Revista Cultura y Ocio
La vida social está llena de sutiles hipocresías que inundan todas las relaciones entre los individuos. De hecho, se podría decir que la Sociedad es un entramado de hipocresías tan difícil de entender como ciertos niveles de matemáticas, o sea, las que no son naturales. Y sin embargo, ambas son los pilares del Mundo, por un lado, y del triunfo de la raza humana sobre las demás razas animales, por otro. Para algunos, la Tierra fue, y aún creen que lo es, un campo de experimentación genética alienígena, y que los dioses eran (o son) simplemente extraterrestre de grandes y crueles dotes científicas. Otros, en cambio, creen que la evolución planteada por Darwin no existe, que es un invento del Demonio. Otros, aunque parezca mentira, creen que la Tierra es aún plana. Y otros, que el ser humano no tiene límites; otros tantos, que somos carcoma cuando nos juntamos más de tres. La discordia entre pensamientos es lo universal en vez de la concordia. Pero no importa, ahí están algunos para hacerse la foto y reírse de los demás en la cara, de sus penalidades y sus ridículas pretensiones de vivir un poco mejor. Y muchos critican esta postura, pero se comportan igual a la primera ocasión que les dejan. Si fuera pesimista diría que el Mundo está podrido por dentro pero aparenta ser una manzana verde de piel suave y brillante por fuera. No me extraña que Eva la mordiera. Pero no se preocupen, porque no pueden hacer nada por cambiar eso. Pueden darle brillo a la cáscara, pero seguirá podrida por dentro. Es irremediable. Porque esas alianzas hipócritas son las que sostienen al Mundo en realidad. Son la red que impide que el Hombre caiga hacia el abismo de la extinción. Disfruten pues, que estamos exonerados de toda mascarada.