"La
invención de la masonería", de Dévrig Mollès
Reseña del libro por
Guillermo Fuchslocher
Reseña y descarga del libro
"La invención de la masonería" (2015) del historiador francés Dévrig
Mollès y vínculo para su lectura en línea y descarga de la obra, gracias a la
gentileza de su autor. Esta publicación constituye lectura indispensable para
tener una visión crítica de las principales teorías y últimas investigaciones
históricas sobre el origen de aquella masonería que surgió en Londres en 1717,
creció vertiginosamente y desde hace mucho se encuentra extendida por el mundo,
aunque dividida en diferentes corrientes, y para conocer su naturaleza y
objetivos desde una perspectiva académica, al margen de mitos y leyendas, y
enmarcada en su contexto histórico sociocultural y político.
Dévrig Mollés
historiador francés, doctorado en Historia, con maestría en Historia y Ciencias
Sociales y pregrado en Letras Hispánicas y en Francés como Lengua Extranjera,
ha sido investigador invitado en universidades latinoamericanas, y es miembro
del Consejo Científico de la Revista de Estudios Históricos de la Masonería
Latinoamericana y Caribeña REHMLAC y Director Científico del Archivo de la Gran
Logia de la Argentina. Es un académico de alto nivel dedicado a la
investigación masónica con rigor científico.
Los trabajos del
doctor Mollès son publicados en revistas científicas y citados en artículos
académicos escritos en varios idiomas. Su última obra, "La invención de la
masonería. Revolución cultural: religión, ciencia y exilios." (2015), ha
sido ya materia de algunos análisis, entre los que destacan una reseña
realizada por el doctor Pablo Souza, desde una perspectiva historiográfica; un
“trazado” masónico del licenciado Rubén Manasés Achdjián; y un artículo del
masón y masonólogo español Víctor Guerra García (2015), el que pueden leerlo en
su Blog Masonería Siglo XXI. Pero, además, la obra ha recibido muchos
comentarios positivos de integrantes de logias masónicas, los que se ha
expresado principalmente a través de redes sociales.
A continuación,
expongo un juicio crítico sobre la obra y un resumen de la misma, el que
incluye ocasionalmente cortas valoraciones y criterios.
Pulse aquí para acceder al libro completo
COMENTARIO SOBRE
LA OBRA
"La
invención de la masonería" de Dévrig Mollès muestra algo poco comprendido
debido a la tendencia a juzgar sucesos pasados con mentalidad presente: el
carácter revolucionario, innovador, racionalista y científico de aquella
masonería creada a principios del siglo XVIII, ¡hace 300 años!, ¡siete décadas
antes de la Revolución Francesa! De ella se sienten descendientes la
generalidad de organizaciones masónicas, pese a que muchas no solo no avanzaron,
sino que se anquilosaron o renegaron de los avances iniciales y dieron marcha
atrás. La realidad actual nos muestra que muchas sucumbieron a un peligro que
amenazaba a la naciente creación masónica: la reacción conservadora. No se
puede leer este libro sin comparar la descripción histórica con la realidad
presente y constatar la existencia de varias masonerías, con diferentes
concepciones, objetivos y realizaciones, pese a lo cual aquella inventada hace
tres siglos es tal vez tan o más actual y liberal que algunas del ahora, y más
moderna y comprometida con las realidades de su época que aquellas que solo
conservan el cascarón de su legalidad y filiación, convertido en fin y dogma,
pero despojado de su contenido, sustituido por aquello que se superó hace tres
siglos. Esta obra es clara y crítica al señalar las limitaciones que tuvo esa
masonería, entre ellas las fricciones de clases, géneros y religiones; las
exclusiones de mujeres y proletarios; y su dedicación a élites blancas,
masculinas y burguesas, en un contexto de tensión entre centros y periferias,
limitaciones que tres siglos después en buena medida no se han superado.
Además, esta obra
resulta útil, principalmente para masones y masonas latinoamericanos, pues de
forma ágil y clara llena vacíos informativos y críticos existentes en nuestro
medio, contextualiza y cuestiona ideas generalmente aceptadas y maneja un hilo
conductor basado en la razón, la ciencia y el sentido crítico, para exponer con
objetividad el panorama actual de la investigación histórica sobre los orígenes
históricos masónicos, a partir de la teoría que al momento y desde hace décadas
ha ido cobrando más fuerza, sobre la base de evidencias y conclusiones de los
mayores especialistas en la materia. Pero no se queda en el pasado, pues a
partir de él se proyecta al presente y al futuro y no abarca solo la teoría,
sino que da gran importancia a la acción.
Algunos puntos
que considero valiosos de la obra son: a) Las preguntas a las que responde,
pues sus respuestas revelan los orígenes de la masonería creada en Londres en
1717; la función de las tradiciones, mitos y leyendas; y su relación con el
Siglo de las Luces. b) La función de las neotradiciones, pues sin conocer el
pensamiento del autor ni sus fuentes, desde hace años he sostenido que las
tradiciones masónicas son importantes, aunque no sean ciertas, porque reflejan
el imaginario, identidad e ideología de los ritos que las sostienen. c) La
desmitificación de creencias arraigadas: la presencia de la Biblia, cuando
inicialmente y durante décadas se utilizaron las Constituciones masónicas para
simbolizar lo que ahora conocemos como Estado de Derecho; la consideración como
una Orden de lo que nació y es una asociación civil, una ONG; el uso de la
espada como moda caballeresca; la identificación de la letra G con God –Dios–,
por omisión o desconocimiento de su representación de la Geografía y la
Geometría, es decir de la ciencia; la falta de relación de algunas
“Constituciones góticas” del siglo XVI con los gremios de la construcción, por
haber sido creadas deliberadamente por sociedades secretas de naturaleza
religiosa. Pero estas desmitificaciones revelan que los mitos produjeron una
radical transformación ideológica. d) El mito de los orígenes antiguos, como
fundamento de ideas de progreso, libertad y justicia, pero superado por la
realidad de una sociedad civil masónica, hija del Siglo de las Luces y la Ilustración,
sustentada en el pensamiento laico y científico. e) El señalamiento que
"los textos circulan sin sus contextos" aclara problemas y errores de
interpretación de documentos masónicos, entendidos literalmente según las
concepciones actuales, sin conocer lo que implicaban en el lugar y época en que
fueron escritos. f) La utilización militante de los mitos revela la existencia
de corrientes masónicas tan distintas que configuran masonerías diferentes,
aunque tengan un origen y ciertos puntos comunes. g) El cuestionamiento de la
racionalidad de ciertas neotradiciones y contenidos iniciático-esotéricos
integrados tardíamente y su falta de consonancia con nuestras circunstancias y
realidad histórica. h) La caracterización del contexto temporal, espacial, económico,
sociológico, cultural, filosófico, religioso, antropológico y político del
nacimiento y primer desenvolvimiento de la masonería creada en 1717,
relacionado con la opinión pública y con la realidad internacional, que brindan
una visión amplia del fenómeno masónico de la época como agente de
transformación. i) La relación y fundamentación de esa naciente masonería con
la razón, la ciencia y las ideas más avanzadas de su época. j) El aporte
masónico a cuatro revoluciones culturales: humanismo, libertad de conciencia,
cosmopolitismo y universalismo, en que la teoría estuvo acompañada de
realizaciones. k) La descripción de logias masónicas del siglo XVIII como
laboratorios en los cuales se desarrolló el germen del espíritu republicano y
la teoría de los derechos humanos. l) La generación de una cultura democrática
utilizando mecanismos prácticos que facilitaron el intercambio de ideas en
términos igualitarios, en un marco de ejercicio de derechos, respeto y
tolerancia. Todo esto refleja un tipo de masonería activa, bullente,
comprometida con los problemas y las ideas de su tiempo. Pero una buena parte
de ella se quedó en ese tiempo, o retrocedió, y no supo adecuarse a los nuevos
tiempos y peor desempeñar un papel de vanguardia.
