La posibilidad de un gobierno de derechas es una amenaza latente. Una alternativa hipotética que plantearía un claro retroceso del Régimen y una ofensiva contra los derechos democráticos y sociales conseguidos desde la transición.
El ascenso de Vox hace urgente y necesaria una izquierda unida más que nunca que promueva la movilización social. El fracaso del proyecto de regeneración democrática y restauración progresista, ha dejado claro que el PSOE es un partido de la Corona. Una Corona que dictó sentencia el 3-O. Sánchez ha demostrado ser un mero vendedor de humo. Los Presupuestos Generales mantenían una clara continuidad con el Gobierno de Rajoy. Sobre la memoria histórica, el PSOE ofrece más de lo mismo, y lo hace mal, como la exhumación de Franco. Y lo que es peor, su negativa a retirarle las medallas al torturador “Billy el niño”. En materia de inmigración, se conformó con la foto del recibimiento del Aquarius en julio, pero el ministro del Interior anuncia la apertura de nuevos CIEs; cárceles para inmigrantes.
En todo este periodo desde la moción de censura, Podemos con IU ha intentado, como socio principal del gobierno del PSOE, que sus exigencias, fueran más que una postura a la que tenían derecho. Unidos Podemos ha intentado formar un gobierno de coalición con el PSOE. Un gobierno progresista capaz de la necesaria regeneración del Régimen y sobre todo de aquellas políticas sociales tan apremiantes, y que no suponen el incumplimiento con Bruselas ni el pago de la deuda como se ha querido hacer ver, sino la práctica de políticas imperiosas para hacer de la precariedad, los salarios de miseria y los desamparados servicios públicos la razón de ser de la acción política.
El fracaso del gobierno Sánchez y de Unidos Podemos nos ha dejado la emergente aparición en el panorama político de Vox por la extrema derecha y la radicalización del PP y Ciudadanos. Lo hemos comprobado en Andalucía, la desafección con el PSOE se ha canalizado en el importante y temido efecto de la abstención.
¿A qué se debe esta alarmante subida de la derecha más reaccionaria? A ese espectro denominado “democracia del 155”. Un producto genuino del Régimen del 78. ¿Quién ha contribuido a este malestar civil? El PP, Cs, la Corona, la Judicatura y el mismo PSOE, que participó en la aprobación del 155 contra el pueblo de Cataluña.
Y ahora, ¿con qué nos encontramos? Con que esta derecha embiste contra las mujeres, los inmigrantes y contra Cataluña, sus tres grandes plagas, y que no encierran otra cosa que un programa económico neoliberal exaltado contra la clase trabajadora y los sectores populares.
El PP de Casado sigue con fuerza esta estrategia en un férreo vuelco de radicalización y la tapada derecha guay de Cs, escrupulosa en esas cuestiones más casposas como el programa contra las mujeres, que no se corta en ofrecer una alternativa a este fenómeno con un reaccionario feminismo liberal, está dispuesto a mirar para otro lado y facilitar un posible gobierno en el país como el ya logrado en Andalucía.
La ilusión que nos queda a aquellos que de verdad queremos una representación progresista y moderna es que esa posible alianza entre la izquierda no sea un engaño, sino la alternativa idónea y capaz de potenciar la capacidad de la clase trabajadora, la ilusión de la juventud, el logro del movimiento de las mujeres y el resto de sectores en su lucha por la justicia. Esta es la única vía, la correcta, tanto para frenar el ascenso de Vox, como el rumbo autoritario que encabezan hoy los jueces del Supremo y la propia Corona.
Pero un programa así no se podrá imponer nunca sin una gran movilización social. Es necesaria la vinculación y convergencia de todos los sectores y movimientos implicados, el de las mujeres, el de la juventud, el de los antimonárquicos, y sobre todo los demócratas catalanes, porque sólo así se podrá cimentar un gobierno justo y democrático no sólo para la clase trabajadora, sino para todos los ciudadanos de España.