Will es invitado, junto a su pareja, a una reunión de amigos en casa de su ex-mujer. Aunque la velada comienza a desarrollarse con cordialidad, unos cuantos detalles hacen sospechar a Will de que hay intenciones ocultas tras su invitación .
La Invitación (The Invitation) arranca con el atropello de un coyote y su posterior sacrificio. Este hecho funciona como una poderosa metáfora de lo que vendrá después. Estamos ante un potente thriller psicológico con ramalazos de cine de terror, patentes en un brutal desenlace.
A pesar de contar con algún momento bastante tramposo, la trama que nos plantea la película está correctamente construida y cumple con su función de mantener al espectador con la incógnita de lo que realmente está pasando. Desde muy pronto queda claro que hay algo raro en esa reunión de amigos, y que la intención de los anfitriones no está nada clara. Pero la directora Karyn Kusama logra mantener nuestro interés gracias a un desarrollo lento que va sembrando continuamente la duda, además de a un fantástico grado de inmersión, ya que casi pasamos a ser unos invitados más en esa reunión.
La labor de dirección me parece brillante, ya que Kusama otorga a su cinta un tono ambiguo muy logrado además de un correcto y gradual enrarecimiento de la atmósfera. Para ello sabe colocar la cámara alternando planos abiertos con otros donde la sitúa muy cerca de los personajes, sobre todo del protagonista.
El guión, pese a presentar algún engaño chapucero, en general funciona bastante bien a la hora de esconder sus cartas basándose en una calculada ambigüedad. Aunque contenga tramos insustanciales, el espectador se verá obligado a mirar y escuchar con atención cada detalle para intentar desenmarañar lo extraño de la situación que se plantea. A eso ayuda un magnífico score que realza con gran acierto esa sensación de incomodidad creciente tanto en los personajes como en el espectador. Tal vez me sobra el innecesario plano final, de pretendida relevancia pero que en mi opinión no deja de ser un truco meramente efectista.
El reparto está bastante bien en general, aunque lógicamente brillan más aquellos con un papel más protagonista. Sin duda destaca la labor de Logan Marshall-Green, con una interpretación contenida que recuerda mucho a algunos papeles de Tom Hardy. También mencionables son el buen hacer de la dulce Tammy Blanchard y la inquietante presencia de Lindsay Burdge. El resto raya en un nivel aceptable, aunque dentro de los secundarios hay que decir que algunos de los personajes resultan meras comparsas sin demasiada importancia.
"La invitación" es otro ejemplo del buen momento que atraviesa el terror indie, aunque tal vez podríamos calificarla más apropiadamente como un trhiller. Sea como sea, una vez más se demuestra que no hace falta mucho para generar tensión en el espectador, y de alguna manera parece que el género se va vertebrando en torno a dos raíces que caminan en direcciones opuestas: una transita velozmente por el camino del efectismo barato y el susto fácil, y la otra prefiere complacerse en la creación de atmósferas sutiles y subyugantes. "La invitación", afortunadamente, se decanta por la segunda.
Mi nota: 7