Esta obra puede
constituir una de las más serias exposiciones, de lo mejor en lengua
castellana, sobre los orígenes, naturaleza y objetivos de la masonería surgida
en Londres en 1717, referente mundial masónico. Su lectura resulta apasionante
y esclarecedora, pero nos deja con ganas de más. A futuro convendría que el
autor considere un nuevo libro, en el que ahonde temas y asuntos
complementarios y de importancia, como lo pide el propio prologuista del libro,
quien señala dos puntos de palpitante preocupación: el de la mujer y el de la
política relacionados con la masonería, los que, para su plena comprensión, y
hasta solución, requieren de una exposición histórica realizada con la
solvencia de la presente obra. Pero además hay otros temas históricos poco
difundidos o polémicos, que merecerían ser tratados o ampliados posteriormente.
Por ejemplo: a) el papel de Christopher Wren y los trabajadores de la
construcción llegados del continente para la reconstrucción de Londres luego
del gran incendio de 1666 y para la construcción de la nueva Catedral de San
Pablo tras dicho incendio, iniciada en 1676 y terminada en 1710, lo que haría
pensar en la presencia de constructores operativos en época tan cercana a la
creación de la Gran Logia de Londres; b) la existencia hacia 1736, en que se
fundó la Gran Logia de Escocia, de un 20% de logias especulativas entre el
centenar de talleres operativos existente en ese entonces en Escocia, según lo
señala el historiador masónico escocés Robert Cooper, lo que daría cuenta de al
menos "otra" masonería, estructurada según el nuevo modelo inglés,
pero independientemente de la Gran Logia de Londres y con cinco veces más
logias que ésta al momento de nacer; c) los orígenes, naturaleza, ideología,
vínculos y posible descendencia orgánica o doctrinaria de las logias jacobitas
escocesas, en Francia y las islas británicas, lo que podría constituir
antecedente ideológico de los primeros altos grados de maestros escoceses y sus
posteriores desarrollos; d) los orígenes, concepciones, y relaciones con la
masonería inglesa, de los masones irlandeses fundadores de la Gran Logia los
Antiguos en 1751, tan importante en la conformación en 1813 de la Gran Logia
Unida de Inglaterra, ideológicamente diferentes a la Gran Logia de Londres de
1717 y 1723; e) los antecedentes, naturaleza, ideología, vínculos, diferencias
con otras logias, y posible descendencia orgánica o doctrinaria de las logias
lautarinas, tan relevantes en el imaginario masónico en nuestros países, pese
al cuestionamiento de su carácter masónico, debido a que ellas no coinciden con
la concepción de masonería de quienes las impugnan; f) El contexto histórico y
cultural de la expresión "ateo estúpido" o "estúpido
ateo", pues -como dice el autor- se
han transmitido los textos pero no los contextos y eso ha sido fundamento para
la intolerancia y la exclusión, aún en contra de los principios, los propósitos
fundacionales y su espíritu inclusivo. Algunos de los puntos señalados
implicarían pasar del supuesto de existencia de una sola masonería al de que
hay varias masonerías, por tanto es necesario buscar más de un origen, no
necesariamente orgánico sino más bien ideológico, por lo que las ideologías
masónicas diferenciadas podrían constituir hilo conductor de las filiaciones
masónicas, centrándose las posibles investigaciones en la historia de las ideas
y doctrinas más que en la historia de las organizaciones, en los contenidos más
que en los continentes.
Sin embargo, la
visión de esta obra se centra en las ideas y en las realizaciones desprendidas
de ellas, aunque desde la visión de una sola organización y de la red inicial
que surgió a partir de ella, pues éste es el ámbito de la obra. En este sentido
el libro es claro, conciso y contundente, lectura obligada para el conocimiento
y comprensión, desde una perspectiva científica, de los orígenes y naturaleza
del tipo de masonería creada con la Gran Logia de Londres. Pero esto podría
llevar a pensar a quienes no conocen el tema, o lo conocen poco, que toda la
masonería actual responde a los fundamentos ideológicos expuestos, lo que no es
así, como se desprende de los datos que la misma obra aporta, expresados como
la invención de neotradiciones, lo que relacionado con la situación actual
permite verificar una diversidad que da cuenta no de una sino de varias y
diferentes masonerías.
La obra de Dévrig
Mollès es netamente histórica y académica, es decir masonológica, lo que brinda
el enorme aporte de la ciencia a la búsqueda de la verdad. Pero para la acción,
para el quehacer masónico, considero que lo importante es el cumplimiento de
aquellos genéricos objetivos de perfeccionamiento del ser humano y de la
humanidad. Y para ello resulta relevante lo que en el aquí y el ahora defina
cada hermano y hermana, logia y organización masónica, sobre cómo entienden lo
que es, debe ser y debe hacer la masonería que construyen diariamente con su
accionar, por sobre lo que definieron para sí los masones de hace 300 años, por
más importante que haya sido –los que también hicieron modificaciones a lo que
presentaban como su pasado–, y como lo han hecho tantos masones y masonas
posteriores, a veces recurriendo al subterfugio de tradiciones inventadas, a
fin de darle un rumbo distinto a la visión de 1717-1723 o centrarse solo en
alguno de sus aspectos. Aunque ahora –sobre todo después de la lectura de esta
obra– pienso que el panorama se aclara, especialmente para masones y masonas
puristas, liberales y progresistas, pues no resulta necesario para la
definición de su propia identidad el inventar tradiciones, dado que la realidad
expuesta es suficientemente rica como referente de importantes acciones de
libertad y de progreso. Pero para todo esto, o incluso para plantear algo
absolutamente distinto, pienso que ayudará enormemente la lectura detenida de
esta obra, la que puede dar lugar a otras lecturas e interpretaciones, por lo
que me permito recomendarles la misma.
Manifiesto mi
agradecimiento por el valioso aporte realizado con esta obra a su autor, el
doctor Dévrig Mollès.
RESUMEN DE LA
OBRA con ocasionales
acotaciones
"La
invención de la masonería. Revolución cultural: religión, ciencia y
exilios" de Dévrig Mollès, fue publicada en junio de 2015 por la Editorial
de la Universidad Nacional de la Plata. Argentina. Está escrita en castellano,
pensando en un público hispanoamericano. En su contratapa destaca que la
masonería fue inventada entre las Islas Británicas, Holanda y Francia entre el
siglo XVII y el XVIII y constituyó "la primera expresión de una sociedad
civil internacional", que solo se constituyó en objeto de investigación
científica en la segunda mitad del siglo XX, abandonada durante mucho tiempo
por sociólogos e historiadores y plantea como preguntas: ¿cuáles son los
verdaderos orígenes de la masonería?, ¿cuáles son sus mitos y la función de sus
tradiciones? y ¿qué relación tiene su creación con el siglo de las luces, la
ciencia y la razón? Su punto de partida es la teoría de que la masonería
inglesa fue creada ex profeso o inventada, teoría que ha cobrado mucha fuerza
por las investigaciones de prestigiosos historiadores, efectuadas en las
últimas décadas, aunque es poco conocida, sobre todo en Latinoamérica, en
comparación con la teoría de la transición de la llamada masonería operativa a
la masonería moderna o especulativa.
El libro comienza
con citas que destacan las ideas de modernidad y democracia e incluye
agradecimientos a otros destacados investigadores y especialistas. El índice
muestra la estructura de la obra en tres partes: 1. descripción y análisis de
la invención de las tradiciones, que abarcan los más extendidos mitos y
leyendas masónicos; 2. contexto de la invención de la masonería como sociedad
civil, en relación con la opinión pública y la esfera internacional; 3.
análisis del aporte masónico como una revolución cultural. Al final constan sus
conclusiones e incluye un anexo, bibliografía e índice de documentos.
