Una de las cosas que más me sorprende del discurso de cierta izquierda es que nos ofrecen una alternativa “al sistema” y son los primeros en reivindicar que la actual democracia tiene limitaciones, que el capitalismo tal y como lo hemos entendido estos últimos años es nefasto y los poderes públicos han perdido su control por parte de los ciudadanos.
Esta izquierda nos ofrece un proceso constituyente, un reset al sistema, una propuesta para el 99%, un cambio de verdad. Algo parecido a la transición de 1977 que termine haciendo un país más democrático, más justo y más solidario.
Es una izquierda de una retórica aplastante y de unas lecciones morales inapelables.
El gran problema es que el propio sistema político, económico y social no cambia porqué gobiernen unos y otros. A largo plazo se notan los diversos modelos de impuestos, de gasto público y de servicios sociales. Pero estos están limitados por los problemas institucionales que pueda tener cada país. Algunos son reformas pequeñas que son posibles en una, dos o tres legislaturas, otros requieren un proceso constituyente.
En el caso de España toda la izquierda desde el PSOE a PODEMOS, desde ICV a Procès Constituent, de IU al grupo troskista más marginal que podamos imaginar están de acuerdo que hay un agotamiento del modelo de la transición y que este ha de cambiarse y realizar un proceso constituyente.
El problema es que su apuesta es púramente cosmética y retórica. El sistema institucional español está blindado. No es necesariamente malo, la derecha no puede hacer un cambio sin contar con la izquierda y la izquierda no puede hacerlo sin contar con la derecha. Pero lo que sí es evidente es que mayorías simples que es a lo que más que puede aspirar la izquierda (incluyendo al PSOE) no pueden hacer este proceso constituyente.
Este proceso requiere mayorías cualificadas en Congreso y Senado de 2/3, no una vez, sino en dos elecciones seguidas y es imposible que PP y C’s pierdan la minoría de bloqueo en el Congreso y mucho menos que el PP la pierda en el Senado. No es coyuntural, sino sistémico.
La única alternativa es una ruptura democrática del actual marco legislativo. En el caso español no sé muy bien como se puede hacer, en el caso catalán tenemos la vía de la independencia (difícil, complicada, llena de dudas, pero como mínimo una vía).
El problema de la ruptura democrática española desde la izquierda (en la que incluyo al PSOE) ya que la derecha está por una ruptura pero en el sentido contrario (más centralismo, más limitación a las libertades individuales, reforzamiento de la capacidad de control del poder legislativo), es que los propios actores no están dispuestos ni a la más simple desobediencia civil.
Sigo sin entender como propuestas revolucionarias (obviamente no la del PSOE) hablan de rupturas democráticas cuando lo más parecido a una desobediencia civil que están dispuestos a hacer es participar en una huelga general (que era una desobediencia civil que ahora está regulada y por tanto integrada en el sistema). Por muy rupturista que sea una huelga general (que puede serlo) es una “desobediencia civil” de muy bajo nivel. Es una ruptura democrática muy menor, que puede forzar a un gobierno electo a cambiar una ley o una serie de políticas pero no altera las instituciones y sus relaciones de poder.
Esta izquierda “transformadora” está aún por debajo de la desobediencia civil que hizo un gobierno de derechas en Catalunya (CiU) y las dos fuerzas que realmente apoyaron el 9N (ERC y CUP). Resulta como mínimo chocante que sean Artur Mas o Joana Ortega, un señor de CDC y otra señora de UDC quienes estén imputados por desobediencia civil mientras los líderes de la izquierda transformadora estén impolutos en este sentido.
Pablo Iglesias, Joan Herrera, Teresa Forcadas, Julio Anguita, Lluís Rabell, Albano Dante, Joan Coscubiela, etc… todos son personas que de una manera u otra respeto u admiro, algunos he compartido momentos de lucha y alguno de ellos lo considero hasta un amigo. Pero los que tienen una imputación por intentar llevar su agenda política democrática y superar el modelo de 1977 son unos señores conservadores, y los que los apoyan en este aspecto sin poner condiciones fueron los señores de ERC y la CUP.
Resulta curioso que unos liberales y unos socialdemócratas a la hora de la verdad y de apostar (acertadamente o no) por un tipo de ruptura democrática con el sistema sean los que al final se la jueguen. Mientras unos supuestos postcomunistas o postcapitalistas dicen liderar el discurso del cambio y nos prometen procesos constituyentes. Estos termina impolutos y no dan apoyo (únicamente en este aspecto) a quien sí se la ha jugado por algo que ellos dicen defender y consideran importante (derecho a decidir de los ciudadanos de Catalunya).
Sigo sin poder imaginar el proceso de ruptura democrática español, la palanca catalana existe, puede que esté oxidada, no tenga punto de apoyo o se rompa, pero el español no lo veo por ningún lado.
Pero aún es peor, los que dicen que van a empujar esa palanca, no solo no la tienen, sino al parecer no están dispuestos a buscarlo.
Porqué un proceso de ruptura democrática pasa… por eso, por una ruptura democrática y una superación del modelo legal anterior basado en el apoyo popular, y para ello, te tienes que mojar, terminar jugándotela y rompiendo… como dice el mismo concepto, con el marco legal y constitucional vigente.
En todo caso, si lo que pretenden es otra cosa, gobernar y darle un barniz más izquierdista a las instituciones nos lo digan, pero no nos expliquen los problemas de arquitectura y estructurales del edificio y luego nos digan que cambiando los muebles y la pintura se arreglan.