Por: Yoel Rivero Marín.
Sagua la Grande. 8 de diciembre de 1902. Las tranquilas aguas del Undoso eran testigos del ajetreo de una ciudad que celebraba sus 90 años de creada. La calle Amistad se rebautizaba como “Carmen Ribalta” y en una de sus casas, el llanto de un niño sumaba una alegría muy particular. Aquella familia, mezcla de América, África y Asia lo bautizaba como Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castilla.
Aquel niño, chino mulato, mulato chino, creció y salió de su Villa, creció y salió de su patria, creció y cambió su nombre. El mundo lo conoció simplemente como: Wifredo Lam.
París, 1938, se encuentra Lam con Pablo Picaso. El sagüero tiene 36 años y arriba desde España, al cabo de una estancia de 14 años en la península. Poco después, asegura Lam, expresó el autor de la Guernica: “Nunca me equivoqué contigo, eres un pintor, un verdadero pintor. Por eso te dije la primera vez que nos vimos que me recordabas a otro hombre: a mí”.
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“Lam introdujo por primera vez en la pintura cubana la cultura negra, con sus mitos y símbolos”. Juan Sánchez.
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“La Jungla es el primer manifiesto plástico del tercer mundo”.
Alain Jouffroy.
En 1981, le es impuesta a Wifredo Lam la orden “Félix Varela”, la más alta distinción que en el terreno de la cultura confiere el Estado cubano. El 11 de septiembre de 1982. Wifredo Lam, aquel niño chino y mulato, mulato y chino nacido en Sagua la Grande 80 años atrás, muere en París y por voluntad expresa, sus restos son trasladados a Cuba.