El prólogo del
libro es de Nicolás Breglia, Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina, lo
que la avala ante masones celosos de la "regularidad" inglesa, y la
acredita ante masones y masonas liberales y progresistas que respetan a esta
Gran Logia por su seriedad y accionar moderno y de progreso. Presenta la obra
como un aporte cultural y científico a la cultura y espíritu crítico de los
masones; realiza una corta reseña, asume la importancia de las ideas de
modernidad y laicidad en los orígenes masónicos; y considera que la masonería
como sociedad civil internacional fue la primera ONG. Finalmente reclama la
necesidad de abordar en el futuro la relación entre masonería, ideología y
política, y la historia de la integración de la mujer en la masonería, temas de
palpitante preocupación de muchos masones y masonas.
PRIMERA PARTE:
HISTORIA Y MEMORIA. LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN.
Para el autor, el
mundo masónico carga un folklore anquilosado, pero es necesario librarse de él
para adquirir lucidez. Las fantasías masónicas ocultaban la carencia de
formación científica o la voluntad de manipulación ideológica. Pero ¿es
susceptible de análisis por la historia social y la sociología histórica,
partiendo de los orígenes, los que han generado la mayor cantidad de leyendas
falsas? ¿Cuáles son estas y qué función cumplen? Este capítulo trata la
invención de la tradición, mitos y leyendas y los usos militantes del mito.
1. La invención
de la tradición trata las "neotradiciones" y la invención del
"texto fundador". Las neotradiciones inventadas reflejan la época de
su invención más que el pasado, comparten imaginarios que identifican, dan
seguridad simbólica, establecen mitos fundadores, fuentes de identidad
colectiva o guía ético ideológica. Suelen ser fruto de manipulaciones de la
memoria (no confundirlas con historia). Ejemplo: nacionalismos modernos con
mitos de orígenes antiguos, o rituales públicos de la monarquía británica,
inventados en los siglos XIX y XX. Tradiciones invariables y sagradas son de
creación reciente. La invención del texto fundador de la masonería (inglesa),
The Constitutions of the Freemasons de 1723 no escapa a lo anterior. Se relata
su difusión, ediciones, versiones y evolución: de 110 páginas llega a tener
484. Fueron esenciales para la formación de las primeras generaciones masónicas
inglesas, siendo el único libro utilizado durante las ceremonias, excluyendo
todo otro “Libro de la Ley Sagrada” como la Biblia. Se lo presentaba para
prestar juramentos, simbolizando que el dignatario gobernaba, pero las
Constituciones regían. ¿Cómo explicar que luego de 300 años sean conocidas
superficialmente por los masones latinoamericanos? Entraron tardíamente,
circularon poco y no desempeñaron papel significativo. Olvidadas por décadas
fueron difundidas por la derecha católica como prueba de que la masonería era
agente del liberalismo y valores de la Revolución Francesa y el Estado laico,
lo que hizo a los masones franceses reapropiarse de ellas, y a los latinoeuropeos
redescubrir el texto fundador. El libro incluye imágenes de las portadas de las
Constituciones de 1723 en distintas ediciones.
2. Mitos y
leyendas trata los orígenes antiguos, medieval-caballerescos y templarios. Los
orígenes antiguos relatan que el texto fundador de 1723 procuraba identidad y
legitimidad a la naciente cofradía, pero solapadamente admitía su carácter
contemporáneo. Su tradición era construcción moderna y su relato legendario no
puede ser considerado seriamente. La joven masonería se presentaba como
heredera de una tradición inmemorial, desde la creación del mundo, 4003 años
antes de Cristo, anacronismos de Oriente y Occidente, historia de la
arquitectura, reyes antiguos, hasta que en Francia, Inglaterra, Escocia, habría
sido protegida por reyes. Así era heredera de una tradición anterior a otras
instituciones, lo que le confería nobleza, legitimidad e identidad. El libro
inserta imágenes del original de las Constituciones. Los orígenes
medieval-caballerescos refieren que en 1736, un católico escocés emigrado en
Francia, el caballero Andrew Michael Ramsay, autor de novelas de viajes
iniciáticos y religiones enigmáticas, sustituyó el anterior mito por el del
origen medieval caballeresco evocando a “Nuestros Ancestros los Cruzados”, adecuándose
como escritor y comerciante al gusto literario de reducidos círculos por las
novelas de caballería. Dado su camino cristiano místico, presentó su discurso
al cardenal Fleury, ministro de Luis XV, cuando se percibía una posible
prohibición de las reuniones de las logias. Solicitaba al rey tolerancia y
protección para esta cofradía que deseaba servir a la religión, al Estado y a
las letras. El relato caballeresco le proveía legitimidad aristocrática y
católica. Su tentativa fracasó y Ramsay se retiró de la masonería. La obra
incluye facsímiles de segmentos del manuscrito de Ramsay. Los orígenes
templarios mencionan que Ramsay popularizó la idea de que la masonería no era
una sociedad civil sino una orden de caballería, creencia que se expandió y una
consecuencia que pervive es la moda caballeresca del uso de la espada. De esta
neotradición proliferaron variantes, siendo la principal la de los templarios,
según la cual, luego que la Orden Templaria fue destruida en 1314, algunos
miembros se habrían refugiado en Escocia, las logias operativas los habrían
cobijado y habrían sobrevivido secretamente durante 400 años. Linda historia,
pero no existen hechos históricos serios para sustentarla según el historiador
Pierre Mollier, director del Archivo Histórico del Gran Oriente de Francia. La
leyenda templaria fue inventada hacia 1750 en un ritual masónico del grado de
Caballero Kadosh. No hay prueba o vínculo de la masonería con la Orden del
Temple: el consenso científico es absoluto.
3. Usos
militantes del mito aborda los orígenes antiguos relacionados con la ideología
del progreso y los orígenes medievales relacionados con la ideología de la
conservación o reacción. Los orígenes antiguos y la ideología del progreso
sirvieron a partidarios de la modernización, cambio y progreso para alumbrar
tiempos de oscurantismo y absolutismo nutriendo una nueva cultura política a
partir de la Revolución Francesa. Para 1921 en Brasil, la intelectual,
feminista, librepensadora y masona María Lacerda de Moura daba conferencias
sobre los orígenes de la masonería, en las que reseñaba su desarrollo desde los
antiguos misterios de distintos pueblos, hablaba de iniciados y de la
participación de la mujer en trabajos masónicos en el antiguo Egipto. Esta crónica
era imaginaria, pero tenía un significado ideológico: la masonería era anterior
a la Iglesia romana, responsable de la esclavización del género femenino, y
pese a una persecución de siglos peleaba nuevamente por la emancipación
femenina, de las clases obreras y de toda la humanidad. Los orígenes medievales
y la ideología de la conservación o la reacción sirvieron a la reacción y el
conservadurismo como dique a la filosofía moderna e ideas francesas, exaltando
las jerarquías y la religión. El relato neomedieval incluso se ha manifestado
en Argentina en obras que atribuyen el origen y esencia masónicos a una alianza
entre órdenes monásticas, órdenes medievales y corporaciones medievales Según
este relato surgió una masonería benedictina a la que habrían recurrido los
templarios y luego habría una transición a la masonería operativa y de esta a
la especulativa. El autor cuestiona el método utilizado por anticientífico y
señala que los textos circulan sin sus contextos y cada generación los
reinterpreta según sus circunstancias. Critica se descontextualice, afirme sin
probar, cite sin referencias, y los conocimientos historiográficos débiles y
azarosos. Se pregunta si se trata de una operación ideológica que invoca un
"impero occidental y cristiano" y refleja la incomodidad de personas
con doble pertenencia al catolicismo y la masonería, deseosas de cristianizarla
y luchar contra sus sectores agnósticos. Se cuestiona si es ingenua la
asociación realizada entre masonería, corporaciones, militares e Iglesia católica,
apenas salida la Argentina de dictaduras y golpes cívicos militares religiosos.
