Revista Opinión

La Inversión absoluta de todos los valores

Publicado el 27 enero 2012 por Romanas
La Inversión absoluta de todos los valoresA lo peor a alguien le ha parecido exagerado que yo diga que vivimos en pleno dominio del nazifascismo, al propio tiempo que,como lógica consecuencia de ello, sufrimos una organización mafiosa de la sociedad. La mafia es la estructuración de un poder onmímodo fuera de los cauces legales. O sea, que si la ley dice que son los jueces los que deben de juzgar a los delincuentes, es absolutamente mafioso que éstos, mediante un control subterráneo o subrepticio de la sociedad pero no por eso menos exigente, obligan a ésta a hacer precisamente todo lo contrario, o sea que, como dice la sabiduría popular vemos cómo los pájaros disparan a las escopetas. El mundo que nos rodea no sale de su asombro contemplando cómo el más famoso y eficiente de nuestros jueces está siendo juzgado criminalmente por los admiradores de ese otro insuperable nazifascista que fue Franco, al que rinde pleitesía y servidumbre, sin ningún reparo, toda la judicatura española, a instancias precisamente de lo peor y más descarado del franquismo, que sigue imperando plenamente, de modo que Garzón, el hombre que estuvo a punto de lograr que se juzgara a uno de los peores criminales contra los derechos humanos, Pinochet, lo que no consiguió gracias a los buenos oficios del inefable Aznar, que ordenó retener en un cajón, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, la orden dirigida por el juez a la policía internacional, la famosa Interpol, para que se detuviera al referido repugnante criminal que se había atrevido a salir de su guarida para visitar a su querida amiga, la Thatcher, que concluyó la canallesca obra de Aznar, desactivando definitivamente la captura internacional de uno de los más perversos criminales que ha dado el género humano.¿Cabe, pues, la menor duda de que es el nazifascismo más radical, a través de los herederos y admiradores de Franco, Fidel Castro "dixit",  el que sigue gobernando en este desdichado y degenerado país?Y si esto sucede en una materia de la mayor importancia y gravedad para cualquier sociedad decente como es el mundo de la justicia estatal, qué no sucederá en otros campos como el de ese señuelo, esa metáfora que es la encarnación actual del aforismo de los canallescos emperadores romanos, el "panem et circenses", el maldito trampantojo con el que los numerosos seguidores de Goebbels tratan, y lo consiguen, de adormecer para siempre la consciencia de un pueblo cuyo vergonzoso sometimiento a la tiranía es la vergüenza de la humanidad.Estoy escribiendo del fantasma, detrás de cuya blanca sábana, se esconden las mayores tropelías que, en este momento, se están cometiendo contra nuestro pueblo, el fútbol, el maldito, el canallesco fútbol.La poca gente decente que queda en este país, si es que queda alguna, sabe que el Real Madrid es seguramente el mejor y mayor de  los instrumentos que un Estado totalitario nazifascista como el creado por Franco utilizó para goebbelsianamente embrutecer y adormecer la consciencia de este desdichado pueblo para siempre.Un paréntesis para denunciar que, cuando todos esos falsos intelectuales se niegan a tratar este tema, no hacen sino colaborar decisivamente en la tarea franquista, al no dedicar parte de su empeño, de su tarea a desvelar cuál es realmente la función del que es, sin duda, el instrumento favorito del dictador para embaucar a este pueblo.Se calcula que en este asqueroso país hay unos 20 millones de madridistas, o sea, 20 millones de personas que prestan su consentimiento a que la prepotencia y la hipocresía esté pervirtiendo para siempre el modo de ser de esa importante cantidad de españoles.Y es precisamente la importancia sociológica de esta cifra la que determina todo lo que está sucediendo. En el fútbol, ese comportamiento mafioso de los activistas nazifascistas franquistas campa a sus anchas porque goza de la cuasi impunidad que le otorga su lejanía al núcleo esencial de  las preocupaciones sociopolíticas internacionales.La conciencia crítica internacional, piensa erróneamente, como los intelectuales españoles, que el fútbol es un fenómeno sociológico que carece de importancia. Craso error que tal vez los inhabilite definitivamente para la realización de su función crítica. En España, por ejemplo, el periódico con más tirada nacional es un diario deportivo, Marca, o sea que un sector cuantitativamente muy importante de la sociedad concentra toda su actividad lectora en un medio de comunicación que se dedica casi exclusivamente al fútbol.Es por eso que yo nunca comprenderé esa actitud abstencionista de una intelectualidad que a mí, a veces, me parece más falsa que Judas.Despreciar olímpicamente el fútbol no sólo es un error craso sino lo que es mucho peor aún, entregarle al enemigo natural del progreso el que sin duda es el mayor campo de acción en el que ahora mismo se lleva a cabo la lucha por el dominio de la mentalidad popular.Cuando los goebbels del fútbol, Relaño, de la Morena, Inda, "et alteri", pastan sin ninguna oposición por ese terreno casi exclusivo que representa el fútbol en nuestro país, están consiguiendo no sólo que el Real Madrid, “alter ego” del PP, haga exactamente lo mismo que éste, y atribuya a su enemigo natural, el Barça, toda las malas prácticas que él utiliza de la manera más desvergonzada, sino que se profundice cada vez más en esa tarea que la falsa intelectualidad denuncia pero que no mueve un sólo dedo para combatir, el dominio de la mentalidad ni más ni menos que de 20 millones de españoles que, si se acostumbran al saqueo, el bandidaje y el pillaje en el fútbol, no tendrán, lógicamente, ningún reparo en extender este comportamiento al campo estrictamente político.

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