Agradezco la idea del artículo a Marga Moya, una buena colega de profesión. En días pasados publiqué un artículo hablando de la importancia de la comunicación para evitar problemas en el seno de las organizaciones, y hoy quiero reflexionar sobre esa confusión que se produce entre informar y comunicarse. Aparentemente los dos verbos pueden parecer sinónimos (y etimológicamente seguro que lo son), pero para remarcar el matiz diferenciador he decidido incluir el reflexivo 'se' en uno de ellos. Ahora lo comprenderán.
Las empresas sí son dadas a informar; crean newsletter internos, intranets, envían e-mails (¡¡miles!!), etc., etc., etc., todo ello con la intención de aportar información a sus empleados de lo que sucede en el día a día. Pero no deben obviar que tan malo es la escasez de información como la profusión de la misma, especialmente porque las personas no somos la megacomputadora de la CIA y por ello tenemos limitaciones a la hora de procesar todos los datos que nos llegan.
Así las cosas, las empresas no pueden dejar la función de informar exclusivamente en manos de unos pocos empleados y de unas máquinas llamadas ordenadores, y mucho menos pensar que volcando en esa plataforma todo lo se quiere decir ya es suficiente para que la gente esté al corriente de lo que sucede dentro de su organización. ¡¡NO!! Es necesario implicar a alguien que dé feed-back y que verifique que los datos volcados son entendidos y utilizados eficientemente por quien los recibe.
Es aquí donde entra el otro verbo ('comunicación'), que a diferencia de 'información' aporta el matiz de la interacción con el sujeto que 'vive' detrás de la pantalla del ordenador. Para comunicar con eficacia deben implicarse proactivamente las personas que poseen la información, los directivos en este caso. Y esto es lo que falla en la mayoría de las organizaciones. Información hay mucha; gente volcando datos al sistema también; lo que escasea es gente confirmando la utilidad de la información 'vomitada' (perdón por la fea palabra, pero creo que se entiende muy bien el porqué de este término).
Y nuevamente volvemos al punto de origen; hace falta crear canales eficaces de comunicación que no se queden en unos soportes concretos (revistas corporativas, intranets, píldoras formativas, newletters…). Cada ejecutivo con responsabilidad en la gestión de personas debe entablar con el receptor de la información un cauce fluido de feed-back.
Si tuviera que resumir de un modo breve la labor de un directivo en materia de comunicación, diría que tiene que conseguir que el empleado entienda su razón de ser en el seno de la organización, que sepa qué cosas debe hacer, para qué debe hacerlas, y cómo desde su –en apariencia- humilde papel, cada empleado contribuye a empujar a la empresa en un sentido concreto, hacia un destino del que también debe ser partícipe.
Resumiendo; aportar mucha información no significa que se estén haciendo bien las cosas en materia de comunicación. Lo que hace falta es mayor concreción y cercanía con el receptor. Debe empezarse por aquí. Una vez alcanzada la cercanía y la reciprocidad, puede empezar a volcarse la información pertinente, sin olvidar que cada individuo es un mundo y que cada uno tiene su propia, personal e intransferible capacidad de asimilación. A cada uno lo suyo, sería la frase final.
Un abrazo
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