4. Una invención
en la confluencia de múltiples experiencias pasadas, trata la teoría de la
transición de lo corporativo a lo especulativo, la posibilidad de continuidad, la
crisis de esta teoría, los casos inglés, francés, germánico y escocés, y si las
sociedades secretas católicas y protestantes son un afluente. La masonería no
es ni antigua, ni medieval, ni caballeresca, ni templaria, sino hija del Siglo
de las Luces, la Ilustración y la revolución cultural y científica del siglo
XVIII. La teoría de la invención es la más firmemente establecida en la
actualidad, pero como las invenciones se desarrollan a partir de experiencias
pasadas se pregunta en cuáles se inspiró, debiéndose examinar si existió
relación entre las corporaciones medievales y las logias modernas y si pueden
haber sido afluentes de la invención las sociedades secretas religiosas del
siglo XVIII. En La teoría de la transición: ¿de lo “corporativo” a lo “especulativo”
?, expone la misma como una evolución de los gremios medievales a las logias
modernas, aceptando “gentlemen” e intelectuales, y se cuestiona si hay ¿Una
perfecta continuidad? pues si los manuscritos disponibles comienzan en el siglo
XIV, hay un vacío de 180 años, otra serie del siglo XVII y archivos de la
London Masons Company que sugieren que en el siglo XVII ella incorporó
protectores fuera del oficio. Al tratar La crisis de la teoría de la
transición señala que desde 1970 entró
en crisis por la crítica radical de los mejores especialistas ingleses,
escoceses y franceses. Aunque hay ciertas similitudes, las corporaciones
medievales y las logias modernas fueron fenómenos distintos. En El público
“masónico” medieval se refiere a lo que sabemos de estas corporaciones y de los
freestone masons: durante el Medioevo, en Francia, Inglaterra, Escocia, había
obreros de obras que transmitían sus saberes a los más jóvenes; eran simples,
iletrados, aún no poseían apellidos; sus logias eran locales donde guardaban
sus herramientas, descansaban, trazaban planos y resolvían problemas de la
obra; tenían varias categorías; sus enseñanzas eran profesionales y no
contenían rituales mágicos o esotéricos. Un obrero recibido juraba sobre una
Biblia respetar a Dios, la Iglesia, al rey y al maestro de obra. A partir de
los siglos XV y XVI las grandes obras cesaron, muchos gremios desaparecieron, y
en las ciudades nacieron cofradías para atender a la solidaridad, apoyo mutuo y
beneficencia, organizadas por trabajadores precarios, lo que probablemente era
evocado como Masonry. En El caso inglés no se puede hablar de continuidad entre
logias corporativas y logias masónicas especulativas pues las logias eran
temporales, nómadas, sus huellas son escasas, a finales del siglo XVII eran una
organización moribunda y no evolucionaron hacia una masonería ideológica. Una
media docena aceptó socios protectores y una sola sobrevivió hasta el siglo
XVIII. No hubo transición de lo operativo a lo especulativo. De 68
corporaciones de constructores patentadas en Londres de 1194 a 1712, ninguna
intervino en la invención masónica. En El caso francés la masonería no
descendió de los Col·legia romanos, que desaparecieron con las invasiones
bárbaras, ni de los maestros comacinos, que no tuvieron descendencia. Tampoco
del Compagnonnage, que recién apareció en el siglo XV sin filiación con los
constructores, siendo las similitudes fruto del intercambio con la naciente
masonería. El caso germánico muestra una primera logia en Magdeburgo en 1215,
luego la existencia de cinco grandes logias, celebrándose la última asamblea en
1563, pues quedaron obsoletas, aunque algunas logias sobrevivieron hasta el
Siglo de las Luces, lo que fue utilizado para la construcción de una variante
menor de la teoría de la transición, pero no tuvieron que ver con el nacimiento
de la francmasonería. El caso escocés es un caso nutrido por tradiciones
corporativas. Luego de dispersarse por las guerras de religión las
corporaciones escocesas se reconstituyeron en el siglo XVI y en 1598-99 fueron
reorganizadas bajo la autoridad de los reyes de Escocia y su maestro mayor de
obras Willam Shaw, creándose una red nacional de logias operativas
exclusivamente profesionales y con jurisdicción territorial. En la segunda
mitad del siglo XVII aceptaron algunos gentlemen para conseguir trabajo o ayuda
a la caja de socorros, pero su presencia era rara y muchos no volvían; se trató
de pocas decenas de individuos. 21 logias corporativas sobrevivieron con
dificultades hasta el siglo XVIII, pero la experiencia escocesa permanecía
encapsulada y Escocia casi no mantenía relaciones con Inglaterra, su enemiga,
por lo que este caso no explica la aparición de la masonería en el Sur de
Inglaterra en el siglo XVIII. Se pregunta si Las sociedades secretas católicas
y protestantes fueron ¿un afluente? que inspiró la invención masónica, ya que
estas sociedades de los siglos XVI y XVII, habrían dejado huella en el
imaginario colectivo y un modelo de organización. Se planteó la posible
relación con las sociedades secretas católicas inglesas del siglo XVII,
monarquistas opuestas a la dictadura republicana y anticatólica de Cromwell
durante la Restauración monárquica, que habrían establecido núcleos en las
logias corporativas. O la secta protestante de los Independientes, origen de la
Iglesia congregacionalista (protestantes anti jerárquicos), que por vía de la
cultura protestante habría impreso su huella en la invención masónica. Una de
estas sociedades secretas protestantes, disfrazada del ropaje de los antiguos
gremios, habría sido el origen de parte de los manuscritos del siglo XVI de las
"Constituciones Góticas", no destinados a usos corporativos, sino con
una dimensión religiosa protestante.
5. En las
Conclusiones de este capítulo, se reiteran la información y razonamientos
expuestos y se pregunta cómo explicar la diversidad de mitos del imaginario
colectivo masónico, ("invención de la tradición") que tienden a
volverse rígidos y sagrados. Como texto fundador, las Constituciones de 1723
dieron a la masonería un neopasado antiguo, para anclar una mitología en el
imaginario colectivo. Este texto fue inventado y reinventado y en 60 años
cuadruplicó su volumen, siendo importante en las islas británicas y sus
colonias norteamericanas y utilizado en ceremonias durante el siglo XVIII. Pero
fueron estudiadas de distinta manera de acuerdo a las épocas, circulando sus
textos sin sus contextos, siendo reinterpretadas según las circunstancias,
intereses e ideologías. Y en Europa continental y América Latina su
introducción fue tardía, superficial y limitada y aún hoy son mal conocidas en
América Latina. Los vacíos se llenaron con invención de neotradiciones. La
primera fue la de los orígenes caballerescos, sin respaldo científico, de la
que surgió la de los orígenes templarios, claramente fantasiosa. La
persistencia de estos mitos se debe a la repetición, a la identificación con
ellos y a su uso militante. Las neotradiciones fueron frecuentemente producto
de manipulación sobre la memoria, distinta a la historia. El mito de los orígenes
antiguos sirvió a la ideología del
progreso y de la modernización y la de los orígenes caballerescos sirvió a
sectores conservadores y reaccionarios. Ambos mitos comparten nulo valor
epistemológico, metodológico, formativo, y dudoso valor informativo. La teoría
de la transición es la más seria, pues se funda en elementos reales aunque
dispersos y escasos, pero entró en crisis, colapsó y ha sido suplantada por el
paradigma de la invención en el siglo XVIII, que tomó cuatro referencias para
inspirarse: las sociedades obreras de socorros mutuos, las logias corporativas
escocesas, las sociedades secretas protestantes del siglo XVI, y las sociedades
secretas católicas del siglo XVII. La cuestión actual es si la supuesta
tradición inmemorial, el supuesto
contenido iniciático-esotérico integrado tardíamente y los neopasados antiguos
o medievales son racionales y están en consonancia con nuestras circunstancias
y realidad histórica. Según la doctora Cécile Révauger, una de las principales
especialistas en masonería del siglo XVIII, estos relatos pueden atraer a los
que se deleitan en el simbolismo masónico, pero ignoran las evoluciones
históricas, el contexto político, social, religioso y filosófico, es decir el
significado del Siglo de las Luces. Este es un mensaje esencial de este libro,
pues de la investigación histórica llega a la actuación masónica actual, del
pasado aterriza en el presente con miras en el futuro, realizando una compleja
exposición y razonamiento que nos saca de nuestras zonas de confort y evasión
para insertarnos en el contexto social.
