El señor Barbusse, camino de la cabaña que tiene en Kufstein, Austria
Encontramos al señor Barbusse en los alrededores de su cabaña de Kufstein, en el Tirol austríaco, dando un paseo. Allí ha preparado, junto a su fiel colaborador y secretario, monsieur Duvenand, su nuevo proyecto: una lectura ilustrada del Walden, de Henry David Thoreau, lectura de la que esperamos mucho y cuyo plazo de inscripción sigue abierto hasta el próximo 2 de febrero Hemos acompañado en su caminata a Barbusse y le hemos hecho una breve entrevista al aire libre, que esperamos sea del agrado de todos ustedes, con independencia de la primicia que nos ha dado en exclusiva y que lamentamos de veras tener que comunicar a sus seguidores. Sea como sea, el deber de todo buen periodista, que es lo que somos, nos obliga a cumplir con nuestro compromiso de información fidedigna y responsable. He aquí el resultado de nuestra conversación con Barbusse.
Sr. Barbusse, ¿qué tiene que decirle el Walden de Thoreau a un ciudadano del siglo XXI?
Más que lo que tiene que decirle es lo que puede enseñarle. Y lo que puede enseñarle es a parar. A mirar y a escuchar. También a remover su conciencia, a interrogarse su visión del mundo, a no dar por aceptado lo que la mayoría ha decretado que es así porque debe ser así. Walden es un libro que nos pulsa constantemente, nos hace replantearnos por qué el ser humano ha organizado tan malamente esto de vivir, cuyo resultado es que la mayoría de nosotros vivimos vidas “de tranquila desesperación”, como decía Thoreau.
¿Puede decirse entonces que es un libro que no ha envejecido?
No solo no ha envejecido, sino que está más vigente que nunca. Todo lo que nos cuenta Walden, toda esa huida a los bosques y las reflexiones que ello conlleva no es más que apología de la vida para ser vivida deliberadamente, con plenitud, con honestidad hacia nosotros mismos. Es también una crítica atroz del conformismo y de la opinión mayoritariamente aceptada. Del borreguismo, que es hoy día la mayor amenaza de la libertad del hombre. Es, por tanto, un libro tan actual como necesario.
¿Qué tiene Walden para haberse convertido en un libro mítico, en un referente para tantas personas?
Muchos dicen que cuando se lee a Thoreau, ya no desea leer nada más. Es una frase que puedo comprender. En realidad, cuando descubres a Thoreau, descubres a un amigo que, a través de los siglos, te habla de lo importante de la vida y de cómo habría que enfrentarse a ella. Es como si alguien te plantease la posibilidad de empezar a vivir de nuevo, de cero, haciendo tabla rasa, haciendo las cosas según tus propios gustos, sin imposiciones de nadie ni de nada, cuanto menos de la sociedad. Y esto es muy refrescante. Walden es un libro de una extremada e inusual pureza. Es un libro cristalino (como el agua de la laguna donde va a vivir Thoreau), algo rarísimo de encontrar.
Según usted ha dicho, uno de sus libros más queridos.
Thoreau para mí es muy especial. Siento mucha conexión con él, con su manera de pensar y de estar en el mundo. Walden, efectivamente, es uno de mis libros preferidos. Un libro al que adoro, no solo por su amor a la naturaleza, por su comunión con ella, sino porque es una oda al individualismo, a la desaceleración, a la soledad creativa, a la libertad. Es una obra que tenía que estar en el blog más tarde o más temprano. De hecho, tenía en mente este proyecto de lectura desde hace tiempo, pero por una razón o por otra (quizá por el enorme respeto que le tengo, o el miedo de que no gustara como a mí), no terminaba por decidirme, y lo postergaba una y otra vez. Ahora ha llegado su momento, entre otras cosas porque no podía cerrar el blog sin incluir una lectura ilustrada del Walden. No me lo hubiera perdonado. Creo que este es el mejor broche final que El infierno de Barbusse podría tener.
¿Estamos oyendo bien? ¿El infierno de Barbusse cierra sus puertas?
Sí, así es. Me ha costado decidirme, pero toda fruta madura termina por caer.
¿Qué le ha llevado a tomar esta decisión?
