"Clásico" es un término que denota la idea de lo antiguo y pasado de moda. Y en cualquier otro ámbito que no sea la literatura tal vez tenga su sentido y su encanto. Aunque ahora sería "vintage", "out", o cualquier otro anglicismo que tercie, que queda muy y más "cool". Sin embargo, esa denominación para una obra literaria nos hace creer, por extensión terminológica, que leer un libro clásico es lo mismo que leer un clásico libro. La literatura está llena de clásicos libros que se venden como rosquillas, que es de lo que se trata a la postre final. No hay que rebuscar en tiempos pasados para ello. Sin duda, el lenguaje usado de los libros clásicos puede llegarnos a abrumarnos en demasía. Seguro que sí. Tal vez sea que el lenguaje, incluso el literario, ha evolucionado conceptualmente hasta hacernos creer que leer un libro clásico es la pesada tapa metálica de los antiguos cubos de basura de los años cincuenta y sesenta que nos aplasta y ahoga. Queremos lo nuevo porque creemos que nos enseña a vivir en el mundo actual, aun siendo un mundo manipulado, al fin y al cabo, en el que sólo tiene reflejo social lo que conviene. Y tal vez tenga cierta certeza inconsciente de que así es, pero un libro clásico sobrevive al paso de los años por alguna razón incomprensible relacionada con el reflejo de la universalidad y perdurabilidad del pensamiento humano a través del Tiempo y del Espacio. Un libro clásico es un recuerdo que nos martillea cómo somos en la profundidad de nuestros dramas filosóficos y la irónica comedia cotidiana tan llena de hipocresía social. Así que sólo un libro se hace clásico cuando destruye los ladrillos del muro del efímero pensamiento social moderno y se adhiere al más profundo pensamiento filosófico de la vida en su aspecto más incómodo de aceptar. Y eso sí que te enseña a vivir en le mundo moderno, y te ayuda a aceptar la insoportable levedad de la propia honestidad humana. Porque tenemos, respondemos y repetimos las mismas respuestas viscerales a los mismo problemas sociales universales. Lo contrario es la genialidad. Un clásico es la vida misma camuflada en palabras, y desentrañar sus significados requiere cierto esfuerzo existencial, comprensión, o simplemente necesidad interior.