Como lo prometido es deuda, hoy os dejo con la joya de todas las reliquias de mi vestidor, de la que tan insistentemente he hablado estos días de atrás. De pequeña, tengo que reconocer, no me gustaban nada estos chaquetones de piel, ¡me parecían de señora! y ahora a los taytantos me encantan, ¿será que me estoy haciendo señora?
Todavía recuerdo el día en que lo encontramos. Cuando pregunté que de quién era y mi tía me dijo que suyo y que me lo regalaba, ¡no me lo podía creer! Me hizo tanta ilusión como cuando Melchor, Gaspar y Baltasar me dejaron en casa, una madrugada de un cinco de enero, una silla preciosa para pasear pasillo arriba pasillo abajo a mis muñecas.
Así que tía, muchísimas gracias primero por tenerlo, segundo por conservarlo y tercero por regalármelo. Prometo cuidarlo y lucirlo.