SEGUNDA PARTE: LA
INVENCIÓN DE LA MASONERÍA
El siglo XVIII
fue de la invención de una masonería ideológica no relacionada con las
corporaciones medievales. Las primeras logias se auto constituyeron a partir de
clubes de hombres libres, asociaciones civiles que surgieron en un contexto de
transformación estructural de la vida pública, en que surgió la opinión
pública, extendiéndose un nuevo mundo asociativo bajo las luces de la
Ilustración, que dibujaba una esfera pública autónoma de los marcos
tradicionales, siendo la masonería producto y agente de trasformación. Este
capítulo trata el nacimiento de la opinión pública y de la esfera masónica
internacional.
El nacimiento de
la opinión pública parte de la tesis de Jürgen Habermas que atribuye al siglo
XVIII la invención de la opinión pública moderna. En Religión, política,
guerras y exilios, se pinta un panorama europeo en que el tejido social se
contraía frente a la expansión de la violencia, fanatismo y guerras de
religión, seguido por el modelo de tolerancia del Edicto de Nantes y su
revocación para devolver preeminencia al catolicismo, lo que provocó la
emigración de protestantes, que aportó con población laboriosa e instruida a
varios países y el progreso de la libertad de conciencia. En Inglaterra la
consecuencia fue la Revolución Gloriosa de 1688 a 1690, que derrocó a los
Estuardo, escoceses y católicos. En El modelo inglés, señala que la Inglaterra
de fines del siglo XVII encarnaba un modelo único pues el Estado surgido de la
Revolución de 1689 se había dotado de nuevos anclajes geopolíticos,
institucionales, económicos y sociales, mediante su alianza con Holanda, la
unificación de Inglaterra y Escocia en el Reino Unido de la Gran Bretaña, y el
triunfo de elementos del Estado de derecho, la democracia parlamentaria y las
ideas liberales sobre las conservadoras, constituyendo al Parlamento centro de
batallas políticas y económicas entre una alta burguesía comercial y financiera
y una nueva burguesía industrial. La liberalización de los derechos de
expresión y publicación y el desarrollo de la prensa hizo emergieran nuevos
actores que buscaban apoyo en el público crítico. En El nacimiento de una
sociedad civil moderna se señala que de esta liberalización surgió un individuo
público en un mundo asociativo en expansión. En Londres se multiplicaban
sociedades civiles festivas, culturales, intelectuales, fraternales o lúdicas,
que reunían a públicos tradicionalmente enclaustrados, que se volcaban a la
conversación o se dedicaban a beber, reír y cantar, mezclándose aristócratas y
burgueses de cierta cultura, sociedades en las que circulaban temas que luego
adoptaría la masonería, así como rituales fantasiosos y orígenes antiguos, en
que la inocuidad era aparente, pues la crítica erosionaba la tradición,
monopolio de la Corona y la Iglesia en la definición de lo bueno, lo bello, lo
verdadero y lo justo, y se instalaban hábitos fundados en la razón crítica, el
libre examen y la duda filosófica, lo que se transmutó en crítica política,
adquiriendo el público crecientes funciones de control político sobre la esfera
pública. Según Habermas ya para 1794 nadie dudaba la existencia de una opinión
pública. El libro reproduce una página de la Constitución masónica de 1723 que
contiene la Canción del Aprendiz y la relaciona con las asociaciones civiles
para beber, reír, cantar y socializar.
El nacimiento de
la esfera masónica internacional señala que en este marco de cambio geopolítico
y revolución cultural emergió la masonería moderna, la que se convirtió
rápidamente en el mayor éxito asociativo de la época y en la asociación laica
más difundida de Inglaterra durante el siglo XVIII. Al diseminarse en otros
países se convirtió en la primera sociedad civil internacional. Nació cuando en
1717 cuatro círculos asociativos autónomos, creados en pubs, restaurantes y
cafés de Londres, se federaron en la Grand Lodge of London & Westminster y
dieron nacimiento a la primera federación nacional de asociaciones civiles. Se
narra el crecimiento de la nueva Gran Logia, que para fines del siglo XVIII
federaba aproximadamente 500 logias y fueron fundadas otras grandes logias en
diversos países, epicentro de una transferencia cultural de vasto alcance. Por
primera vez emergían federaciones asociativas nacionales y una red global, una
sociedad civil internacional, que trazaban un perímetro de reconciliación entre
hombres de distintos orígenes, nacionalidades, condiciones, religiones y
opiniones.
TERCERA PARTE:
¿UNA REVOLUCIÓN CULTURAL?
De los espacios
de sociabilidad del Siglo de las Luces, la masonería ha sido la más longeva.
¿Cuáles fueron los objetivos de sus fundadores? Sus Constituciones ofrecían un
molde nuevo disfrazado de tradición y llevaban el germen de cuatro revoluciones
culturales: universalismo, humanismo, cosmopolitismo y libertad de conciencia.
Según el historiador David Stevenson, parecía reflejar el espíritu progresista
de la época, con ideas de fraternidad, igualdad, tolerancia y razón. Supuso ¿Un
asilo para la libertad de conciencia? ¿Una educación sentimental y política?
¿Un asilo para la razón científica y la filosofía natural? ¿Un pasaporte para
la Internacional de las Luces? Y ¿Un nuevo
tipo antropológico de individuo? con Franklin como pionero de la
francmasonería transatlántica.
1. ¿Un asilo para
la libertad de conciencia?, Luego del sectarismo y fanatismo las Constituciones
de 1723 dibujaron la utopía de "una religión en la que todos estuviesen de
acuerdo, dejando a cada uno sus opiniones", y la definieron no con dogmas
sino con una ética. Su espíritu es de innovación e inclusión. Definían una
forma precursora de laicidad, de igualdad en la diversidad, rompiendo moldes
medievales que exigían una confesión de fe cristiana. El abandono de la referencia
al Dios cristiano fue uno de los mayores aportes masónicos: no era importante
excluir sino incluir. Traducían una revolución mental, la utopía de Tolerancia
de Locke, y el latitudinarismo de teólogos anglicanos que daban preferencia a
la razón sobre su libro sagrado, verdad revelada y tradiciones. Y se abrían a
minorías religiosas. Esta "Religión sobre la cual todos los hombres
concuerdan" puede definirse como una ética secular, laica y humanista. Las
Constituciones esbozaron la separación entre la esfera pública, común a todos
los hombres y la privada para las opiniones particulares, en plano de igualdad
en la diversidad. La Iglesia católica emitió en 1738 la primera bula de
excomunión, motivándola en confusión teológica, difusión de la filosofía
natural y oscuras razones políticas. Ese año salió la segunda versión de las
Constituciones, que estableció el respeto absoluto a la libertad de conciencia,
apoyada en una legitimidad anterior a las religiones invocando a Noé. La
amplitud de miras y carácter humanista, universalista y laico fueron
reafirmados en las cinco versiones de las Constituciones, de 1723 a 1784, pues
no hay imposición de una creencia sobrenatural o un libro particular como la
Biblia. En Inglaterra y luego en Escocia, la invención de la masonería fue
producto y agente de transformación de la vida pública, emancipándose de
tradiciones sectarias, aprendiendo una nueva sociabilidad en que la esfera
pública común es regulada por normas racionales, dejando a la esfera privada
las opiniones particulares. Los talleres masónicos tenían por misión forjar una
nueva ética universal, una moral laica fundada en la libertad de conciencia, la
ciencia y las virtudes. Aunque esta pedagogía tenía límites en mentalidades aún
impregnadas de sectarismo e intolerancia. El libro reproduce una página de las
Constituciones de 1738 con referencias a la Libertad de Conciencia.
