Revista En Femenino

La justicia no tiene nombre de mujer

Publicado el 03 febrero 2012 por Daniela @lasdiosas
Iniciar una trayectoria profesional en instituciones policiales implica entrar a un mundo de reglas rígidas, a un mundo de hombres en donde el rechazo puede ser común. Las miradas subvalorativas, las risas, y la competencia serán pan de cada día, por lo que las mujeres deberán esforzarse el doble para ganarse el respeto, la consideración de sus colegas hombres o un ascenso.Ser policía es una actividad que requiere mucho compromiso y fortaleza por los riesgos que implica, especialmente para las mujeres. Hay que tener cierta condición para estar dispuesta a enfrentar situaciones que pueden poner en peligro la vida de manera permanente y no importa el lugar en que se la destine para cumplir sus misiones. Para las mujeres policías, encargadas del tránsito por ejemplo, actividad a la que son destinadas la mayoría de las mujeres policías, en el Perú, el riesgo es permanente; golpes, insultos, secuestros, atropellos no les son ajenos. Hemos podido visualizar muchas veces el ensañamiento de chóferes que evidencian su machismo y su rabia al ver a mujeres en situación de poder que no pueden admitir, como sucedió el 8 de marzo del 2011 cuando una agente de la policía fue secuestrada por Alejandro Pujadas Urpe porque le puso una papeleta debido a que se estacionó mal en un lugar de la Victoria.(1)Por otra parte, la forma en que se juzga los comportamientos de las mujeres cuando no actúan según lo esperado para su género, en general suele ser muy dura y en el caso de las mujeres policías parece ser mucho más severa, más aún cuando se considera que han roto las estrictas normas que se supone rigen la institución que, pese a los cambios que se están produciendo, al interior no deja de ser parte de un sistema de poder jerárquico, masculino, castigador. No puede dejar de notarse que la mayoría de escándalos que se difunden en relación a integrantes de la fuerza policial tienen que ver con mujeres. Basta recordar los casos de las jóvenes mujeres que fueron fotografiadas bebiendo, besándose o posando semidesnudas en diferentes lugares del país y en privado, pero que tuvieron la mala suerte de que alguien “suba” las fotos a la red y de ahí se desate el escándalo, con el auspicio de cierta prensa siempre en la búsqueda de atisbar la intimidad, acusar, azuzar la moralina, mandar a las que se supone rompen las reglas de las nuevas inquisiciones y elevar el rating.  Inmediatamente se les aplicaron las sanciones. “No podemos permitir más indisciplinas como éstas, así que, por ahora, la separación sin goce de haber es la sanción”, declaró en una de estas situaciones la entonces ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, para expresar públicamente su autoridad, sorprendiendo la rapidez, pues cuántas veces no hemos visto situaciones semejantes entre policías hombres sin que haya mediado respuestas tan severas.  De la invasión a su privacidad no se dijo nada, no se censuró, no se cuestionó.Sin embargo, cuando las mujeres policías son víctimas de abusos, parece no haber tanta rapidez en la investigación y en la sanción. Eso parece haber sucedido con la capitana Graciela Valdivia, quien tiene doce años en la Policía Nacional con una hoja de servicios impecable, habiéndose destacado por su entrega y compromiso. No es difícil imaginarnos lo duro que debe haber trabajado la capitana para alcanzar ese rango en  una institución tan masculinizada. Ella fue, para más información que da cuenta de su profesionalismo, edecán de las ex ministras de la Mujer Luisa María Cuculiza y Susana Villarán, un encargo de mucha responsabilidad.La capitana Valdivia, en una de esas valientes acciones, de las muchas que debe haber realizado en su vida profesional, denunció nada menos que al  Director General de Policía General Raúl Becerra por acoso sexual. Ella ha declarado que el general, intentando seducirla, le “prometía puestos y me hacía insinuaciones. Quería que lo llame Raulito o con otros adjetivos que tienen que ver con una situación sentimental”. En una ocasión, cuando acudió a su llamado a su oficina, insistiendo en su demanda, intentó besarla, dándole ella un golpe en su rostro, según declaró. El denunciar el acoso del general, a quien en su lógica de poder le debe haber parecido inconcebible el rechazo de una subalterna, le significó a la capitana iniciar una ruta de hostigamiento permanente tanto a través de la línea telefónica como en su trabajo.  “Una se siente en la obligación de responder las llamadas,” dice la capitana cuando se le pregunta sobre las llamadas del General que habría contestado, expresando como la obediencia como regla prima en quienes integran la institución policial.En enero, la trasladaron a Arequipa, luego más lejos, al asiento minero Orcopampa. En julio, la destacaron a la localidad de Pocsi en las afueras de Arequipa, donde las condiciones para una mujer no son las más favorables, pues no existen espacios separados por género, según informó la ex directora de la Mujer Maria Ysabel Cedano en su muro en Facebook. Que podría detener el traslado, le decía el general acosador para chantajearla, pero al no aceptar ella las insinuaciones y hacer la denuncia, el hostigamiento siguió, como lo demuestran los traslados y las llamadas intimidatorias que ha denunciado la capitana.En el mes de agosto, le iniciaron una investigación porque habría cometido infracciones y la sancionaron. Mientras, su denuncia por acoso sexual y abuso de autoridad fue archivada por falta de pruebas. En una instructiva en el fuero militar  donde se tramita su caso, se puede ver al Fiscal superior ante la Vocalía del Fuero Militar Policial, el General Jorge. A Cárdenas, decir enfáticamente que tienen la obligación de abrirle un proceso de oficio porque “tu no has denunciado a cualquier persona, has denuncia al director general que es la imagen de toda la institución”.(2)  Y si hubiera sido un suboficial, ¿habría sido diferente el tratamiento? ¿Le creerían más? ¿Investigarían menos? nos preguntamos al oír esta argumentación.Tal parece entonces que la institución “herida” no sólo liberó al acusado de polvo y paja, sino que mandó a detener a la oficial, el 27 de enero en Arequipa, cuando acudió a la cita en el Tribunal Militar-Policial Sur, para escuchar el archivamiento de su caso. Gracias a las denuncias y a la intervención de instituciones como IDL y Manuela Ramos, que  han asumido su defensa, y de la propia ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, la capitana fue liberada y se supone se reintegrará a su puesto. Mientras tanto, seguirá buscando justicia en el fuero civil, en donde quién sabe cómo será la batalla, pues tal parece que en las denuncias sobre acoso, violación y abuso sexual, raras veces se llega a determinar alguna sanción y cuando sí se llega, luego de pasar a declarar la víctima entre dos y cinco veces y contestar en múltiples ocasiones preguntas sobre su vida sexual, se le da una reparación civil  entre 200 y 1500 soles.(3) Imaginamos que se pensará que a más vida sexual, más posibilidad de haber provocado la violencia,  violación o abuso.Algo de esta visión subyace en el caso de Ricardo Sánchez Carlessi, sobre quien escribí en esta columna.(4)  Este hombre de 68 años, quien abusó de su sobrina nieta desde que tenía 11 años y fue descubierto con fotografías y videos sobre el abominable hecho, fue puesto en arresto domiciliario por la jueza Teresa Solís de la Cruz, quien además ha argumentado que aunque la niña tenga 13 ahora, aparenta tener 16 años y consintió a las relaciones,(5) siendo esto una atenuante a la acción del violador.  Parece que no importa el fuero, cuando de violencia sexual se trata la justicia se muestra androcéntrica, más allá de que quienes estén encargados de impartirla sean hombres o mujeres.Las dificultades de lograr justicia en situaciones que llegan incluso a ser dramáticamente evidentes no son sino un indicador de cómo subsisten y se siguen nutriendo las jerarquías de género en las instituciones y de que pese al ingreso de las mujeres, no ha logrado romperse la hegemonía del poder masculino, que sigue impregnando tanto el ámbito privado como el público, las relaciones en el mundo del trabajo, la cultura, la sexualidad, etc. Es necesario seguir insistiendo y denunciando todas estas expresiones que tienen que ver con la visión subordinada y objetualizada hacia las mujeres y aunque es largo el camino, tenemos la esperanza de que para la capitana Valdivia y para todas las mujeres y niñas abusadas, se haga justicia.Por Rosa Montalvo Reinoso[email protected] Noticias Ser PerúLa Ciudad de las DiosasNotas:1) “Chofer secuestró a mujer policía porque le puso papeleta”, El Comercio, 8 de marzo del 2011. http://elcomercio.pe/lima/724514/noticia-chofer-secuestro-mujer-policia-...2) Fiscal del Fuero Militar a capitana: “No has denunciado a cualquier persona”.http://www.youtube.com/watch?v=oyZ7giflrfw3) Defensoría del Pueblo, Violencia sexual en el Perú: Un estudio de casos judiciales, Informe de Adjuntía Nº 004-2011-DP/ADM, noviembre de 2011.4) NoticiasSER. http://www.noticiasser.pe/19/10/2011/teleidoscopio/vidas-marcadas5) Melissa Pérez, “Horrores: El violador de su sobrina de 11 años tiene ahora arresto domiciliario”,  Hildebrandt en sus trece, 26 de enero de 2012

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