Revista Opinión

la izquierda y su deriva al lerrouxismo

Publicado el 22 julio 2015 por Lengua_de_brujo

lerrouxLa profunda transformación social que ha sufrido la población en nuestro país en los últimos 40 años, las políticas conservadoras y neoliberales auspiciadas por los equipos capitaneados por Reagan y Thatcher en la década de los ’80, la caída de un sistema mal llamado socialista que no era más que un capitalismo de estado, incluso la batalla de las palabras que las ha transformado hasta en su mismo concepto, hicieron junto con un gran cúmulo de errores que, por un lado lo que se vino llamando socialdemocracia haya derivado en un apéndice al que asirse en las épocas de bonanza de un sistema que no tiene la más mínima intención de socializarse, sino más bien profundizar en la acumulación de riqueza, no ya sólo de manera económica sino a través de transnacionales que no dudan en desestabilizar países, o simplemente creando nuevos mercados a través de la aparición de nuevos entes nacionales producto de la ruina de otros.

Por otro lado la izquierda no socialdemócrata, esa izquierda diversa y plural que en las últimas décadas nos tiene acostumbrados a reaccionar tarde y mal, y que aún no se ha repuesto de la caída de un bloque que pareciera ser una reserva espiritual. Esta izquierda ha reaccionado como gato panza arriba, o bien encerrándose en grupos dogmáticos y sectarios incluso dentro de organizaciones plurales y de carácter unitario, o bien huyendo hacia delante en una carrera desenfrenada por quemar etapas hacia no se sabe donde.

La derrota en todos los frentes es total, salvo honrosas excepciones, y donde se resiste o resistía a través de estructuras unitarias, se corre el peligro de dejar en manos de grupúsculos muy ideologizados y sectarios su control, dando al traste bien con luchas laborales puntuales pero con fuerte impacto social, bien con proyectos de transformación política de la sociedad.

En esas estábamos cuando esta última crisis (que vamos a seguir padeciendo) remueve los cimientos nacionales, sociales, políticos y hasta del mismo sistema económico que la engendró, y los que nunca habían padecido una crisis sistémica (haced memoria las crisis en el capitalismo son cíclicas. Cuántas habéis vivido ya) les toca de lleno, encontrándose en un absoluto desamparo desde un punto de vista político e incluso sindical, cuyas organizaciones no eran capaces desde hacía algún tiempo de dar respuesta a nuevas formas de hacer y que últimamente, con la que estaba cayendo, estaban más preocupadas en guardar cuotas de poder en vez de saber canalizar nuevos discursos y programas ante el creciente descontento social; no hablemos ya de propuestas estratégicas.

Y en este caos imperante, crisis, socialdemocracia, capitalismo, izquierda o izquierdas, neoliberalismo, nacionalismos… en el que no hay sensibilidad suficiente por sacar partido a propuestas transformadoras, de clase, que hundan sus raíces en la tradición del movimiento obrero en España, pero que lo saque del maremágnun y lo lance hacia el futuro; como decía en este caos, las mentes preclaras (viejas y nuevas) de la izquierda española lanzan a unas personas con fuerte personalidad, algunos son polemistas agresivos, que no han dudado en abrazar hasta el 2013 las banderas rojas y toda suerte de herramientas en sus insignias, pero a los que consideran una gran promesa al estilo “Sálvame”, hombres y mujeres de paja de los consorcios mediáticos que los fichan por grandes sumas de dinero, que nos dicen que todos, políticos, banqueros, sindicalistas, ricos, pobres, que no hay clases sociales, que están los de arriba y los de abajo, que no hay izquierdas ni derechas, que quieren que todo el mundo trabaje, que todo el mundo produzca, y a eso lo llaman ciudadanismo, un lenguaje semi-libertario, que con buena oratoria para eso se han preparado en las mejores universidades, han viajado y dado clases de retórica, van a adormecer y calmar la sed de cambio de la sociedad española.

Los programas ya sólo son un conjunto de sugerencias (ha dicho Manuela Carmena), antes decía una cosa, ahora digo otra, y en vísperas de elecciones ya veremos. Estamos ante el cambio sin cambiar nada.

Esto no es nada nuevo en nuestro panorama político, esto ya se practicó en los años de la Restauración, quizás porque muchos y muchas duermen todavía la modorra de cuarenta años de dictadura franquista no lo saben o no lo quieren saber, pero ya lo practicó Alejandro Lerroux, sólo hace falta acercarse a sus escritos o a artículos periodísticos de la época, para ver cuan parecido es el lenguaje, la falacia, la mentira y el engaño con los nuevos gallos de la política española de hoy, da igual que sean Toni Cantó, Albert Rivera, Pablo Iglesias, Tania Sánchez, Manuel Monereo o Alberto Garzón, todos están cortados por el mismo patrón radical de cambio sin cambiar nada, sólo es un quítate tú que me ponga yo, son el recambio de un mismo sistema político y económico que ve como se agota el filón de los políticos de la Transición y han encontrado una nueva veta, para seguir ejerciendo lo mismo, son los demagogos que están adormeciendo a la clase trabajadora. Para ello cuentan asimismo con elementos dogmáticos y extremistas para que el juego este completo como la dirección actual del PCE o del PCM que llenándose la boca de palabras tan importantes para la clase obrera como unidad popular, las matan en su contenido, enrocándose y desempolvando viejas actitudes y prácticas más propias del partido de los cien niños que de los líderes que pasean en sus escritos y manifestaciones como Dolores Ibárruri o Pepe Díaz.

Para otro día dejaré a los líderes que no han sabido dar un paso atrás, que se enfadaban en sus mítines echando broncas a los asistentes, o que enmierdaron los órganos de dirección dejándolos únicamente para “fontanear” ya que para ellos las organizaciones sólo debían ser una casta-caspa dirigente y la masa que pegaba carteles sin rechistar. ¿Verdad Julio?


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