Desde su participación en el festival de cine de Cannes y después de ver el elenco de la película llorando por haber recibido el premio al mejor reparto, es que comenzó mi interés por la ‘La Jaula de Oro’ y este se incremento recientemente con los premios Ariel a lo mejor del cine mexicano.
Es triste que después de tantos meses de estar en el circuito de premios, apenas se tenga un estreno decente en un país donde abundan las salas de cine. Esa es la realidad de un cine nacional carente de apoyo, más que bueno que no de talento. En pocas palabras, este filme tiene más reconocimientos que audiencia.
De inicio la temática que maneja es suficiente para alejar a un público necesitado de distracción, y no de preocupaciones que abundan en las decenas de noticieros que existen. El fenómeno de la migración es uno que preferimos guardar debajo de la alfombra ante la falta de voluntad para si no solucionar, por lo menos aminorar sus efectos negativos en nuestra sociedad. El mostrar una realidad se requiere de pantalones y más cuando se trata de ser fiel a la vida de miles de personas que su único pecado es el buscar una vida mejor.
En papel la historia de tres jóvenes de Guatemala que tienen como objetivo el cruzar la frontera estadounidense, suena arriesgado y hasta tóxico. No cualquiera puede hacer una película con tal temática sin caer en el sentimentalismo, la falsedad o de plano hundirse en la melancolía. Aún cuando en 2008 la cinta ‘Sin Nombre’ de Cary Fukunaga, logra mayormente salir adelante con un drama y romance, sus características ficticias con la pandilla Salvatrucha persiguiendo al protagonistas al final la hacen inferior en mi opinión a ‘La Jaula de Oro’ que intenta lo más posible apegarse al viacrucis migrante.
Es en el mantenerse fiel a la realidad donde el filme obtiene su valor, pero a la vez resulta ser la causa de su debilidad. El guión pretende en todo momento unir tres historias verídicas en un solo paquete mediante la amistad de sus protagonistas, esto hace que cada cinco minutos veamos calamidades, que aún cuando mantienen el ritmo, no dejas de sentir que todo esta prefabricado. Literalmente piensas que solo falta que les orine el perro. Es demasiado, al punto de saturación en donde pienso que con dos historias hubiera resultado mejor.
Aún con tal observación, el guión tiene sus aciertos y están en la definición de los personajes: uno de ellos es el de Sara (Karen Noemí Martínez Pineda), quien brinda la inocencia e inteligencia al grupo. Con detalles detalles lógicos y coherentes respecto a sus precauciones en su viaje, se llega a crear cierta confianza, para luego voltear la tortilla y sorprendernos con un desenlace tan repentino, que deja un vacío que no puedes creer que no exista conclusión respecto al personaje. Hasta cierto punto es peor no saber, porque te lo imaginas y no es nada agradable.
Sin más detalles de sus vidas, más que la del sueño de cruzar al otro lado de la frontera, es de gran merito de los actores como llegamos a deberás sentir sus alegrías y desgracias. Tanto Brandón López y en especial Carlos Chajon quien se roba la película, son la causa por la que soportamos un trayecto en donde damos gracias que lleguen a encontrar refugio con un religioso y hasta campesinos de la zafra.
Me fascina el estilo cinema vérité que utiliza el director Diego Quemada-Díez. No saben como me alimenta el alma observar a tres jóvenes actores en medio de las vías de un ferrocarril contemplando su situación, o el verlos tan casuales a la orilla de un río. Mis respetos para todo el equipo de producción involucrado para traernos imágenes que debieron ser un tormento obtener: desde las tomas arriba de la bestia de acero, las locaciones y hasta las tuberías de drenaje apestosas que debieron de soportar; esos premios recibidos se los ganaron a pulso.
Si acaso mi queja radica al final , porque en el afán de lograr el tan deseado clímax el director abandona el estilo presentado mayormente durante su cinta, para crear lo que se supone es su crítica poética. Lo peor es que la embarra de un sentimentalismo inexistente, el cual se había reservado y le había funcionado. No había necesidad.
Ahora sí que necesitas cierta sensibilidad al tema, al trabajo por parte de la producción y el intento de concientización sobre la situación migrante. Por desgracia no es para todos, pero tampoco es desecho comercial que Televisa ahora pretende producir también en el cine. Dense la oportunidad de ver esta cinta, no es otro churro mexicano, en esta ocasión vale la pena.