Unos pescadores de la isla de St. Kilda, en la costa norte de Escocia, han encontrado una extraña caja hermética en el mar. Una fuerte tormenta ha dejado la isla incomunicada. Sus pocos habitantes empiezan a tener comportamientos extraños, y algunos se ven sumergidos durante horas en un profundo e hiperrealista sueño. La desesperación por abrir la misteriosa caja cunde entre los pescadores, mientras la aparición de un náufrago desata una espiral de violencia entre la comunidad.
Desde que en 2014 Mikel Santiago publicara su primera novela, La última noche en Tremore Beach, nos ha llevado en un terrorífico y exitoso viaje de norte a sur. Empezó en Irlanda, condujo por El mal camino hasta la Provenza, pasamos un “extraño verano” en Sorrento y ahora regresa al norte, muy al norte. San Kilda, un islote en el extremo occidental de Escocia, que estéticamente recuerda un poco a su primera novela. De hecho, durante la escritura ha sido la irlandesa Isla Tory la que rondaba su cabeza. Esa primera novela con la que ya se le anunciaba como el Stephen King español, un fenómeno editorial traducido a más de 20 idiomas, y cuyos derechos de pantalla ha comprado la productora de Alejandro Amenábar. Antes de eso, ya había publicado varios relatos en internet con los que alcanzó las listas de los más leído en iTunes, Amazon y Barnes & Noble en Estados Unidos.
Más King que nunca
En La isla de las últimas voces Mikel Santiago está más Stephen King que nunca. El King maduro. Autor serio, seguro, templado. Es un elogio, y Santiago se gusta. Rebuscando un poco podemos encontrar, incluso, lo que sería un pequeño guiño. Cuando llama a la caja La cosa o Eso, y nos viene a la memoria It.
Esta es una novela con más poso, y reposo. Es la novela de un autor que escribe con la pluma templada, con la seguridad de la experiencia. Un thriller que explora hasta dónde es capaz de llegar el ser humano por sobrevivir y la violencia oculta en el interior de las personas.
Sus primeras obras frenéticas desde las primeras páginas, en las que el suspense y el misterio ya asomaban desde el minuto uno; han dado paso ahora a una novela que introduce al lector en el escenario con más pausa, poco a poco. Pero con seguridad. Una historia trabajada, que quiere una lectura donde premie el disfrute más que el ansia por descubrir al malhechor o llegar al desenlace. Como bien dice Colum McCann (50 consejos para ser escritor, traducción de Héctor Castells Albareda), «la trama viaja en el asiento trasero de la buena narrativa porque lo que sucede nunca es tan interesante como el cómo sucede. Y el cómo sucede es la manera en que el lenguaje lo captura, y la manera en que nuestra imaginación transfiere ese lenguaje a la acción». No se deja llevar por la trama, por buscar la acción constante y que algo suceda. Detiene el tiempo, ralentiza, retrocede, regresa. Permite episodios en los que, aparentemente, nada sucede, pero sucede que construyen la historia.
Que Santiago haya levantado el pie del acelerador no quiere decir que haya rebajado la dosis de suspense y misterio. Todo lo contrario. Cada personaje oculta un pasado, una sorpresa en cada página.
Podríamos verla como una novela coral, con estructura similar a la anterior El extraño verano de Tom Harvey; pero combinando la primera persona con un narrador externo. Ha dejado de lado perfiles bohemios —artistas, escritores, músicos— para encontrar personajes con vidas más mundanas. Empezando por la protagonista. Por primera vez, una mujer. Española, que trabaja como chica-para-todo en el único hotel de la isla.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Alguno siempre sale perjudicado. Pero Mikel Santiago gana. Porque, a pesar de que la comparación con el gran maestro del terror es inevitable, algunos dirán desmesurada; no se deja eclipsar. De hecho, va dejando huella de su propio estilo.
LA ISLA DE LAS ÚLTIMAS VOCESMikel SantiagoEdiciones B, 2018560 Págs.
Otras novelas del autor - Aquí