La leche materna es hasta hoy en día una de las pocas costumbres que desde el principio de la humanidad jamás ha cambiado y que se sigue prefiriendo frente a otras alternativas . Sin duda hoy en día sigue siendo para nosotros la mejor forma de alimentación para nuestros hijos.
Estudios han demostrado que la lactancia ayuda a proteger nuestros bebés frente a infecciones que ha sufrido la madre y a aquellos por los que ha pasado el bebé. Hay que tener en cuenta que los bebés tienen un sistema inmune inmaduro y la leche materna incluye anticuerpos y proteinas como son el caso de la lactoferrina y lisozima las cuales tienen propiedades antibacterianas y son conocidas como componentes de la inmunidad innata.
Los primeros días del bebé
Durante los primeros días tras el nacimiento, la leche materna produce una gran cantidad de células inmunes. Esto es así debido a que el organismo del recién nacido no tiene suficientemente desarrollado el sistema inmunológico. Con el paso de los días esta producción de células va reduciéndose en un 70% al terminar las dos semanas.
Curiosamente, tanto en el caso de que la madre enferme o el pequeño la producción de estas células aumentan. Por ello conocemos que el porcentaje medio de células se encuentra en un 2%.
Lo único que no se sabe actualmente es si estas variaciones de producción de células se produce para proteger al bebé en caso de que este caiga enfermo o por el contrario es una auto protección hacia la madre de que no exista una infección procedente del recién nacido.
En los países subdesarrollados es de vital importancia la salud de la madre ya que se refleja inmediatamente en el recién nacido. Si la madre sufre una enfermedad, la leche producida sera por lo tanto de peor calidad. En los países desarrollados, aunque se prefiere sin excepción alguna la leche materna, sí es cierto que se cuentan con otras alternativas para protegerles.
Foto cedida por HoboMama