Revista Diario
Es jefa. Y mujer. Y lo sabe. Sabe que por eso no puede permitirse un momento de debilidad. Que le ha costado muchos años ganarse el respeto de todos. Muchos años demostrar su valía y su templanza. Que a ella nadie le tosía. Pero sólo hace seis meses, dos días y cuatro horas (¿es enfermizo contar los minutos y los segundos?) que su hija ya no está. La psiquiatra le dijo que estaba haciendo un duelo patológico. Pero a la psiquiatra no le duele esta desesperación de saber que no podrá volver a verla. También le dijo que volviera al trabajo, que le haría bien. Pero también en eso se equivoca. Cada día, alguien la busca para darle el pésame, un pésame que no sienten pero que abre las compuertas a todo el dolor retenido. - Eres la jefa - se recuerda, mientras llora, escondida en un lavabo. Y por primera vez en la vida, se la trae al fresco. Porque lo único que quiere en este mundo es ser sólo mamá. Y ya no puede serlo.