Tras el gran ruido emitido por el separatismo catalán todos los separatistas europeos comienzan a moverse para que la Europa creada tras la II Guerra Mundial hace casi tres cuartos de siglo, que trajo la paz al continente, sea sustituida por otra con decenas de nuevas naciones regidas por minorías lingüístico-étnico-culturales.
Los apoyan dos responsables de Bélgica, un Estado fallido que perdura solamente por ser sede de la UE y la OTAN, que eligieron Bruselas por su centralidad en Europa, cuando había una cierta unidad representada por el Rey.
Pero otra cosa es el país actual, corroído por los odios de quienes muchas veces preferirían ser franceses, los valones, y quienes desearían ser Holanda, los flamencos.
Su primer ministro entre 2011 y 2014, el socialista valón Elio Di Rupo, le llamó este domingo “franquista autoritario” a Mariano Rajoy por aplicar el artículo 155.
Las cesiones al separatismo flamenco del débil Dio Rupo fracasaron al no mejorar, más bien empeorar, la convivencia entre flamencos y valones.
Y el actual viceprimer ministro y ministro de Interior, el separatista flamenco Jan Jambon, afirmó este domingo en una televisión que Rajoy “ha ido demasiado lejos” y pidió la “intervención de Europa” para pararlo.
Críticas poco respetables: Di Rupo, es una marioneta de los nacionalismos, y Jambon es dirigente de un partido estuvo suspendido temporalmente por su cercanía al neonazismo: ambos son engranajes de los separatismos etnoculturales locales.
Una tira cómica en “Le Soir”, el principal periódico valón, muestra a un etarra, un corso, un escocés, un padano del Véneto, y hasta a un marciano, a los que les sirve cervezas un separatista belga.
Se diría que está naciendo una Internacional Separatista que, como en Cataluña, trata de oprimir a los no nacionalistas mientras propone un imperialismo expansionista.
Los separatistas catalanes, como se enseña en las escuelas, se anexionan ya en sus mapas parte de Aragón, la Comunidad Valenciana y Baleares: el ideal de los Països Catalans creado por el falangista Joan Fuster.
Decenas de separatismos europeos buscan igual camino para provocar la implosión del Continente hasta culminar con innumerables y terribles guerras; sí: como las balcánicas.
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SALAS
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LE SOIR MIRA AL SEPARATISMO