Desde luego no tiene nada que ver con eso que tanto preocupa a la mayoría de autores de blogs, que si el número de seguidores crece, que si decrece, que si tengo más me gustas, que si no. Esto es algo que me ha traído sin cuidado desde que comencé. Me ha interesado siempre más la calidad que la cantidad de los seguidores. Subscribo aquello de Unamuno de que “Es preferible sacudir las entrañas o las cabezas de cuatro semejantes, a ser aplaudido y admirado por cuatro millones de imbéciles". Así que de mis seguidores estoy plenamente satisfecho, tanto de su participación como de su implicación en las actividades que he propuesto siempre. La clave está en que tras ocho años de administrar y escribir un blog –y más un blog como El infierno de Barbusse, tan incontenible-, hay un cansancio y un desgaste evidentes, esto es así. Con el cansancio se pierde el afán, eso tan necesario para llevar a cabo cualquier cosa, y se corre el riesgo de que lo que uno hace por placer se termine convirtiendo en una obligación, con lo cual ya no resulta tan placentero. Cuando esto se vislumbra en el horizonte, es que ha llegado el momento de dejarlo.
No nos extraña que esté usted cansado. Han sido ocho años bien cargados de contenidos. Mirando el histórico del blog a uno le sobreviene cierto vértigo.
Sí, me pasa igual. Cuando miro atrás y veo la trayectoria del blog, yo mismo me sorprendo. Hay muchos proyectos robustos, arduos. Recuerdo por ejemplo, la Lectura ilustrada del Quijote, que ocupó todo un año, o la de la Comedia de Dante, ambas exigentes y muy laboriosas. No puedo negar que me siento muy orgulloso de haber aportado mi granito de arena para que algunos buenos lectores hayan podido conocer (y perderle el miedo) a los grandes de la literatura, a esos libros que realmente merecen la pena, que pueden hacerte cambiar, si no la vida, al menos la visión de la vida, que ya es mucho. Es que estamos hablando de Cervantes y de Dante, por supuesto, pero también de Homero, Séneca, Tolstói, Kafka, Flaubert, Unamuno, Cela, Woolf, Shelley… Sus nombres hablan por sí solos.
¿Se le queda algún proyecto en el tintero, alguna nueva lectura que le rondara la cabeza?
Algunas hay. Una lectura ilustrada de los Viajes de Gulliver, de Moby Dick, de las Mil y una Noches, un Otoño Ibsen...
¿No va echar de menos el contacto con sus seguidores, compartir con ellos sus lecturas?
Por supuesto que sí. En estas cosas no sabe uno cuándo va a acertar, si la decisión es correcta o no. Pero me guío mucho por mi instinto, y ahora estoy en un momento en el que me apetece una actividad lectora absolutamente anónima.
¿Se va para no volver?
El infierno de Barbusse, como tal, es un proyecto que ha cumplido su ciclo. Ha alcanzado “la meta del tiempo otorgado”, que diría Séneca. Así que no volverá. Otra cosa es que la capacidad proteica de Barbusse le haga manifestarse de alguna otra manera. Y eso ni yo mismo lo sé.
¿Quizá seguirá estando presente en las redes sociales, por ejemplo en Twitter?
No lo creo. Las redes sociales, en general, y Twitter, en particular tienen dos graves consecuencias, en mi opinión: te destruyen muchas neuronas y te roban un tiempo precioso. Por eso intento dedicarles el menor tiempo posible. Las redes sociales, tal como están concebidas, no son más que recipientes de vanidad, frivolidad y radicalismo. La ecografía de un planeta estúpido. Como las ha definido Sylvain Tesson: "el nuevo estanque digital donde se mira Narciso". Debería haber un prospecto que advirtiera de sus efectos adversos. No sé como el Ministerio de Sanidad no toma cartas en el asunto.
¿Qué le diría a todos esos seguidores que siempre han estado ahí, atendiendo a lo que dice, participando en sus propuestas?
Les doy las gracias a todos por todo, de corazón. Por su atención y por su fidelidad. Por su amabilidad, que es de las pocas cosas que ya me conmueven. Querría decirles que se consideren siempre lectores adultos, en el mejor sentido de la palabra, lectores ilustres. Y que si lo que han leído durante estos años por recomendación mía les ha hecho apreciar mejor los buenos libros y ser mejores lectores de lo que eran, me puedo ir plenamente satisfecho. Hacen faltan lectores bien equipados, con un buen arsenal de lecturas de calidad en el baúl. Lecturas que les hagan crecer, sentir la vida, deslumbrarse. Solo así se logra tener un criterio propio, distinguir las voces de los ecos. Es la única esperanza de que los libros no se conviertan, como ya estamos viendo, en el principal enemigo de los Libros.
¿Hará un despedida formal del blog?
No me gustan las despedidas, así que voy a dejar que sea el Walden, las maravillosas palabras de Thoreau, que nos acompañarán durante dos meses, las que se despidan por mí. No se me ocurre una forma más cálida y expresiva de decir adiós.
Muchas gracias por la entrevista, señor Barbusse.
Gracias a ustedes, y vénganse conmigo a la cabaña, que creo que Duvenand nos ha preparado un cafetito.
