Nos dimos cuenta de que en África la magia es magia. Las reacciones que tienen los chicos y grandes en estas tierras son difíciles de transmitir a través de la escritura. Nos sorprenden a nosotros. Nos encanta lo receptivos que son. No “saben” que lo que están viendo es una ilusión, para ellos es magia. Y el lugar donde lo comprobamos también es mágico: la Isla de Mozambique.
La Isla de Mozambique, a 200 km de Nampula, en el norte del país, nos tenía una sorpresa. Además de ser un lugar que nos cautivó por su belleza natural, su vida tranquila, su mar turquesa y su ciudad “de piedra” (como llaman a la parte antigua que rodea el fuerte) sería el lugar donde por primera vez la magia salía a la calle.
Algunas postales de Isla de Mozambique.
Hay tantos chicos en Mozambique (en África en general) que no hace falta visitar escuelas o orfanatos. Ellos están ahí, donde mires. Juegan al costado de la ruta, llevan agua, venden bollos o pescados fritos, corren, se ríen y pelean. Igual que miles de chicos en el mundo.
En estos lugares lo mejor que se puede hacer es caminar. Y caminamos mucho. Siempre decimos que “si uno camina pasan cosas”. Es más fácil estar en contacto con la gente y conversar con ellos. Es más fácil mirar con ojos más atentos, detenernos en detalles y descubrir costumbres, que desde un bus o un avión es casi imposible ver. Así que en la Isla de Mozambique decidimos caminar.
Apenas nos alejamos unos pasos de donde estábamos alojados vimos una bomba de agua. En los poblados no existe el agua corriente, toda el agua que se consume es de pozo. Algunos tienen la suerte de que los pozos se localizan en el poblado, como ocurre en la Isla de Mozambique, pero en otros casos, las personas tienen que caminar muchos kilómetros para poder llenar un balde o cubo con agua. Y no solo las mujeres y hombres adultos se encargan de ir a buscar el agua, sino que es muy común ver niñas y niños que desde muy pequeños transportan sobre sus cabezas pesados baldes llenos de agua.
Alrededor del pozo de agua había mucha gente y muchos bidones de colores. Los bidones estaban en fila esperando su turno para ser llenados. Mientras, algunas mujeres y chicos conversaban, otros sacaban agua de un pozo, otros jugaban, otros lavaban la ropa. Cada uno estaba en su actividad matutina. Hasta que llegó Magia en el Camino.
Dejaron de hacer sus actividades…
Se amontonaron alrededor de Dino…
Y disfrutaron…
Fue tan buena la experiencia que decidimos hacer lo mismo varias veces durante nuestra estadía en la isla. Al principio, eran cuatro o cinco personas, pero en menos de un minuto la cantidad se cuadruplicaba.
Esos gestos, gritos, aplausos y alegría nos contagió de buena energía durante toda nuestra estadía en la isla. Una isla con una zona colonial, con su fuerte abandonado, callejones empedrados, iglesias y paredes desgastadas por el paso del tiempo, que invitan a imaginar historias del pasado: de la llegada de Vasco da Gama y de los primeros portugueses, del arribo de barcos comerciales árabes que utilizaban la isla como punto de intercambio y partida hacia nuevas rutas, como Madagascar, y de la vida de ese momento tan diferente a la actual. ¿Sería tan diferente a cómo viven hoy en la isla?
Durante muchos años, desde sus actuales edificios declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, se organizaba la vida económica y política de la región. Un territorio tan pequeño fue capital del África Oriental Portuguesa hasta finales del siglo XIX, cuando Maputo tomó la posta (en ese momento, la actual capital del país se llamaba Lourenco Marquez).
Pero todo en la isla no es “colonial”. La mayoría de la población vive en Makuti, la parte de la isla cercana al puente que la une con el continente. Casi todos los pobladores pertenecen a los makuas, el más numeroso de los 16 principales grupos étnicos que habitan Mozambique. La vida de estas personas transcurre entre la pesca, la venta de productos en el mercado y el descanso. A su ritmo, la isla cobra movimiento cuando asoma el sol, se duerme durante parte de la tarde y retoma su actividad cuando el sol está por desaparecer. Así es la isla: lenta, pero mágica. Una isla donde la magia de su pasado nos atrapó y donde nuestra magia quedó grabada en la sonrisa de muchos de sus habitantes.
Algunas imágenes más de la isla mágica.
Esperamos que se hayan enamorado de esta isla como lo hicimos nosotros! Un lugar mágico en el norte de Mozamique.
Información práctica.
La mejor manera de llegar a la isla desde Maputo es con un vuelo interno hasta la ciudad de Nampula (desde donde salen rutas y caminos a varios lugares turísticos de la zona). Desde allí hay que tomar una chapa (bus pequeño) que sale a partir de las 5 de la mañana (salen cuando se llenan, por lo tanto no hay un horario establecido). La mayoría de las chapas llegan hasta el punte de 3,5 km que une la isla con el continente. Allí hay que cambiarse a una chapa abierta, más chica, para cruzar el puente. Para la vuelta a Nampula solo hay una chapa que sale a las 4 de la mañana. Si se pierde esa, es necesario tomar una a Monapo y, desde allí, otra a Nampula.
El tiempo de traslado entre un lugar y otro puede ser de todo el día, ya que las chapas salen cuando están llenas, paran muchísimas veces en el camino y las rutas no siempre están en buenas condiciones.
La isla de Mozambique no cuenta con playas “paradisíacas”, pero es posible visitar algunas pequeñas islas cercanas, como la de Goa (o Watólofu). Como los barcos suelen ser para seis personas, es mejor buscar a otros viajeros para abaratar los costos.
Más información en la guía de Mozambique (de pronta publicación).
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