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La invisibilidad de una mala alimentación como problema social

Publicado el 27 marzo 2017 por Braisly @BraisLY

La invisibilidad de una mala alimentación como problema social

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”

En la actualidad, llevar una mala alimentación contiene riesgos, pero quizás el mayor de ellos sea la invisibilidad a la que está sujeto. Todo ello comprende un problema de índole social que deberíamos tener en cuenta.

La alimentación como problema social

Y es que, la otra mañana leía en la prensa una noticia que me hizo reflexionar sobre lo que ahora voy a contaros. Ya os decía en artículos anteriores, que ya iba tocando un artículo relacionado con la alimentación, puesto que los últimos se han encaminado más a la actividad física. Pues bien, hablemos de alimentación, pero desde un punto de vista reflexivo y necesario.

La noticia, que podeís leerla aquí, relataba como un organismo encargado de paliar la obesidad, con dos mujeres especialistas en materia de nutrición al mando, se dedican a trabajar con diversas entidades, tales como empresas, centros educativos, etc., con el fin de educar con respecto a los hábitos alimenticios.

No voy a resumiros mucho más la noticia, porque resulta bastante interesante dedicarle unos minutos, aunque sí que reflexionaré en torno a la labor de este equipo tan concienciado con la salud y la alimentación.

La importancia de formar en alimentación saludable

Me parece estupenda esta formación complementaria sobre alimentación, ya que es una forma de llegar a diversos colectivos y hacer que se tome más conciencia sobre el problema. Pero por otro lado, el hecho de que se lleven a cabo este tipo de actividades, sólo significa una cosa: la sociedad en general está muy poco concienciada con respecto a la mala alimentación.

Cuando en un centro educativo, tienen que impartir talleres sobre alimentación para ayudar a prevenir la obesidad infantil, eso significa que esos padres/madres no están lo suficientemente informados con respecto a los alimentos que dan a sus hijos. Y todo eso, comprende un problema de índole social, porque es algo que está ahí presente, y que nos conscierne a todas/os.

Os pongo mi ejemplo para reafirmaros la idea que os comento. Hace poco más de un año, yo no leía ni una sola información nutricional de casi ningún producto. Y si lo hacía, tampoco sabía interpretar lo que allí aparecía. Pues de seguro, esto le pasa actualmente a un gran número de problación, y de ahí la invisibilidad de la mala alimentación, y el alto consumo de la misma.

Es primordial educar en salud y buenos hábitos alimenticios, pero lo ideal quizás sería plantearlo de otra manera. Darle la importancia debida al asunto, y no tener que depender de que alguien venga a mi empresa a contarme sobre los productos que consumo, o al colegio de mis hijos para decirme qué productos evitar.

Quizás deberíamos plantearnos el tema de la alimentación, y la salud en general, como un aprendizaje básico que incluso se imparta en los centros educativos, ofreciéndole un rango de importancia tan primordial como el de las matemáticas, la escritura o los idiomas.

Y podéis tacharme de utópica o de exagerada si queréis, pero en mi vida adulta, aún no he necesitado utilizar una ecuación de primer grado, sin embargo he arrastrado en mi propia experiencia, el error de no haber tenido información suficiente sobre alimentación. Ha sido algo que he tenido que investigarlo por mi cuenta y con ayuda de otras personas, y que en el momento que lo he hecho, mi vida ha dado un cambio que ha girado en torno a la mejora de mi salud. Por eso mismo os digo, que se me queda demasiado corta esa “información” o más bien consejo que nos daba el profesor de gimnasia del instituto: — Debéis comer más fruta.

Creo que debemos ir más allá de una simple información o un consejo efímero; tendríamos que educar en salud, para evitar así los malos hábitos alimenticios y caer en esa espiral de productos nada beneficiosos para nuestro organismo.

Cambiar para mejorar

Entiendo que a veces pueda parecer casi imposible en un mundo en el que el azúcar está demasiado a la orden del día, en el que las grasas saturadas nos acomapañan en cada paso y en el que consumimos lo que la publicidad nos incita, pero nada es imposible.

Aunque sí muy triste el hecho de que debamos de pagar una fortuna por productos ecológicos de lo más naturales posibles, para poder escapar del resto. ¿No debería ser al revés? Ya lo natural es lo raro y lo que nos sale por un ojo de la cara. ¿Cómo demonios hemos llegado a esto?

Quizás a veces deberíamos plantearnos salir a la calle por temas como estos, y por el sistema que abarca a a todo este engaño, pero antes nos falta concienciación. Por eso aprovechando esta oportunidad que tengo al escribiros desde este medio, y de llegar a tantas y tantos de vosotras/os, quiero recordaros que un cambio es posible.

Todo se puede conseguir

La prueba la tenéis en que en los últimos meses, muchos de nuestros supermercados más cercanos, ya incluyen productor más saludables entre sus inventarios. Y eso chicos/as, eso es porque algo está cambiando. Porque en el fondo cada vez somos más las personas conscientes de todo esto de la mala alimentación, y porque mientras más demandemos y consumamos los productos saludables, más conseguiremos ponerlos a la orden del día.

Y si creemos que no, recordemos esa frase de Eduardo Galeano que dice: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.

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