Una parte importante de la izquierda andaluza, esa que gobierna en esta tierra atrasada por medio de la coalición socialista-comunista, quiere crear un banco público. Izquierda Unida es especialmente entusiasta con ese proyecto, que despierta mas recelo y sospechas en la ciudadanía que ilusión.
Muchos ciudadanos expresan sus recelos en las redes sociales y comentarios. Se extrañan de que los políticos y sindicalistas, después de haber acabado con las cajas de ahorro mediante el abuso y el saqueo, quieran crear ahora un banco público ¿Por qué participaron en el exterminio de las cajas de ahorro o lo permitieron con su culpable indiferencia ante la mala gestión y hasta el expolio de los fondos? ¿Para qué quieren el nuevo banco?¿Es que quieren seguir saqueando?
Los políticos gobernantes dicen que el nuevo banco servirá para financiar a las pymes andaluzas, que ahora no obtienen préstamos del sistema financiero tradicional, pero esa labor ya la hacían las antiguas cajas, creadas para servir financieramente a los pequeños y mas débiles. No se entiende su obsesión por disponer de un nuevo banco público, que ellos manejarían a su antojo ¿Cómo los mismos que permitieron o colaboraron con el saqueo de las cajas van a respetar el nuevo banco que ellos gestionarán desde el poder?
Hay que recordarles que el saqueo y destrucción de las cajas de ahorro comenzó cuando ellos, los políticos y los sindicalistas, entraron en las cajas, se sentaron en sus consejos, arrinconaron a los profesionales que las gestionaban y dispusieron del dinero con alegría, descaro e indecencia. Pidieron préstamos que nunca devolvían, atiborraron de dinero a los partidos políticos, que tampoco los pagaban, y se autoenriquecieron con sueldos, indemnizaciones y pensiones de auténtico lujo. Hoy, de aquella docena larga de florecientes cajas andaluzas sólo queda una, sobre la que sobrevuelan los buitres maestros en despojos. Todas las demás, desde aquella bonita Caja de Ahorros de Ronda hasta las otrora prósperas cajas de Sevilla, Granada, Córdoba, Jerez, Huelva y otras, son ya cadáveres expoliados.
Existen fórmulas para garantizar la financiación a los pequeños empresarios, sin que sea imprescindible contar con un banco público, donde la experiencia demuestra que el dinero podría ser dilapidado y repartido entre los partidos políticos y sus amigos. Bastaría con que la Junta de Andalucía concediera avales a las empresas y empresarios necesitados, que no reciben préstamos en el sistema financiero tradicional porque carecen de las garantías suficientes.
Conviene recordar a esos políticos que quieren ahora un nuevo juguete en forma de banco público que las viejas cajas no murieron porque fueran pequeñas o porque el mercado las arruinó, sino porque fueron saqueadas y hundidas por ellos mismos. Eran instituciones ejemplares y admiradas en todo el mundo, patrimonio de los ciudadanos, creadas para atender, con decencia y sin ánimo de lucro, a las personas. Eran instituciones ejemplares que repartían sus ganancias en la sociedad y la enriquecían esparciendo ayudas a la cultura y obras benéficas. Eran un patrimonio del pueblo que merecía respeto, pero que fue destrozado y saqueado por una maraña despreciable de políticos y sindicalistas sin ética.
¿Piensan hacer lo mismo con el nuevo banco?
Por favor, ¡no les dejen! ¡Socorro! ¡Auxilio!