Cuando iniciamos nuestra pequeña excursión a la provincia de Soria, nuestras expectativas era encontrarnos los clásicos campos de Castilla, en tonos ocres y marrones, que a vista de pájaro recuerdan a una alfombra parcheada tupida… Pero para nuestra sorpresa, a través de las carreteras que nos adentraban en la región descubrimos que el norte de Soria alberga un paisaje verde, con abundante vegetación y parajes naturales sorprendentes que impactan los sentidos.
Para empezar, queremos hacer una parada en un espacio especial situado en el municipio de Vinuesa, a unos 16 km de la localidad (dónde estuvimos alojados) y que sin dudarlo merece una visita. Siguiendo las indicaciones que desde esta localidad nacen encontrareis la Laguna Negra, un depósito de agua de origen glaciar excepcional, que conforma una imagen maravillosa y que incrementa su atractivo aun más, si es posible, a través de las enigmáticas leyendas que la envuelven (voces y ecos misteriosos, un lago sin fondo, una dama que atrae a los caballeros hasta la orilla, hay quien dice que comunica a través de cuevas con el mar directamente y ha observado olas...)
La verticalidad de las paredes que rodea este depósito de agua es fruto de la erosión provocada en la Era Cuaternaria, hace unos 2 millones de años, por el glaciar que descendía hacia el valle de Revinuesa y los deshielos recurrentes. Hoy, esas rocas que encierran al agua, esconden colonias de buitres leonados que sobrevuelan la zona.
Los accesos a la Laguna Negra en la época invernal quedan limitados a un estacionamiento que se encuentra a unos dos kilómetros de ésta.
Desde el aparcamiento, existe una pista forestal que, con un desnivel de un 10%, os permitirá acceder hasta el paraje natural en unos 20-25 minutos andando. Aunque el trayecto está al alcance de casi todos los público, para facilitar el ascenso a aquellos interesados, existe un autobús, cuya tarifa es de un euro ida/vuelta que sale cada 30 minutos desde el aparcamiento.
En el mes de abril, tras un invierno de abundantes lluvias y numerosas nevadas, el río se mostraban generoso y el caudal de agua discurría sonoro.
La zona está poblada de pinos que crecen entre las rocas formando un paisaje curioso y sombrío a partes iguales. Además, las hayas, cuya peculiaridad son los colores rojizos que toman durante el otoño, se salpican por la zona.
Sus aguas parecen densas. En función de las condiciones climatológicas del día, el agua se torna entre negra y verdosa, pero siempre oscura, como si fuera impenetrable, transmitiendo una imagen mística y tenebrosa.
La mirada se pierde en el infinito a los pies de la laguna… Rodeados por los muros rocosos, se puede percibir como el agua, en su quietud, parece un espejo. A lo lejos, el sonido de unas cascadas rompen el silencio, en plena Sierra de Urbión, el deshielo se manifiesta a través de los saltos de agua que caen desde lo alto con ímpetu…
Los caminos habilitados te dirigen hacia ellos. Se puede observar como el agua se filtra inquieta y ofrece imágenes bucólicas en las que los visitantes hacen una parada casi obligada para disfrutar de la situación e inmortalizar el momento con sus cámaras, asi como para sentarse a disfrutar de la imagen que el entorno ofrece.
Durante la visita, nos contaba un amigo, conocedor de la zona, que hace bastantes años, el paisaje se mostraba menos “humanizado”. Ahora unas pasarelas rodean el lago, impidiendo el acceso a la orilla.
Desde la Laguna Negra se puede iniciar la subida hacia el Pico Urbión, con una panorámica impresionanante. Allí nace el río Duero. Un ascenso de pendiente pronunciada y que hasta bien avanzada la primavera estará cubierto de hielo.
Este paraje peculiar es especial, un motivo, entre otros que os iremos mostrando, para hacer una excursión a tierras sorianas. Es un escenario que a algunos sirvió de inspiración para desarrollar historias de ficción que han pasado de mano en mano, hasta casi convertirlas en realidad. Un tesoro de la naturaleza que sobrevive al paso del tiempo, rodeado de misterios e historias que corren de boca en boca…
“(…) y el eco duerme, rodea; agua clara donde beben las águilas de la sierra, donde el jabalí del monte y el ciervo y el corzo abrevan; agua pura y silenciosa que copia cosas eternas; agua impasible que guarda en su seno las estrellas (…)” (Antonio Machado; La Tierra de Alvargonzalez)
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Revista Cultura y Ocio
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