Pedro Paricio Aucejo
Si, en el ámbito de la retórica clásica, se entiende por género literario cada una de las distintas clases en que se pueden ordenar las obras literarias según rasgos comunes de forma y contenido, el Libro de la Vida de santa Teresa de Jesús inauguraría –según la doctora Martínez Calvo¹– una nueva categoría dentro del género narrativo, didáctico, autorreferencial y autobiográfico: la de los libros de ´vida espiritual´. Este tipo de textos se encontraría ligado históricamente al movimiento religioso del recogimiento íntimo y la introspección a él inherente, teniendo como modelo el autoconocimiento agustiniano. En ellos se haría alusión a la vida del alma o ´vida mística´, que comienza con el bautismo y aspira a ser eterna por medio de la salvación del alma.
Una peculiaridad distintiva de las ´vidas espirituales´ o ´libros de vida´ es la presencia de un narrador (normalmente una religiosa que cuenta su camino de santidad o, en el lenguaje de la época, las “mercedes” que Dios hace a su alma) frente a un narratario (el confesor). Éste no se debe entender como una figura retórica, sino como una figura real: un director espiritual que ordena a la religiosa elaborar una relación completa de su vida espiritual, manteniendo siempre aquel la libertad de alterar, destruir o publicar dicho texto.
Frente a quienes señalan que El libro de la Vida es la primera autobiografía en castellano y una excepción dentro de la historia de la literatura, Martínez Calvo considera que esta obra no puede ser considerada una autobiografía en el estricto sentido del término. No lo es por motivos históricos, por la incidencia de la escritora en su vida espiritual y en la acción de Dios sobre su alma (siendo la santa de Ávila narradora y narrada por Dios al mismo tiempo), por no reducirse el texto a una mera sucesión de avatares personales, por la ausencia de título y del nombre propio de la autora –características primordiales para que un escrito sea considerado una autobiografía–, por la ausencia casi total de marcadores espaciales, temporales y nombres propios y, en fin, por la ya citada presencia de narratarios que no son el lector.
Si bien en el Libro de la Vida se combinan los conceptos de ´vida espiritual´ y ´vida corporal´ de la descalza universal, no obstante, aunque es más importante en la obra el concepto de vida espiritual, es cierto que ha de narrar también esta vida a través de su peripecia terrenal, que es la más tangible y la más presente. Por tanto, la vida terrenal aparecerá supeditada a la espiritual y definida en términos generalmente peyorativos (engañosa, aparente, finita…). De este modo, el cuerpo estará siempre al servicio del alma, siendo subsidiaria la vida corporal frente a la vida espiritual, que se va construyendo lenta e inestablemente, pero siempre abierta a la posibilidad de una conversión mediante la que el creyente se una a la divinidad.
Por todo ello, Martínez Calvo coincide –con estudiosos como Herpoel, Poutrin y Durán López– en señalar el Libro de la Vida de Teresa de Jesús como la obra fundacional del género literario que versa sobre la ´vida espiritual´. Asimismo, en contra de lo afirmado por cierta parte de la crítica textual, sostiene que no se puede hablar de aquel libro como de un texto desordenado sino de una obra mucho más cohesionada de lo que aparenta. En ella, las digresiones no son tales, sino que suponen la reiteración de una serie de temas (principalmente la oración y la lucha del alma con sus tres enemigos: el mundo, el demonio y la carne) que forman la trama del texto.
Igualmente, la doctora Martínez considera que la complejidad de los niveles de destinatarios o narratarios sería tal que nos encontraríamos en el texto con cinco niveles de ellos: Dios, al que se dedican oraciones de alabanza y arrepentimiento; el confesor o director espiritual; los letrados, donde se hace una velada alusión a la Inquisición; los lectores concretos; y un público más amplio, sus religiosas. De la misma forma, aparecerían en esta obra otras referencias metatextuales, como la dificultad de expresar las realidades sobrenaturales, sus planteamientos sobre el lenguaje técnico utilizado por la mística o sus preocupaciones por la escritura del texto.
¹Cf. MARTÍNEZ CALVO, María Celeste, “La escritura de Santa Teresa. ´El libro de la vida´como género literario”, en Revista de Espiritualidad, Madrid, Carmelitas Descalzos de la Provincia Ibérica ´Santa Teresa de Jesús´ (España), 2018, vol. 77, núm. 309, pp. 587-598.
ó