Revista Educación

La izquierda del siglo XXI

Por Siempreenmedio @Siempreblog

La izquierda del siglo XXI

22 febrero 2014 por araphant

“Divide y vencerás”
Julio César
 

Lucha de clases. Un concepto popularizado por Karl Marx en los albores de la revolución industrial al que muchos se siguen aferrando para defender sus ideales, no importa que estos sean de izquierdas o de derechas. El concepto de clase es algo que hoy no podría gustar más a los que se encuentran en la extrema derecha: dividir al pueblo en varias castas que no se deben mezclar, en una lucha continua por el poder. De vez en cuando las clases inferiores montan alguna revolución y triunfan, como en la revolución bolchevique, la China de Mao o la Cuba de Fidel Castro y Che Guevara pero, al final, como la derecha bien sabe, el poder corrompe y los revolucionarios – o sus sucesores – acaban convertidos en aquello contra lo que lucharon, manteniendo de esa forma vigente la lucha de clases y oprimiendo al pueblo desde sus nuevos cargos de poder. Porque oprimir al pueblo no es sólo quitarles la libertad o sumirlos en la pobreza; que unos pocos privilegiados disfruten de cosas a las que la mayoría no pueden acceder también es una forma de opresión. Es por eso que el capitalismo triunfó en lugar del socialismo: al fin y al cabo, en el capitalismo tenemos oportunidades, por pequeñas que sean, de hacernos tan ricos como cualquiera de nuestros gobernantes (y de manera legal).

Las ideologías de derechas, por tanto, triunfaron durante el siglo XX. Personajes como Margaret Thatcher en el Reino Unido, Ronald Reagan en los Estados Unidos o incluso un dictador como Pinochet en Chile sacaron a sus países de la crisis gracias a políticas neoliberales, perpetuando de ese modo un sistema basado en la macroeconomía, las desregularizaciones, el libre mercado, la libre empresa y las privatizaciones. En  cambio las ideologías de izquierdas fracasaron una y otra vez durante el pasado siglo. Revoluciones como la rusa o la cubana acabaron en dictaduras en las que el pueblo sufrió y sigue sufriendo la pobreza y la falta de libertad. Incluso alternativas nacidas de las urnas como el Chile de Allende acabaron siendo torpedeadas y fagocitadas por el fascismo y otras como la Venezuela de Chávez han acabado siendo un estado fallido, con avances en lo social pero retrocesos en otros aspectos importantes. El chavismo ha hecho disminuir la extrema pobreza en Venezuela, sí. Pero ha creado una pequeña élite de clase alta cercana al oficialismo y convertido a parte del pueblo en paramilitares al servicio de la figura mesiánica de Chávez aumentando de forma exponencial la peligrosidad del país, además de aumentar la inflación hasta límites absurdos, por no hablar de la libertad de prensa y los desabastecimientos en algunas zonas del Venezuela. Situaciones que están desembocando en protestas por parte de la ciudadanía en esta últimas semanas.

 
“Es la economía, estúpido”
James Carville

Cabría pensar que, casi dos siglos después del nacimiento de Karl Marx, un periodo de tiempo en que la sociedad, el modo de vida, el acceso a la información y a la comunicación han cambiado, incluso el capitalismo ha cambiado, volviéndose más salvaje y convirtiendo a los gobiernos en meros títeres de los intereses económicos y de mercado… cabría pensar, digo, que la izquierda habría aprendido de sus errores, habría evolucionado para captar los nuevos modelos de sociedad del siglo XXI, las nuevas necesidades de los pueblos y ofrecer alternativas atractivas y viables. Pero no. Siguen anclados en la revolución de 1917, en la lucha de clases, en Cuba y en esa revolución bolivariana que ha democratizado la pobreza pero convertido Venezuela en uno de los países más peligrosos del mundo.

La izquierda del siglo XXI

En España muy pocos se preguntan por qué no triunfa la izquierda en el contexto de una crisis que es una oportunidad histórica para intentar cambiar un sistema injusto y manifiestamente mejorable. Los que lo hacen lo achacan a los abstencionistas, a la estupidez de los que votan al PPSOE o al bipartidismo que existe en España, pero ninguno hace verdadera autocrítica ni se pregunta por qué esos abstencionistas o los desencantados con sus partidos no son atraídos por ninguna propuesta de izquierdas ni en el mejor de los escenarios posibles. El día que se hagan esa pregunta, dejen por un momento a un lado su ideología y miren de verdad las necesidades del pueblo, tal vez la izquierda comience a evolucionar y a resultar atractiva y viable. Mientras tanto, dejen de mirar a Cuba o Venezuela y miren a Uruguay. Puede que ahí esté el futuro de la izquierda.


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