuras de las que se están dotando nuestras instituciones apuntan en esa dirección, siendo ésta una estrategia que habrá que mantener en el futuro.
Concluyo, la necesidad de disponer de una estructura nacional de inteligencia que abarque todos los ámbitos susceptibles de producir riesgos y amenazas que afecten al conjunto del Estado, a sus intereses, y a otros países y organizaciones aliadas, queda fuera de toda discusión. La disponibilidad en tiempo oportuno de una inteligencia de carácter predictivo, relevante, precisa y útil al decisor es imperativa en los entornos en los que se desarrolla la vida cotidiana. Se puede afirmar sin temor a equivocarse que sin una inteligencia coordinada, robusta y multidisciplinar no es posible alcanzar un umbral de seguridad mínimo y aceptable que permita desarrollar las actividades necesarias para el normal funcionamiento de cualquier sociedad del siglo XXI.
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