Pierrette, posa junto a la voto de su marido, José Sáez Cutanda.José Sáez Cutanda.
El Gobierno francés ha decidido otorgar la más alta condecoración del Estado a los supervivientes españoles que pasaron por los campos de concentración nazis. A falta del reconocimiento del Gobierno español, que ha ignorado este hecho, ha tenido que ser un país extranjero, quien reconociera como héroes a esos andaluces, catalanes, gallegos, valencianos, castellanos… que lucharon por la libertad de España y de Europa. Un gesto que ha dejado en ridículo a negociantes y burócratas que dirigen las riendas de nuestro país.
Pierrette, esposa de José Sáez Cutanda, un deportado español, se siente profundamente feliz. Desde que murió su marido, colabora activamente con la Amicale française de Mauthausen. Uno de sus compañeros acaba de anunciarle la buena nueva: el Gobierno francés se ha puesto en contacto con la asociación para comunicarle que ha decidido conceder la Legión de Honor a todos los deportados españoles que permanecen con vida. Pierrette está preparando el dossier con los nombres y direcciones de todos los deportados españoles. “Son pocos –dice– porque la mayoría ya ha muerto. Pero más vale tarde…”. La anciana no olvida que otros españoles ya fallecidos recibieron en su día esta misma distinción o alguna otra condecoración por parte del Gobierno y el Ejército galo. “En España, en cambio, son los grandes olvidados. Mi José nunca tuvo ni siquiera un homenaje. En 2006, hicieron un acto en Albacete para recordar a los deportados de esa provincia, pero él ya había muerto”.
La derecha (los hijos, nietos y herederos políticos del franquismo) presionó con todo, hasta con la amenaza de un golpe de Estado, para que los deportados españoles se les mantuvieran en el olvido. El poeta y novelista José Manuel Caballero Bonald afirma: “El final del franquismo supuso el despertar de una esperanza y la entrada en un futuro, incierto, pero distinto. Era, pensando en todo lo que había pasado, el final de una historia con culpables. Ese borrón y cuenta nueva de la transición a muchos nos parecía injusto. Nos parecía que, de alguna forma, el franquismo debería haber sido juzgado. Y no lo fue. Yo, personalmente, me sentía muy poco satisfecho con ese proceso hacia la libertad y pensaba que todos los culpables estaban actuando en plena transición. Opino que en la transición se omitió el pasado y se hizo que la historia de aquel tiempo fuera una historia sin culpables. Aunque quizá no había otra manera de hacerlo, yo no estoy de acuerdo. El franquismo exigía un juicio”.
Los padres de la Constitución tuvieron una pistola en la nuca que amenazaba con acabar con la incipiente democracia si no se mantenía la verdad histórica del franquismo. Y Felipe González no aprovechó sus 15 años de mandato y amplias mayorías para acabar con ese inaceptable chantaje. El barcelonés Marcial Mayans, a sus 94 años, así lo explicaba: “La derecha no hizo nada, eso ya sabíamos que iba a ser así. Pero ha habido otros gobiernos más favorables, con los socialistas, pero hay que e decir las cosas por su nombre, y ellos no hicieron nada. Ni González ni otros, nada de nada. Eso es lo que me sabe más mal. Que la derecha nos ignorara, que son los hijos de los que mandaban con Franco, no deja de ser normal. Pero los otros...”.