2. ¿Una educación
sentimental y política?, Las Constituciones manifiestan una evolución de
mentalidades respecto de los manuscritos corporativos en materia política, pasando
de la sumisión al poder religioso y político y el deber de delación a que –si
bien se define al francmasón como sujeto pacífico, ajeno a conspiraciones
contra la paz y bienestar de la Nación– en caso de disidencia política se debía
contener al hermano que, sin incurrir en crímenes, se revelara contra el
Estado, pero la relación con él debía permanecer, pues la disidencia ya no
implicaba ruptura del contrato social entre el individuo y el grupo,
atribuyéndose así esta asociación civil cierta autonomía frente al Gobierno.
Los primeros masones recordaban la Revolución de 1669 y la tesis de John Locke
del derecho natural del pueblo a rebelarse contra la tiranía. El libro incluye
la reproducción de una página de las Constituciones de 1723 sobre la tolerancia
religiosa y política y el derecho a emanciparse de mandatos tradicionales.
Frescos los recuerdos de guerras y masacres, la masonería se presentaba como
asilo abierto a multiplicidades religiosas y políticas, esperando tender
puentes. Para lograrlo el masón debía laicizar su conducta y aprender el arte
de la conversación, siendo la logia ámbito de ejercicio, aprendizaje y
reeducación, debiendo dejar fuera de ella sus enemistades personales,
religiosas o ideológicas. Para que la logia sobreviviese a las turbulencias
externas ella no debía entrometerse en los asuntos del Estado. La logia era un
espacio educativo basado en la libertad de conciencia cuya pedagogía brindaba
una educación sentimental que reconfigurase las emociones individuales
estructuradas por décadas de violencia, intolerancia y fanatismo, lo que
implicaba el aprendizaje de nuevas virtudes sociales que puliesen su conducta.
Y la etiqueta masónica prohibía las palabras groseras, las interrupciones y el
irrespeto, fomentaba el cultivo de la ética, las virtudes sociales e
intelectuales y propiciaba el intercambio de ideas y la toma de la palabra,
constituyéndose en escuela cívica en que se mezclaban individuos de distintos
estamentos sociales, que protegidos de miradas indiscretas podían ensayar un
nuevo tipo de relaciones sociales. Vetaban la politización partidaria pero
alentaban la comunicación y la asociación para intervenir en la vida pública,
dándoles una base de acción cívica para un nuevo tipo antropológico de
individuo, que podía asociarse y publicar periódicos y revistas, organizarse en
defensa de los derechos civiles y libertades fundamentales, como efectivamente
hicieron. Las logias participaban en la constitución de una sociedad civil,
formaban un espacio de sociabilidad democrática y escuela de igualdad, y eran
escuelas de gobierno que alimentaban la sociedad republicana, con
constituciones que autorizaron un hombre - un voto, organizaban elecciones,
ensayaban el gobierno de la mayoría, en relaciones idealmente igualitarias,
apartándose de la tradición del nacimiento y el estatus. El laboratorio
masónico ensayaba e innovaba, e interpretó el derecho como vivo y perfectible.
El uso del término Constituciones, reservado a decisiones del pontífice o al
emperador, era reveladora. Las Constituciones fueron durante el siglo XVIII el
único libro utilizado en las ceremonias, precedían al Gran Maestro en su
instalación: el dignatario gobernaba, las Constituciones regían. La presencia y
aportes de juristas mostrarían a las logias del siglo XVIII como laboratorios
de ideas del proceso de invención de la teoría de los derechos humanos y del
contrato social, como lo acreditan escritos de Ramsay, Montesquieu y otros,
comenzados en logias. El espíritu republicano ya era cultivado por las logias,
las que progresivamente permitieron una nueva cultura política.
3. ¿Un asilo para
la razón científica y la filosofía natural? La naciente masonería también se
definió como un asilo para la ciencia. Existió un vínculo entre la invención
masónica y la revolución científica iniciada a mediados del siglo XVII. Los dos
primeros artículos de las Constituciones de 1723 reproducían los del Reglamento
de la Royal Society; el culto a las ciencias y las artes atravesó las cinco
Constituciones del siglo XVIII; ¿Fue la Royal Society el crisol de la masonería
moderna? De 1717 a 1740, 13 de los 24 grandes maestros fueron socios de la
Royal Society y entre un 30 y 45 % de los miembros de ella fueron masones. Los
dos primeros artículos de las Constituciones remiten a Newton y su colaborador
Désaguliers, hombres que ciencia que vislumbraban peligros en el sectarismo
religioso y político. Newton era presidente de la Royal Society, y su aporte
anunciaba la Edad de la Razón. Désaguliers conocía los estragos del fanatismo
religioso como hijo de refugiado francés, su educación fue newtoniana, se
convirtió en científico, ingeniero y filósofo, se vinculó a la Royal Society y
a las redes masónicas. Montesquieu lo consideraba la primera columna de la
masonería, consta entre otros en el frontispicio de las Constituciones de 1723,
fue el tercer gran maestro de la Gran Logia de Londres, vice gran maestro
durante tres años y pertenecía a varias logias. Respetado e influente,
reescribió y creó rituales, colaboró en la redacción de reglamentos, participó
en el diseño de la estructura federal de la Gran Logia, e introdujo prácticas
aún en uso como la lectura de disertaciones, promocionó la filantropía,
introdujo a varios miembros de la Royal Society, difundió la masonería en
varios países. Creó una estructura que combinaba tolerancia religiosa,
stablishment parlamentario, sociabilidad, entretenimiento, investigación y
difusión científica. El espíritu universalista de las Constituciones reflejaba
el universalismo científico difundido por la Royal Society y cementaba la Era
de la Razón. Se vislumbraba la sombra de Francis Bacon, uno de los primeros
críticos de la tradición escolástica medieval que preconizado el método
científico y el libre examen, la experiencia, la observación y la inducción,
filosofía que inspiró el Círculo Invisible y luego a la Royal Society. La obra
reproduce el frontispicio de la primera edición de las Constituciones de 1723 y
referencias a la revolución científica, la filosofía natural y el universalismo
en las Constituciones de 1784.
