"Te quiero mucho. Y nunca te lo he dicho. Te quiero y te admiro. Tampoco te lo había dicho nunca, pero admirarte ha sido muy importante para mí."
Siempre he pensado que el decir te quiero está sobrevalorado, así como las grandes demostraciones de amor. Esas muestras públicas u ostentosas, como si por decirlo más alto se dijera más claro. Creo en los 'te quiero' bajitos, susurrados, los apenas pronunciados, los que sólo decimos cuando su receptor está fuera de su alcance, los que se quedan incluso en nuestro pecho y garganta pugnando por salir. Creo en los 'te quiero' que gritan silenciosas las miradas, los que acompañan cada pequeño gesto, cada detalle dirigido a decir estoy aquí. Las palabras si se usan mucho pierden su significado. Los 'te quiero' se desgastan, los 'te quiero' pronunciados al tuntún no significan te quiero. Son como una fórmula de cortesía, como un saludo de compromiso, como una conversación de ascensor. Y sin embargo, todos necesitamos que nos digan te quiero. Aunque nos sintamos queridos todos necesitamos oir esas palabras alguna vez. Y cuando las pronuncia alguien a quien amamos y que nunca nos las ha dicho es como una explosión, como el 'Big Bang' de nuestros cimientos. Tal vez sea por eso por lo que estas sencillas frases que componen la cita que abre esta reseña me han conmovido tanto. Tal vez sea por eso por lo que esta declaración de amor de Fernando Marías a su padre moribundo me ha formado una bola, un nudo en la garganta, un algo asomando a los ojos, como un te quiero pugnando por salir.
"Si de repente todos los secretos del mundo se revelasen a la vez el planeta sufriría un infarto y moriría."
Leonardo Marías, de profesión marino, regresa de permiso a su casa de Bilbao. Lo recibe su mujer y su hijo Fernando que cuenta entonces 18 meses y que no conoce a su padre. Con la inocente pregunta de ¿quién es ese hombre? ya pone en guardia al recién llegado. Pero son sus siguientes palabras las que sentencian la futura relación padre-hijo, las que caen como una losa y hacen chiquito al gran hombre que surca el mar. Es ese ¿y se va a quedar aquí? el que instala el 'Miedo Mutuo' entre los dos. El 'Miedo Mutuo', así define Fernando Marías la barrera desde la que siempre se han mirado su padre y él. Así consigue poner nombre al hilo conductor de este libro. "La isla del padre" es la historia de cómo Leonardo y Fernando Marías vencieron ese 'Miedo Mutuo' que los separaba.
"Nadie es por completo inocente de haberse traicionado ni por completo culpable de haberse perdido. Mucho menos, los niños."
Fernando Marías comienza a escribir este libro tras la muerte de su padre. Es un libro escrito a golpe de recuerdos, algunos propios, otros contados, pero son los recuerdos que han permanecido los que dan cuerpo a esta relación paterno-filial. Leonardo, el hombre, es un desconocido para Fernando. El tiempo de las preguntas ha terminado y quedan tantas respuestas por averiguar... Fernando reconstruye a Leonardo a base de fotos, de anécdotas, y cuando estas no le alcanzan recurre a sus propias vivencias, como si la caprichosa rueda del destino le hubiera lanzado en su juventud a recorrer con falsa seguridad pero titubeantes pasos alguna suerte parecida a la que corriera su padre. Es inevitable hacer girar esa rueda. No en vano cuando un escritor escribe sobre alguien escribe en parte sobre sí mismo, al igual que cuando alguien lee está leyendo aun sin siempre saberlo sobre sí mismo también.
"Mi oscuridad, mi humilde oscuridad, mi pequeña y esencial y cálida oscuridad, esa exclusiva geografía interior con sus ríos, vendavales y simas, escribe los mejores párrafos de mis libros."
Para recuperar al Leonardo padre, en cambio, Fernando ha de volver a su infancia. Curioso e interesante ejercicio el de regresar a la infancia siendo ya adulto. Fernando se reencuentra con su padre en los cines de su Bilbao natal y de los veranos en Lekeitio. Vuelve a subir con él a la cima del Pagasarri, como lo hiciera tantas veces de niño y adolescente. Y al volver ahora y contemplar a su padre de adulto a adulto, de hombre a hombre, descubre al héroe que su padre fue. Un héroe que ideó y libró mil y una batallas para vencer ese 'Miedo Mutuo' que su hijo sin querer instauró entre los dos, para hacerse merecedor de la respuesta afirmativa a esa pregunta inocente y fatídica.
"Hay epopeyas diminutas, había concluido mi padre, ya de su cosecha propia, tras relatar la historia. Casi nadie las ve pero ahí están, han ocurrido."
"Según ciertas leyendas [...] a cada marino que sepa merecerlo, el mar, mágicamente, le asigna una isla para que sea refugio de reposo o serenidad en la inabarcable incertidumbre de los océanos. La mayoría de los marinos nunca la encuentran [...]. Para ver tu isla, [...], es necesario desear verla. Si deseas de verdad verla, la isla te verá". La isla del marino Leonardo Marías está en este libro que le escribe su hijo. Es un libro con sabor a despedida. La isla aún está unida a tierra, como lo está la isla de San Nicolas a la que se puede llegar andando desde Lekeitio con la marea baja, como lo está la isla en la que está Mombasa, último puerto al que arriba Leonardo, cuyas ramificaciones tienden puentes hacia el continente africano. Fernando ha de echar abajo esos puentes, poco a poco, página a página, para que la isla quede liberada y su padre pueda descansar en ella por toda la eternidad. Lo hace de forma emotiva, sincera y conmovedora. Al principio de este libro esperé y confié que Leonardo hubiera escuchado la declaración de amor de su hijo. A su término deseo con toda mi alma que un último instante de lucidez le haya traído a sus oídos ese te quiero y te admiro. Te admiro, la prueba irrefutable del 'Miedo Mutuo' vencido. Sé que de ser así esas palabras permanecerán para siempre con él en su isla, como también sé que los recuerdos compartidos y ese amor y admiración permanecerán siempre en su hijo. Así como estoy segura de que este libro permanecerá para siempre en mí. Eso es lo que importa. Lo que permanece. El padre en el hijo, y el libro en mí.
"Los recuerdos son como los libros. Solo importan los que permanecen."
Título: La isla del padre
Esta novela ha recibido el Premio Biblioteca Breve en su edición de 2015.
Os dejo a continuación el enlace a sus primeras páginas.