Edición: Debolsillo, 2008 Páginas: 272 ISBN: 9788483465653 Precio: 7,95 € (e-book: 5,99 €) Esta reseña será un poco diferente a las demás, porque en ella os hablaré de un libro que leí hace muchos años. Si he decidido redactarla ahora es por una cuestión «práctica»: pronto reseñaré otra novela de la autora y, como ya sabéis que me gusta hacer comparaciones entre las obras de un mismo escritor, quiero que este comentario esté aquí para que quien lo desee pueda conocer mis impresiones de una forma más detallada. ***
La joven de la perla, 1665.
Como supongo que nos ocurrió a la mayoría, me acerqué a La joven de la perla (1999) cuando ya se había convertido en un éxito de ventas. Tracy Chevalier (Washington, 1962), que antes de dedicarse a escribir trabajó como editora en Inglaterra, había debutado en el mundo literario dos años antes con El azul de la virgen, una novela que pasó bastante desapercibida. Después de La joven de la perla ha publicado cinco libros más (el último todavía está pendiente de traducir al castellano), aunque ninguno ha alcanzado la fama de su obra más popular. Estamos, por lo tanto, ante su creación más importante. Y yo me pregunto: ¿realmente es para tanto? La joven de la perla nos traslada a la casa del pintor barroco Johannes Vermeer, en la localidad holandesa de Delft. Es el año 1664 y la familia acaba de contratar a una nueva criada, Griet, una joven de origen humilde que debe trabajar para ayudar a sus padres. La esposa del pintor y una de sus hijas causan problemas a la muchacha, pero Vermeer, por el contrario, la invita a posar para él. Este gesto, que en apariencia carece de importancia, pone en una situación complicada a Griet, puesto que al pisar su estudio está entrando en un terreno prohibido para la mujer de Vermeer. Guardando el máximo silencio, entre el pintor y su musa se establece una relación muy particular, que no es una atracción ni un amor al uso, sino una mezcla de respeto y admiración, que con la ingenuidad de la chica se convierte en la historia de una fascinación que la llevará al límite y la marcará para siempre.La lechera, 1658-1660.
La novela tiene tres características presentes en toda la obra de Chevalier: una ambientación histórica evocadora, un trato cuidado de los sentimientos de los personajes y una trama llena de contrastes sociales. El tipo de novela histórica que escribe se aleja mucho del estilo de Ken Follet, Noah Gordon o Ildefonso Falcones: no pretende contar grandes aventuras, sino que se entretiene en las situaciones cotidianas, se esmera en la caracterización de los personajes, tanto los principales como los secundarios, y consigue narrar escenas de mucha tensión emocional con elegancia y buen gusto, sin caer en los trucos sentimentalistas fáciles. Si todavía queda alguien que no haya leído este libro, debe saber que no es un romance entre el pintor rico y la jovencita pobre. No, Chevalier no va por ahí: ante todo, La joven de la perla es la historia de una chica que se adentra en un mundo que no le corresponde, con el desasosiego y el malestar que eso implica. Un relato triste y melancólico que no tiene nada que ver con las novelas de grandes heroínas que superan todas las adversidades. Cambiando de tercio, otro tema fundamental de La joven de la perla es el arte: se hacen abundantes referencias a la obra de Vermeer, no solo a la pintura en la que retrata a la protagonista, sino a otros cuadros en los que trabaja mientras ella está allí o que ha pintado previamente, como Vista de Delft, El concierto o La lechera. Chevalier habla de ellos de una forma asequible para el lector, no hace descripciones técnicas, tan solo los presenta a través de los ojos de Griet. Cuando leí la novela esto me pareció uno de sus grandes atractivos, porque me encanta el arte y lo considero un libro bonito para aproximarse a Vermeer. Sin embargo, al escribir estas líneas ya he descubierto a la autora en libros sin ningún contenido artístico, como Las huellas de la vida, y también me han gustado mucho, de modo que me parecería un error encasillar a Chevalier en el tema del arte. Quizá este asunto atrae a más lectores, pero ella como autora es capaz de abordar otras cuestiones sin perder su esencia.Vista de Delft, 1660-1661.
En tercer lugar, es importante aclarar que La joven de la perla no hace una biografía novelada de Griet y Vermeer; simplemente, se inspira en el cuadro que lleva este nombre y a partir de aquí la autora imagina qué pudo suceder mientras se pintó. No obstante, el hecho de que Chevalier se tome unas cuantas licencias no impide que la recreación de Delft, ese maravilloso lugar donde se mezclan ricos y pobres, esté bastante lograda y podamos imaginarnos a la joven Griet caminando por el pueblo de una zona a otra, en medio de dos mundos. A propósito del tema, me he dado cuenta de que recuerdo las novelas de Chevalier con imágenes y sensaciones, y las que me vienen a la mente al pensar en La joven de la perla son las de una Griet que va al mercado con el rostro afligido, una Griet asustada junto a las mujeres de la casa de Vermeer, una Griet posando con el corazón agitado y la mirada llena de temor… Y todo ello nos lo cuenta Chevalier con un estilo ameno y sin estridencias, que recrea en primera persona la voz de la protagonista, a la que resulta imposible no coger cariño. Al comenzar esta reseña he planteado una pregunta: ¿realmente es para tanto? Tengo que ser sincera: si hubiera escrito esta crítica inmediatamente después de terminar el libro, habría tenido algunas notas de decepción porque cuando lo leí esperaba una novela excepcional y eso no fue lo que encontré. Aun así, me gustó hasta el punto de querer seguir leyendo a la autora, algo bastante significativo. La joven de la perla dista mucho de ser lo que considero una obra maestra, pero es una lectura agradable, bien escrita y con un gran trasfondo detrás de su aparente sencillez. Con respecto al resto de la obra de la autora, me gustó menos que La dama y el unicornio (más rica en puntos de vista y escenarios) y considero que Las huellas de la vida está a su altura pese a no haber alcanzado su éxito. En definitiva, una novela de buen nivel que merece la pena leer si os gustan las historias con sentimientos en un contexto histórico determinado, con personajes muy trabajados y el detalle interesante del arte. ***Tracy Chevalier.