4. ¿Un pasaporte
para la Internacional de las Luces?, La meta de la Royal Society era congregar
hombres de distintas religiones, países y profesiones para establecer los
cimientos de una filosofía del género humano y sesenta años después nació la
masonería abrazando esta filosofía. Su mito fundador no era la leyenda de
Salomón a Hiram Abif sino la Torre de Babel, símbolo de la dispersión de la
humanidad. La historia leída en la recepción de todo nuevo hermano relataba que
Adán cultivó las ciencias y las artes, y luego de la caída sus descendientes
perpetuaron la ciencia, nació un método experimental fundado en la observación
de las Leyes, patrimonio común de la humanidad. Luego del diluvio aún se
hablaba el mismo idioma pero al pretender construir la torre de Babel atrajeron
la ira de Dios, quien para frenarla rompió la comunicación creando varios
idiomas y la humanidad se dividió. En este contexto habría nacido la masonería,
siendo las logias eslabones entre las naciones dispersas, preservando la ciencia
y las artes. La alegoría era que la humanidad era una, pese a su fragmentación
lingüística, religiosa y política; la ciencia y las artes eran su común
patrimonio; su decadencia eran la guerra y el aislamiento; el progreso y la
felicidad exigían el intercambio y libre circulación de conocimientos y
técnicas; al diseminar ciencia y artes los extranjeros y migrantes contribuían
al progreso universal. La masonería era hogar de estos ciudadanos del mundo y
las Constituciones encomendaban un deber de solidaridad con el hermano
extranjero. La Torre de Babel como mito fundador de la masonería establecía el
cosmopolitismo como filosofía masónica del género humano y este sentimiento
irrigó el imaginario de la naciente comunidad masónica europea. Ramsay esbozó
la misma utopía aunque pintada de colores medievales y planteó que la masonería
reunir a los individuos de todas las naciones en una sola fraternidad, cuyos
vínculos serían la virtud y la ciencia. Los grandes maestros debían proteger a
todos los eruditos y reunir las luces de todas las naciones en un diccionario
universal de todas las artes y ciencias útiles. Se decía que el mundo es una
gran República, cada Nación una familia y cada particular un hijo. Se promovía
el cosmopolitismo como deber moral de todo masón. Se planteaba que las redes
masónicas permitirían la propagación de las luces, los conocimientos y la sana
razón. Poco antes de la Revolución se les decía a los recién incorporados que
ya no serían extranjeros en ninguna parte, que en todas partes encontrarían
hermanos, que se habían convertido en ciudadanos del mundo. Con el
cosmopolitismo emergía una Internacional Humanista, una República utópica cuyos
miembros trabajarían por el progreso universal, cuya neutralidad político
ideológica permitiría adaptarse a distintos contextos y públicos, procurando la
fraternidad entre ellos. El mundo fue cambiando, las élites eran ganadas por la
cultura de la movilidad, las logias ofrecían redes de intercambio, información
y socorro, el pasaporte parece haber sido un invento masónico del siglo XVIII
antes de ser adoptado y popularizado por los Estados. La masonería ofrecía a
los ciudadanos del mundo un pasaporte a la Europa de las Luces y redes de
solidaridad. La obra incluye reproducciones sobre el tema.
5. ¿Un nuevo tipo
antropológico de individuo? Benjamín Franklin, pionero de la francmasonería
transatlántica, Del desarrollo masónico surgió un nuevo tipo de individuo, del
cual Benjamín Franklin fue uno de sus arquetipos. Nacido en 1706 no era ajeno a
ninguna novedad del siglo, se había especializado en imprenta y edición, su
primer viaje lo hizo a Londres donde hizo amistad con el asistente de
Désaguliers, a su regreso a América profundizó las propiedades de la
electricidad que ya estudiaba Désaguliers, haciendo aportes fundamentales. Fue
el primer científico norteamericano distinguido por la Royal Society y la
Academia de Ciencias de París y la última figura americana de la Ilustración.
Cultivaba la razón, el libre albedrío, la duda filosófica, el pensamiento
crítico, la libertad política y la virtud pública; su postura racionalista anti
teológica fue una constante. Fue un hombre asociativo, fundando a los 21 años
su primer círculo para estudiar filosofía y moral, brindarse apoyo mutuo e
influir en los asuntos públicos. A los 25 años ingresó en la St John’s Lodge,
en la órbita de la Gran Logia de Londres. En 1734 publicó la primera edición
americana de las Constituciones masónicas. En 1736 fue nombrado impresor de la
Asamblea de Pennsylvania. Gobernó por un tiempo a los masones de Nueva Jersey y
en Filadelfia diseñó el primer edificio masónico construido en América. Las
logias de las colonias inglesas de Norteamérica en el siglo XVIII, vinculadas a
Londres o Edimburgo, contribuyeron a una transformación del orden social y al
desarrollo de una sociedad civil masculina y blanca, multiplicando intercambios
culturales y comerciales entre sí y con Europa, creando un tejido social
novedoso y necesario en un territorio extenso, con comunicaciones débiles y
administración descentralizada. Crearon el primer cuerpo de bomberos de
Filadelfia, bibliotecas públicas en entidades académicas, el Hospital de
Pennsylvania y la primera compañía de seguros contras incendios. La incipiente
sociedad civil prefiguraba una comunidad nacional, habiéndose manifestado el
sentimiento nacional a partir de 1750 con la creciente resistencia a la
política fiscal de Inglaterra y considerando que para los súbditos americanos
un símbolo fundador de la monarquía británica era la Revolución de 1689 que
legitimaba el principio de soberanía popular. Este contexto influyó en muchos
masones, entre ellos Franklin, y contribuyó a la formación de círculos
republicanos. En 1774 Franklin fue cofundador de la Society of 13, círculo
deísta de liberales y republicanos que imitaba el modelo masónico, la que
sirvió durante la Revolución Americana para conducir a radicales ingleses y
franceses de manera segura y secreta a través del Atlántico. Artesano autodidacta,
impresor, masón, militante
asociativo, publicista, científico, también fue actor de la
Independencia y pionero de la masonería transatlántica. Electo diputado al
primer Congreso americano en 1774, redactó con Jefferson la Declaración de
Independencia en 1776, fue enviado a Francia en 1778 para negociar apoyo militar,
firmó con Inglaterra el Tratado de Versalles de 1783 que reconoció la
independencia y puso fin a la guerra. Halló aliados en la sociedad civil
francesa en la logia Les Neuf Soeurs (Las nueve hermanas) que presidió en 1782,
cuyo primer presidente fue el astrónomo Lalande, tuvo importantes
personalidades entre sus miembros, y efectuó la iniciación y los funerales de
Voltaire. Esta logia organizó una campaña de opinión púbica en favor de la
revolución americana, hizo circular una traducción de la declaración de
independencia y movilizó a la prensa, lo que, junto con motivos geopolíticos,
decidió a Luis XVI y su Ministro de Exteriores a apoyar a los americanos. Esta
logia actuaba como sociedad civil y poder social, demostrando cierta autonomía
ante el poder político, teóricamente absoluto, y minó algunas de las bases de
la sociedad feudal, por ejemplo cuando en 1784 los veteranos de guerra
reclamaban la institucionalización de una aristocracia militar hereditaria
organizaron desde Paris una campaña anti aristocrática, lo que apuntaba
indirectamente a las monarquías europeas y Franklin y Mirabeau publicaron
un escrito científico anónimo demoliendo
el sistema aristocrático. Las redes masónicas participaban de un proceso de
surgimiento de la sociedad civil nacional e internacional, con individuos
asociativos. La logia Les Neuf Soeurs fundó la primera universidad libre de
Francia y propició la reforma del sistema judicial. El filósofo Brissot y La
Fayette hicieron propaganda republicana con el ejemplo americano e impulsaron
la abolición de la esclavitud, lo que continuó Franklin en América, donde al
final de su vida escribió importantes ensayos sobre el asunto y en 1790 apoyó
una iniciativa de los cuáqueros de Nueva York y Filadelfia para la abolición de
la esclavitud.
