·Es un ascensor nuevo, recién acoplado a los rieles, y no fue construido para caer tan rápido".
A veces la reedición nos da alegrías, como una opción de leer libros que nos pasaron de largo en su día. Por eso hoy traigo a mi estantería vertical, La intuicionista.
Conocemos a Lisa Mae Watson, la primera mujer negra en graduarse en el Instituto de Transporte Vertical y por lo tanto la primera en trabajar para el Departamento de Inspectores de Ascensores. Tanto por color de piel como por género. Esto es importante porque vivimos en una sociedad en la que el transporte vertical es vital hasta el punto de que su estudio comienza en las escuelas en las que no solo se trata de ingeniería, si no también de una suerte de filosofía de vida. Por eso hay intuicionistas. Y es que frente a quienes reparan los ascensores sabiendo cada detalle gracias al manual, están aquellos que sienten lo que les sucede en cuanto ponen un pie en la cabina: y Lisa pertenece precisamente a los segundos. Y entonces un ascensor revisado por ella cae de una altura 11 y la trama cambia para convertirse en una novela de acción con espías, sicarios y secretos. ¿Sobre qué? Pues ya lo habéis leído.
Una de las cosas que más me sorprendió del libro es que tratase de ascensores. Y es que Whitehead ya sabemos que se despega del mundo, pero orquestar una trama sobre ascensores, técnicos y técnicos que se inspiran me parecía algo tan descabellado como para leer el libro apenas lo llevé a casa. Y el autor, lo digo desde ya, me convenció. a través de su razonamiento y anécdotas logró que leyera por ejemplo sobre las bondades de los últimos destornilladores del mercado y no me pareciera ridículo, solo diferente. Dividida la historia entre Arriba y Abajo estaba claro que la importancia de este medio de transporte iba a ser vital, tanto como para orquestar la búsqueda del ascensor perfecto en una suerte de metáfora que va más allá del racismo expuesto desde la primera parte de la historia, algo que parece ir de la mano de las novelas del autor.
En esta ocasión Whitehead crea mucho más que una historia ya que la dota de una ubicación temporal y también de una historia y una mitología que aparecen en forma de flashbacks que se van entrelazando con las diferentes subtramas para disfrute del lector que ha decidido creer lo que le están contando. El autor para lograrlo no solo brilla en su originalidad, también en su humor que algunas veces le autoincluye, y, sobre todo, en la forma de narrarlo. Y es que no me cabe ninguna duda de que estamos ante una de esas novelas que dicen tienen lecturas en varias capas y que un lector habitual solo es capaz de acceder a ellas mediante una relectura que le permita recogerlas una vez ha identificado el racismo durante su primera vez. Verá por ejemplo que donde Otis introdujo uno de los avances que caracterizan una sociedad moderna llena de rascacielos, Whitehead le da al invento la honorabilidad y el prestigio en un Nueva York un poco más antiguo y bastante más oscuro del existente en la actualidad. Un prestigio, por supuesto, de hombres, que da la noción de la notoriedad y relevancia que tendría aquel que tuviera la capacidad de fabricar un ascensor perfecto como el que nombraba Fulton (padre de los intuicionistas). Y es que sobre este punto bascula una gran parte de la trama de intriga.
La intuicionista es un trabajo titánico que vive en una metáfora constante sobre la elevación de la sociedad a puntos mejores, la eliminación de un prestigio parcial y la importancia de poder salir de las chozas inferiores a lugares marcados por la igualdad. Más allá de eso es un libro divertido, diferente, alambricado en ocasiones y un verdadero placer como lectura para quienes gocen de aventurarse entre letras. Una más que grata experiencia.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.