Cuando ya todos aceptamos la importancia creciente del conocimiento en la economía de nuestro siglo, y consideramos también incuestionable la contribución de las emociones al rendimiento individual y colectivo, parece que resulta oportuno sacar a laintuición de esa semiclandestinidad a que la teníamos condenada. Aunque parece quees ella quien nos elige a nosotros, se trata de un recurso a nuestro alcance quepodríamos cultivar mejor, en beneficio de las decisiones que adoptamos, lassoluciones que proponemos, las relaciones que mantenemos, los juicios queelaboramos, las mejoras e innovaciones que el mercado nos demanda, la detección deoportunidades...
Siendo múltiple en sus manifestaciones y en las reservas de que se nutre, la intuición constituye un complemento valioso para la razón, con el que vale la pena familiarizarse en mayor medida. Si cabe aceptar que no hacemos el mejor uso de nuestra mente consciente, podemos igualmente insistir en que el inconsciente posee un potencial que estamos pretiriendo. Dentro de nosotros hay mucho más de lo que parece, y seguramente vale la pena asomarse a ver.
Aunque ya escribí en 1998 unas atrevidas primeras palabras sobre el tema, tuve luego un impulso de aproximarme a los fenómenos intuitivos al comienzo de 2003, limitándome, desde luego, al mundo de la empresa. Entonces concentré mis primeras conclusiones en un artículo que, tras ser publicado en dos revistas, se difundió en Internet. Los mensajes alentadores que recibí en mi correo electrónico me mostraron el interés que esta facultad despertaba, pero también me hicieron sentir cierta compunción, porque no me sentía capaz de añadir gran cosa a lo poco ya dicho: en cierto modo, me sentí obligado a seguir conciliando otros compromisos con el estudio de las aportaciones intuitivas en la empresa.
Siendo ingeniero, me veía yo irrumpiendo en una especie de terra incognita reservadaquizá a los psicólogos, que parecen los profesionales más idóneos para ayudar adesarrollar habilidades de carácter intra o interpersonal. Una colega consultora ypsicóloga, Beatriz Valderrama, me guió y animó en la prosecución, y además fuiinvitado a participar como ponente en el Manager Business Forum de Madrid (2005).
Lo que recojo en los siguientes párrafos es precisamente el contenido de esta recienteponencia, mientras mi colega y yo intentamos añadir un libro más a los que yaabordan el tema. Naturalmente, hay muchos grandes expertos que han estudiado alhombre, su evolución, su mente y sus sentidos, incluyendo la intuición; pero quizádebamos conectar mejor con el mundo cotidiano de la empresa, que cada día nosexige más facultades y recursos.
Tras acudir a definiciones de diccionario y otras de prestigiosos expertos, en laponencia quise insistir en que la intuición es plural, como sugiere Jagdish Parikh: tomadiferentes formas (palabras, ideas, imágenes, sensaciones e incluso epifanías), senutre de diferentes reservas (la conciencia, la experiencia, el inconsciente heredado, eladquirido...), se presenta de forma repentina pero también podríamos hablar deestados intuitivos, es considerada facultad de la mente pero también un don o unrasgo del carácter... También me parece que quizá éramos más intuitivos cientos demiles de años atrás, en el periodo preverbal, tal vez porque también éramos máscolectivos y menos individuales.
Pero, ¿cuál es el papel de la intuición en los perfiles de directivos y trabajadores delconocimiento, en la economía del siglo XXI? En esta sociedad de la información y dela informática, parece a veces que la tecnología nos llevará, por sí sola, a lasperseguidas cotas de productividad y competitividad; pero hemos de recordar que lastecnologías de la información y la comunicación (TIC) sólo nos procuran el acceso aesta materia prima fundamental que es la información: hemos de ser nosotros mismosquienes hagamos la compleja traducción de la información a conocimiento, tras buscary seleccionar lo más relevante y enriquecedor de entre lo que se nos ofrece.