A MANERA DE
CONCLUSIÓN
El siglo XVIII,
el de la Ilustración, fue el de la invención de la francmasonería, inserta en
un contexto de transformación de la vida pública. Esto tuvo como antecedente el
exilio de protestantes franceses, lo que contribuyó a la revolución inglesa de
1689 y dio nacimiento a una monarquía inglesa con ciertos elementos de Estado
de derecho, cierta tolerancia religiosa y ciertas libertades de expresión y
publicación; surgió un Parlamento controlado por una poderosa aristocracia y
una pujante burguesía capitalista, mientras grupos subalternos sin
representación política, pero con importante capital cultural, comenzaron a
publicar periódicos; emergió una esfera pública y un mundo asociativo en
expansión, formándose diversas sociedades civiles independientes en varias
capitales europeas, y surgió un nuevo tipo antropológico, el hombre asociativo,
y un nuevo tipo de sociabilidad en que se mezclaban plebeyos y aristócratas,
los que conversaban, inventaban, celebraban, debatían y redefinían valores,
desgastando el monopolio en esta materia de la Corona y la religión. La
invención de la masonería en este contexto señaló una profunda revolución de
las mentalidades. Su particularidad fue su reinvención de experiencias pasadas
dándoles un uso radicalmente nuevo, reivindicando el derecho a emanciparse de
los mandatos tradicionales (“aunque en los Tiempos antiguos”) y adaptándose a
las necesidades de su generación cultural (“es ahora considerado más
conveniente”). Sus primeros dirigentes e intelectuales venían de la incipiente
comunidad científico literaria. El espíritu científico y la filosofía
racionalista de la Royal Society irrigaron la invención de la masonería,
destacando Jean-Théophile Désaguliers, discípulo de Newton, quien fue Gran
Maestro y ayudó a propagarla en otros países. Sus fundadores no se ataron a los
moldes medievales que fingieron imitar y se atrevieron a innovar. Esta
invención masónica anunció una nueva generación y el germen de cuatro
revoluciones culturales: humanismo, libertad de conciencia, cosmopolitismo y
universalismo, siendo su primera particularidad su transversalidad social,
religiosa y política, para ser centro de unión de personas que sin ella habrían
permanecido distanciadas, ofreciéndoles un espacio común, protegiéndolas de
miradas indiscretas, separando la esfera pública común de la esfera privada,
proponiendo la igualdad en la diversidad sobre la base de una nueva ética y
evitando que la disidencia política implicase la ruptura con esta pacífica
asociación civil, lo que implicaba cierta autonomía, inédita, respecto del Gobierno. Para favorecer la
conversación entre hombres disímiles la logia era un espacio de educación
sentimental para reconfigurar emociones estructuradas por décadas de violencia,
sectarismo y fanatismo, mediante un método, un ritual, una etiqueta, para
aprender a escuchar antes de hablar, aceptar la diversidad y la contradicción y
laicizar la conducta individual al dejar fuera las querellas religiosas,
nacionales o políticas, como una disciplina voluntaria.
La meta de la Royal
Society fue establecer los cimientos de una filosofía del género humano y más
de sesenta años después nació la masonería abrazando esta filosofía, que era el
cosmopolitismo, siendo la logia centro de unión de ciudadanos del mundo. Su
mito fundador no eran las leyendas de Salomón e Hiram Abif sino la Torre de
Babel, símbolo de la dispersión de la humanidad, naciendo la masonería para
desarrollar la ciencia y las artes a pesar de la confusión de idiomas y
dialectos; además encomendaban la solidaridad con los hermanos extranjeros y
los grandes maestros de Europa debían proteger a sus eruditos y artistas. De
los laboratorios sociales del cambio cultural y político, la francmasonería
tuvo la particularidad de ser prototipo de una sociedad civil internacional y
de una opinión pública internacional, siendo una asociación laica que se
ramificó muy rápidamente por todo el mundo, multiplicándose las transferencias
culturales, incidiendo en la unificación y expansión europea, constituyendo la
única institución internacional laica ajena a la Iglesia Católica. La
sociabilidad masónica enseñaba que la esfera pública común debía regularse por
normas racionales, dejando a la esfera privada las opiniones y pasiones
particulares, laicidad que le permitía abrirse a la diversidad religiosa y
política. Vetaba las querellas partidarias pero alentaba las comunicaciones
sociales, como escuela cívica igualitaria y de sociabilidad democrática que
propiciaba el intercambio de ideas y el ejercicio de la palabra, difundiendo
los usos parlamentarios fundados en el derecho, convirtiéndose en escuela de
gobierno para la sociedad civil emergente. Las Constituciones, único libro
sagrado de las logias inglesas del siglo XVIII, simbolizaban una nueva
legitimidad en la que el dignatario gobernaba pero ellas regían. Se sedimentaba
una nueva tradición republicana, fundada en un derecho vivo y perfectible en
función del proyecto emancipador de las logias que desembocaría en la teoría de
los derechos humanos. Pese a ser hija de la luces, la ciencia, la duda
filosófica, la razón crítica y señalar una revolución cultural, sus
limitaciones fueron su convencimiento de la validez universal de las leyes del
progreso humano, en un entorno con fricciones de clases, géneros y religiones,
y la exclusión de esclavos, mujeres y proletarios, dirigiéndose su
cosmopolitismo a las élites paneuropeas, blancas, masculinas, aristocráticas y
burguesas, en una realidad de tensión
permanente entre centros y
periferias, entre lo local, lo nacional y lo internacional, acompañando la
expansión migratoria, económica o colonial de las potencias y de las sociedades
europeas. Además, presentaba problemas articular su multiplicidad y su carácter
multinacional; su relación con la nueva geopolítica y geocultura europea; y, si
bien nació al amparo de las luces de la razón y la ciencia y participó de una
verdadera revolución cultural, corría el riesgo de una reacción conservadora.
¿Cómo explicar que
ningún ritual masónico haya acompañado a Franklin en su funeral?: Él era
considerado como excesivamente radical, librepensador y heterodoxo por una
corriente neotradicionalista autodenominada "antigua".
ANEXO
La geografía y la geometría en los orígenes de la
“G”, de la escuadra y del compás
La G es
históricamente símbolo de la Geografía y la Geometría. La primera ocurrencia de
la G con la escuadra y el compás se remonta a la época de los descubrimientos
en el contexto del desarrollo de la geografía, cartografía y geometría, durante
el siglo XVI. Clavel en 1842 se refirió a que el emblema del compás, la
escuadra y la G constan desde en 1525 en una nueva edición de la Geografía de
Ptolomeo realizada por el impresor de Strasbourg Jean Grüninger, lo que fue
verificado en 1972 y que además consta en una edición de 1522. Posteriormente
el símbolo de la Geografía y la Geometría fue adoptado y reciclado por la
masonería creada en el siglo XVIII. La obra incluye reproducciones de la G con
la escuadra y el compás en la Geografía de Ptolomeo publicada en Estrasburgo en
1522 y 1525.
Bibliografía e Índice de documentos
La bibliografía y
fuentes citadas cuyas referencias completas constan al final de la obra abarcan
como 150 publicaciones impresas y en línea, muchas de ellas de destacados
especialistas sobre el tema. Incluye también un índice de documentos, 21 en
total, muchos de ellos reproducciones facsimilares que constan de varias
imágenes.
REFERENCIAS
Referencia de la
obra reseñada
Mollès, D.
(2015). La invención de la masonería. Revolución cultural: religión, ciencia y
exilios. La Plata - Buenos Aires: Editorial de la Universidad Nacional de La
Plata (EDULP). Una versión virtual de la misma ha sido colocada en línea en
https://goo.gl/R4qyIJ (4,74 Mb)
Referencia a otra
reseña de la obra
Guerra, V. (2015,
diciembre 24). La invención de la masonería por Dévrig Mollès. Blog Masonería
Siglo XXI. Recuperado desde
http://www.victorguerra.net/2015/12/la-invencion-de-la-masoneria-por-d.html