Es increíble la velocidad a la que vuela la información y lo rápido que se amortizan los debates en todo lo relacionado con el procés. Estamos en la recta final de cara al referéndum de independencia y ya hemos olvidado que hace tres semanas estábamos combatiendo una estrategia de manipulación informativa unionista contra los Mossos o ni hace unos días que la prensa española intentaba colar que la manifestación del 11S habíamos pinchado.
Todo huele a fin de partida, a que ahora se deciden las cosas y por tanto todo se acelera. El estado ha comenzado a apretar su aparato represivo y coactivo (legal y constitucional, lo que no sé si legítimo) y el Govern catalán y el movimiento independentista juega al gato y al ratón con el estado.
La que ha quedado atrás, en un rincón de irrelevancia es Ada Colau. Hasta hace unos días todos esperábamos que postura sería la que escogería la alcaldesa de Barcelona a la hora de permitir abrir los colegios electorales habituales o no. Más tarde algunos creíamos que tomaría la solución “Mayoral”, la del alcalde de Granollers (PSC) que pactó con la Generalitat la cesión de espacios, la mayoría de titularidad de la Generalitat, pero que escenificaba una cierta aquiescencia con el referéndum sin verse comprometido.
Pero Ada sigue sin mojarse, ha declarado que la represión a los alcaldes por parte del estado es inadmisible, pero a estas horas aún no ha anunciado que postura tomará respecto a la cesión o no de colegios electorales.
Pero ya es igual. El momento mediático, simbólico e histórico ya le ha pasado. Ha quedado atrás. Importa un comino que postura tome respecto a la cesión o no de locales. La Generalitat abrirá centros propios o los que le ceda el ayuntamiento si al final decide ceder.
La irrelevancia de Colau a estas alturas de la película para mi sí que era algo inesperado. Otros “comunes” le han pasado por derecha e izquierda, posicionándose y seguramente siendo referentes para votantes del sector de los comunes que opten por votar Sí, No o no votar.
El procés es un gran devorador de actores políticos, no esperaba que dejara a Colau como lo que parece ser, el mayor bluf político de la historia de Catalunya y una ególatra que ha pretendido salvar su imagen a toda costa por encima de su compromiso político. Haga lo que haga a partir de ahora es del todo irrelevante.