LLevamos 7 años veraneando en esta isla, y una de las cosas que nos sorprendió desde el primer día es la cantidad de turismo italiano que la visita. De hecho hay muchas y muy buenas ofertas para viajar a Formentera desde Italia, mucho más que desde España.
En principio yo no tengo reparos con que el turismo provenga de uno u otro lugar, pero el tipo de italiano que viene a la isla, lejos de ser Garibaldis, Galileos o Vivaldis son mas bien "Berlusconianos", bastante retrógrados, moralistas y cutres, por lo que nos resulta bastante desagradable convivir con ellos.
En nuestros primeros veranos en la isla, pasábamos mañanas enteras solos en una cala y, si nos encontrábamos a alguien, siempre era gente respetuosa con la tranquilidad y la isla. Ahora empieza a ocurrir algo que hasta hace unos años nos habría resultado increible...se empiezan a ver sombrillas en las playas y zonas que antes eran tranquilas empiezan a llenarse de turismo "ruidioso".
Por otro lado está el tema de la carretera. Formentera cuenta con una única carretera , con un carril en cada dirección, y circular se hace realmente complicado debido a que todos los italianos se agencian con una moto nada más llegar...una moto que apenas saben conducir y con la que circulan con total tranquilidad, sin importarles lo más mínimo entorpecer el tráfico. Atrás quedaron los tiempos en los que las bicicletas llenaban las carreteras... las motos y los quads les han tomado la delantera.
Y lo más preocupante bajo mi punto de vista es que, en vista del creciente turismo italiano, algunos de los restaurantes con más solera de la isla, han cambiado de dueños, siendo comprados por italianos y convirtiendose de esta manera en más de lo mismo: la misma comida, el mismo ambiente y la misma estética. Porque si algo tienen estos italianos es la querencia de que todo lleve su sello, matando para conseguirlo toda diferencia y particularidad.
Es una pena que la isla se llene de este tipo de turismo, tan poco respetuoso con el maravilloso entorno que habitan y tan ajeno a su espíritu.
Creo que, si queremos seguir disfrutando de nuestro paraiso, vamos a tener que empezar en pensar en adelantar más nuestras vacaciones, que sean más cercanas a la primavera que al verano, para volver a ver nuestra isla como un día la conocimos y de la que nos enamoramos.
Lástima que algunos no sepan apreciar la belleza que se esconde en la tranquilidad de las dunas y se empeñen en convertirlas en ruidosas playas con sombrillas, tumbonas y pelotas de playa, como si no hubieran en España miles de playas de ese tipo para pasar las vacaciones.
Confiaré en que llegue el día de que pierdan el interés por nuestra isla, antes de que quede destruida irremediablemente, sin dejar rastro de lo que un día fué.