Immanuel
Kant, cuando en un texto bien conocido se pregunta "¿Qué es la Ilustración?", responde diciendo que la
Ilustración es, en esencia, la liberación del Ser Humano de su minoría de edad
y que cada persona asuma el reto de guiarse por su propio conocimiento y
criterio sin someterse a la opinión de otros. Y dicho esto, Kant, para
reafirmar su enunciado, nos dice:
"¡Sapere
Aude! Ten el valor de guiarte por tu propio conocimiento. Esta es la divisa de
la Ilustración".
En
este punto hay que decir que la Francmasonería, que desde sus orígenes siempre
ha estado firmemente anclada tanto en su filosofía y como en su praxis con el
pensamiento de la Ilustración en su afán por liberar al Ser Humano de las
cadenas que el oscurantismo y de los intereses de la casta dominante, ha
constituido siempre la vanguardia militante de la causa del programa
emancipador de la Ilustración en su magna tarea de propiciar el Progreso de la
Humanidad,
Para
todo Francmasón, la Libertad es el modo de ser del Ser Humano en el Mundo, pero
es también el modo de ser del Mundo para el Ser Humano.
Y
es a partir de este convencimiento que el Rito Francés, por propia definición,
asume como piedra de toque de su más íntima esencia y razón de ser, que el
orden socio-político se estructure en base a un marco común de convivencia
fundamentado en la igualdad de toda la Ciudadanía en derechos y en deberes que
permitan construir una Sociedad Democrática en la que las adscripciones
personales y contingentes de cada uno de sus miembros se armonicen e integren
en un Centro de Unión que permita Reunir lo Disperso.
Y
este marco general de convivencia, definido en el orden profano por los pilares
de los Valores Republicanos (Libertad, Igualdad y Fraternidad)y por los principios de Ciudadanía y de
Democracia que le dan contenido, es lo que venimos a definir como Laicidad.
En
este punto, delimitemos conceptos.
La
Laicidad no es un principio "liquido"
sino por el contrario, es la manifestación directa y sin cortapisa alguna de la
fortaleza, la solidez y la coherencia de los valores del Humanismo y del
programa emancipador de la Ilustración. Ni más ni menos.
Dicho
de otro modo: la Laicidad es un valor irrenunciable en el marco de una Sociedad
libre, abierta y democrática y el mejor antídoto frente a la amenaza
totalizadora del Pensamiento Único, sea cual sea y venga de donde venga y que
de triunfar, acabaría por convertir a las sociedades democráticas en un Paraíso
para unos pocos y en un infierno para la mayoría.
Y
en esta confrontación entre modelos (la Democracia frente a la Barbarie), el
Rito Francés ha sido desde siempre la primera barricada de la lucha por la
Libertad en inequívoca coherencia con los principios del proyecto de
Emancipación por los cuales ha luchado la Francmasonería desde sus orígenes.
Hay
que tener en cuenta un hecho esencial: el fracaso de la Laicidad es la
mismísima derrota de la Democracia y de los valores de la Ilustración, de tal
modo que los Masones que practicamos el Rito Francés sabemos que, en su
defensa, debemos mantenernos siempre activos y militantes frente a cualquier
tentación de componenda o de transacción.
Hechos
como las amenazas que representan el terrorismo islámico o la emergencia del
fenómeno del neonazismo en Europa en los tiempos que nos han tocado vivir,
constituyen para nosotros un acicate para mantener nuestro combate por la
Libertad y la Tolerancia.
Y
en este punto, una breve pero trascendental referencia histórica.
En
1877, el Convento del Gran Oriente de Francia, suprimió de su Constitución la
frase “La Francmasonería tiene por
principio la existencia de Dios y la inmortalidad del alma”, principio que
había sido introducido muy tardíamente en sus principios fundamentales en 1849.
Con
esta decisión, el Convento de 1877 del Gran Oriente de Francia, restauró en
toda su plenitud el principio de adogmatismo proclamado en las Constituciones
de Anderson, reafirmando la reivindicación del ejercicio de la Libertad
absoluta de conciencia como valor supremo de nuestra Orden.
Es
más, con la asunción de este criterio, el Gran Oriente de Francia y de su Rito
de Referencia, el Rito Francés, abrió sus puertas, clara y diáfanamente, a todo
el Orbe Masónico con independencia de los Ritos que libremente practiquen en
sus Logias, restableciendo como pilar fundamental del quehacer Masónico, su
naturaleza inclusiva acorde con los principios fundacionales de nuestra Orden,
en tanto que Centro de Unión que aspira a Unir lo Disperso.
Esta
es pues la firme posición que hoy preserva, mantiene y defiende firmemente el
Rito Francés y es a su vez la virtud que lo convierte en una potente vía de
trabajo masónico auténticamente Humanista, Revolucionaria y Liberadora.
Prometeo
(M.·.M.·.) - R.·.L.·. Icària. Or.·. de Barcelona