Para el paso -diríamos que se trata de una especie de hiato- de la información alconocimiento, seguimos cinco etapas: acceso, consulta, aprendizaje, maduración yaplicación. Bien pues la intuición, si no estuviera ya presente en el acceso, lo estaríaen la consulta (en el examen-evaluación de cada información, en el descubrimiento decosas interesantes aunque no respondan al patrón de búsqueda...), lo estaría en elaprendizaje (acertando en el significado de los significantes, leyendo entre líneas,detectando conexiones...), lo estaría en la maduración (avanzando en las conexiones,integrando el nuevo saber con el previo, elaborando abstracciones...), y aun lo estaríaen la aplicación o difusión del saber aprehendido. Hemos desplegado las cinco etapasque llevan de la información al conocimiento en un total de16 pasos específicos, y loserrores cometidos en cada paso se arrastran en los siguientes: por eso necesitamosde toda una serie de competencias informacionales (unas operacionales y otras de
carácter personal), entre las que no podemos olvidar la intuición.
Pero si la intuición se necesita para el paso de la información al conocimiento, no cabetampoco duda de que la precisamos en otros hiatos clave en la era del conocimiento:el paso del conocimiento a la acción, y el paso del mismo conocimiento a lainnovación. No hace falta insistir en que la intuición nos acompaña, en mayor o menorgrado, en toda toma de decisión; ni en su sólido emparejamiento con la empatíanecesaria en las relaciones interpersonales; ni en que, en nuestro desempeño laboral,entramos a veces (ojala fuera más a menudo) en estados intuitivos de altorendimiento, en que todo nos sale bien y parece que algo o alguien nos va dando pistas: es el estado de flujo, estudiado por el profesor Mihaly Csikszentmihalyi, y delque nos hablan otros autores para relacionarlo con la intuición.
Tampoco parece necesario insistir en la vinculación de la innovación con losfenómenos intuitivos, porque los ejemplos nos inundan. En la ponencia me referí a lamáquina de coser de Elias Howe, al Walkman de Sony, a Einstein, a Pasteur, a laserendipidad que está detrás de muchos inventos o descubrimientos... Hayciertamente al menos tres hiatos quizá no bien resueltos en la economía delconocimiento y la innovación: información-conocimiento, conocimiento-desempeñoprofesional, y conocimiento-innovación. La intuición puede contribuir a la continuidaddeseable hacia la prosperidad deseada: viene a ser un plus, un complemento esencial,para nuestro conocimiento consciente y para nuestra inteligencia. Se dice que laintuición es la "joya de la corona" de la inteligencia.
Obviamente no es intuición todo lo que como tal parece relucir, y en ello insistíasimismo en la ponencia. La intuición podría fundirse -pero no debería confundirse-con las inquietudes, los deseos, las inferencias, las suposiciones, las ocurrencias, lasaprensiones, los prejuicios, las creencias, los temores... Acabé la ponencia sin tiempopara extenderme en algunas cosas que, estando a nuestro alcance, podemos todoshacer para favorecer la ayuda que la intuición nos presta:
- Lea libros y artículos de interés sobre la intuición.
- Revise sus creencias y valores, relacionados con su trabajo.
- Concéntrese en cada actividad viviendo el "aquí y ahora".
- Practique el pensamiento reflexivo regalándose momentos de silencio.
- Además de gestionar bien su tiempo, gestione su atención.
- Encargue trabajo al subconsciente y atienda a los resultados.
- Procure percibir mejor las realidades propias y ajenas: abra su mente.
- Profundice en los problemas hasta comprenderlos bien.
- Pídase más a sí mismo, y aproveche todas sus facultades.
- Observe los mecanismos de su intuición y familiarícese con ellos.
- Llénese de legítimo propósito, y de empeño para conseguirlo.
- Concilie sus intuiciones con la razón, y cultive ambas.
Todo parece obvio, en primera lectura, pero en una segunda podemos dar mássignificado a los significantes. Yo no me extiendo más, pero les invito a cultivar suintuición y a que compartan sus experiencias al respecto. Diría yo que el ser humanoparece desaprovechar muchas de sus facultades, desde que tiene asegurada lasupervivencia de la especie; y también que merecemos un suspenso en los últimosexámenes de la evolución. Gracias al lector, por su atención.