Hay que ver qué cara más dura. Eso sí, legalmente, con trampas legales, gracias a unas leyes y normas que tanto adoran, hechas a su medida para perpetuarse y conseguir impunidad, aunque no tengan mayoría absoluta. Nos chulean constantemente y lo hacen con la excusa de hacerlo legalmente.
La separación de poderes hace aguas por todos lados. Justo de lo que más presumen. Actúan a sabiendas contra esa separación, con premeditación, nocturnidad y alevosía. Eso sí, legalmente, que para eso tienen unas leyes que les protegen.
El caso Gürtel es de libro, y estoy convencido de que se estudiará en el futuro en las facultades de Derecho y Políticas, como un caso claro de manipulación desde el poder.
Al final el caso Gürtel, que ya les ha condenado socialmente con unas pruebas más claras que el caldo de un asilo, es un típico caso de demolición democrática, eso sí, utilizando ‘su democracia’ para salvarse. Esa democracia falsa y oportunista que pretende utilizar todos los resortes, que previamente se han colocado de forma interesada, para que de forma maquiavélica, puedan justificarse medios impropios e ilegítimos.
El mangoneo en los nombramientos y ceses de los jueces y fiscales de los principales órganos de gobierno judicial ha sido, es y será –si se sigue con el mismo sistema de nombramientos y con el PP como partido mayoritario— tan cotidiano como lamentable. Así, han caído del tribunal que debe juzgar la Gürtel, Julio de Diego (que fue quién con su voto logró sentar a Rajoy en el banquillo) y Ángel Hurtado, ambos progresistas. Sus sustituciones no se han hecho esperar: Juan Pablo González, un juez que formó parte del CGPJ, a propuesta del PP y María José Rodríguez Dupla que se ha encargado de hacer unas normas que permiten sustituir a jueces con causas abiertas.
Y es que esto viene de lejos, recordamos a Pablo Ruz, quién empezó la instrucción y a quien no pudiendo doblegarle le negaron una prórroga para seguir con el caso. Después colocaron a Concepción Espejel (la amiga Concha para Cospedal) que fue recusada, lo que aprovechó el PP para ascenderla y llevarla a la Presidencia de la Sala de lo penal) lo que hace que sea ella una pieza imprescindible para la designación de los jueces encargados de las causas del PP.
Las sospechas siguen en la Fiscalía, con el fiscal Manuel Moix, reprobado por el congreso, y aunque se vio obligado a dimitir como Fiscal general anticorrupción, sigue en la Fiscalía del Estado, o el nuevo fiscal general del Estado: Sánchez Melgar, más de derechas que el grifo del agua fría.
La composición de los órganos de gobierno judiciales tiene que cambiar, si se pretende independencia judicial. Puesto que parece imposible, y lo es, que estén formados mayoritariamente por el partido que gobierna, puesto que lo hace ser juez y parte. Y si a esto añadimos que el Fiscal General también lo nombra el gobierno, estaremos en una democracia coja, incapaz de hacer valer una de las premisas esenciales de la misma: La separación de poderes. El ejecutivo no puede ser juzgado por personas afines, salvo que lo que se pretenda, y así es, es tener impunidad y salir airoso de cualquier caso turbio que pudiera provocar. El caso de la Gürtel no es el único. La actuación de la Audiencia Nacional, del Tribunal Supremo, de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Fiscalía del Estado deja mucho que desear. Hoy están bajo sospecha, puesto que sus miembros son elegidos directa o indirectamente por el gobierno. Y ya todos sabemos cómo elige el Partido Popular, cuyo lema es “ande yo caliente, ríase la gente” y cuyo fin es protegerse, como partido, --los ciudadanos no dejan de ser un efecto colateral-- y tener todo atado y bien atado.Salud y República