Contra lo que cabría esperar cuando el proceso político se acelera, las definiciones electorales de los diversos partidos, de cara a las elecciones de 2013, se demoran. Da la impresión de que los protagonistas estuvieran a la espera de un catalizador; no pretenden orientar los acontecimientos sino evitar que los sorprendan. Si no las miradas, al menos los instintos están puestos en lo que pueda ocurrir con los cacerolazos que se van agendando; con el cantado y al mismo tiempo oscuro 7D, con un paro nacional CGT-CTA contra el impuesto al salario, incluso con un ‘defol’ en gateras para blindar la pesificación; o, en última instancia, con un anuncio de reforma de la Constitución o el adelantamiento de la fecha de los comicios. Del radar no escapan tampoco las consecuencias que podrían emerger del corte de los subsidios nacionales para el mantenimiento del subterráneo.
La tentativa de Binner de ocupar la ‘pole position’ electoral con una campaña de recolección de firmas contra la re-re-re, no llegó a embragar la segunda. La imagen de un Capriles, que unifique a los opositores a Su Majestad, parece requerir una presión excepcional de los acontecimientos, y lo mismo pasa con la posibilidad de que el oficialismo no sucumba ante una tentativa de ir por la re-reelección. Por esto mismo, la aventura que ha emprendido Pino Solanas para que se lo reconozca como candidato a senador con posibilidades, se difumina en la soledad. A Pino no lo urge la situación política sino la necesidad de borrar la impresión que dejó Proyecto Sur el año pasado, cuando no logró atravesar las primarias para Presidente y ocupó un lugar distante en la elección nacional en la Ciudad.
Frente de Izquierda
Este vacío político ofrece una oportunidad singular al Frente de Izquierda. La izquierda, por su condición revolucionaria, debe tomar la iniciativa política y delimitar en sus propios términos (no en los que presentan los campos patronales), los verdaderos (históricos) campos en disputa. Sin embargo, ocurre lo contrario: el Frente de Izquierda está paralizado por los acontecimientos, incluso va a la rastra de ellos y hasta lo hace con yapa, porque no acierta en adoptar una posición común frente a ninguno de los episodios políticos de los últimos meses y, lo que es mucho peor, no se advierte un propósito de clarificar las diferencias de caracterizaciones y tácticas con vistas a reivindicar y destacar su objetivo estratégico, que es convertir a la política nacional en una lucha de clases y avanzar hacia un gobierno de trabajadores. El Frente de Izquierda debería tener a corto plazo su definición político-programática electoral y su lista de candidatos.
El solitario Solanas ha dejado de lado el enorme ego que le adjudican sus amigos y parece dispuesto a volver al redil de Hermes Binner, el ‘socialista’ sojero que, aislado él mismo en un techo del 13% de las intenciones de voto, lanza miradas acosadoras hacia una parte de la UCR. La naturaleza distrital de la elección de renovación parlamentaria, parece venirle como anillo al dedo a un enjuague oportunista, mediante alianzas diferentes en cada distrito, dejando el frente nacional para 2015, que incluso podría zanjar las candidaturas en las elecciones primarias (como ya ocurre en la provincia de Santa Fe). Pero, como ya se ha dicho, todo dependerá de los algoritmos: 8N, 7D ó 10D y de los que se vayan subiendo al calendario. A nadie se le debería escapar que, luego de haber votado con conciencia serena la ley de medios, Pino Solanas reviste hoy, en forma firme, en las filas de Clarín, como el propio Binner. Quienes no se sienten aludidos por estas guarangadas (ni siquiera por la presencia de la privatizadora petrolera, María Eugenia Estenssoro, al lado de Binner) son los dirigentes de Libres del Sur, del PCR y del MST, que siguen firmes como furgones de cola del FAP y Proyecto Sur, respectivamente.
Devaluación y después
Tal como se van perfilando los alineamientos políticos, no importa que la oposición tradicional vaya en distintas listas a las elecciones parlamentarias, porque forma en los hechos y en las definiciones un bloque político. Los tejes y manejes de Moyano con los De la Sota, De Narváez y gobernadores e intendentes que aún revisten en el kirchnerismo, se conjugan con la tendencia a formar un bloque opositor, cuyo programa no es la ‘institucionalización’ ni la libertad de prensa sino la devaluación del peso y la salida del ‘defol’ K mediante el ‘retorno’ a los mercados internacionales (las mineras y los pulpos de la energía reclaman la posibilidad de remitir ganancias al exterior, en tanto que los sojeros no quieren vender la cosecha al tipo de cambio oficial, en especial ahora que el precio de la soja comenzó la caída). La cabeza ‘teórica’ de los devaluacionistas (entre ellos, el ‘pequeño productor’ Eduardo Buzzi) es el ex duhaldo-kirchnerista Roberto Lavagna. Para Lavagna, el horizonte es el que hemos descripto en estas páginas desde antes que él: el ‘rodrigazo’.
En el ‘coloquio’ de Idea, los centroizquierdistas del FAP, con Lozano y Bonfatti, aprovecharon la presencia del kirchnero-bolivariano Lula da Silva, para juntarse con lo más granado de la burguesía nacional e internacional, a sabiendas de que tiene el programa único de la devaluación y el abandono de la política intervencionista del gobierno. Una reunión similar, en noviembre de 1988, en Bariloche, sirvió para lanzar la alianza entre Menem y Alsogaray (y poner las primeras piezas de la expulsión anticipada del gobierno de Alfonsín), que nuestro partido pronosticó en la campaña electoral de 1989.
En este cuadro, el oficialismo intenta repetir la ‘hazaña’ de principios de 2011, cuando al imponer el control del Tesoro sobre el Banco Central se quedó con la caja y el poder necesarios para ganar las presidenciales de octubre. El blanco es ahora la intervención y el desguace de Cablevisión y, enseguida, una desapropiación de Papel Prensa. Si gana la partida, piensan en la Rosada, podrían competir con Chávez en longevidad gubernamental. El gobierno procura engrosar la tropa de capitalistas amigos que se quedarían con los despojos de la Corpo, para respaldar el ataque. Sin embargo, la capacidad que ha demostrado la oposición, en el Consejo de la Magistratura, para poner piedras al proyecto, pone de manifiesto una resistencia generalizada en el ‘establishment’ judicial, a la que no es ajeno el reagrupamiento de fuerzas expuesto en Idea. Aunque el oficialismo se enfrenta a la posibilidad de un nuevo Voto No Positivo, que podría tener consecuencias de mayor alcance que la de la 125, está dispuesto a desafiar a los opositores a una crisis de poder. Las destituciones de mandos militares, como consecuencia de los sucesos con la Gendarmería y la Fragata Libertad, se explican por el conjunto de la orientación política oficial para las próximas semanas.
La condena de la crisis mundial
Las peleas que se libran en el campo capitalista, sin embargo, no tienen destino positivo para el régimen político. De choque en choque, la crisis de la economía y de la política se acentúa sin pausa. El viceministro Kicillof confesó la vulnerabilidad oficial cuando pronosticó un año económico mejor, en 2013, a nivel mundial, que daría un respiro a la Argentina. Federico Narvaja, un economista que escribe para Ambito, recordó, hace dos semanas, que ni oficialistas ni opositores habían embocado una en las previsiones de los últimos años. El medio ministro, que hizo el tránsito imposible del marxismo al desarrollismo, en plena bancarrota capitalista, fabula para la tribuna.
Este es el marco extraordinario que plantea una iniciativa estratégica enérgica de la izquierda revolucionaria.
Jorge Altamira