Revista Opinión
La legislatura languidece; no se puede dejar correr el calendario de brazos cruzados, como ha sugerido Rubalcaba. El Gobierno debe escuchar los mensajes que le llegan de Bruselas y acabar las reformas pendientes. España no resiste este mortecino devenir de la economía y la insolvencia de un Gobierno Ineficiente; necesita un mandato claro y reformista para el CAMBIO de gobierno y de formas nuevas. «El cambio significa creación de empleo, modernización del sector público, regeneración institucional y políticas sociales». Estamos ante una encrucijada, la crisis, se ha dicho, no sólo es financiera sino también «ética, política e institucional» y de «modelo de Estado».
Los graves problemas que debe afrontar España exigen aplicar medidas económicas que, previsiblemente, resultarán duras; de ahí que haya que «proponer grandes pactos nacionales»; tales acuerdos no se circunscribirán únicamente al ámbito financiero y al mercado laboral, sino a otras áreas que engloban la reforma de las administraciones, la Sanidad, e incluso la política antiterrorista. Frente al mensaje del miedo a la derecha y al adelgazamiento del estado del bienestar, que previsiblemente reiterará el PSOE durante la campaña electoral, Rajoy debe ganarse a la juventud con soluciones reales e ilusionantes y mostrar su intención de no hacer recortes sociales.
«El PP, según vienen proponiendo, va a entablar el cambio»; tiene pensado un plan económico a cinco años que incluye, una ley para el equilibrio presupuestario y el déficit cero, una ley de emprendedores; una nueva política energética que acabe con el déficit tarifario y una nueva legislación en materia de unidad de mercado, amén de políticas de austeridad como las que «ya han empezado a realizar» las autonomías que gobierna este partido. Por cierto, que Rajoy responsabilizó al Gobierno socialista del actual colapso financiero, por haber permitido en su día «el relajo total» de endeudarse las comunidades autónomas, «incumpliendo su propia ley». Y ha lanzado un mensaje constructivo lacia los mercados: «El PP garantiza que va a establecer el equilibrio presupuestario». Además, se compromete a dar a las autonomías lo que el Gobierno Socialista no les concedió: «El aplazamiento de las devoluciones, porque no afecta al déficit ni al fondo de competitividad
Se da por hecho que habrá un nuevo Gobierno en Diciembre con un mandato claro sin necesidad de pactos postelectorales para gobernar; un partido que, desde la moderación «del centro, convoque «a todos los españoles» al diálogo, la unión y la concordia». «Cuanta más gente apoye un proyecto para la regeneración de España, mejor para el futuro». La tarea será difícil y los problemas muchos; por ello, se ha de andar en la rectitud, desechar el talante de ZP que restó gravedad a la situación y prefirió llegar a acuerdos con todos, menos con el PP. Ahora, por fin ha llegado. Pero, urge que las urnas dicten el nuevo color político; la situación requiere un esfuerzo conjunto y, tomando como referencia los Pactos de La Moncloa firmados durante la Transición, anudar acuerdos fehacientes entre todos los partidos con representación en el Parlamento en sano ejercicio de «responsabilidad y trasmitir el mensaje positivo de que se va a favorecer el crecimiento, el aumento de ingresos y la creación de empleo.
C. Mudarra
Los graves problemas que debe afrontar España exigen aplicar medidas económicas que, previsiblemente, resultarán duras; de ahí que haya que «proponer grandes pactos nacionales»; tales acuerdos no se circunscribirán únicamente al ámbito financiero y al mercado laboral, sino a otras áreas que engloban la reforma de las administraciones, la Sanidad, e incluso la política antiterrorista. Frente al mensaje del miedo a la derecha y al adelgazamiento del estado del bienestar, que previsiblemente reiterará el PSOE durante la campaña electoral, Rajoy debe ganarse a la juventud con soluciones reales e ilusionantes y mostrar su intención de no hacer recortes sociales.
«El PP, según vienen proponiendo, va a entablar el cambio»; tiene pensado un plan económico a cinco años que incluye, una ley para el equilibrio presupuestario y el déficit cero, una ley de emprendedores; una nueva política energética que acabe con el déficit tarifario y una nueva legislación en materia de unidad de mercado, amén de políticas de austeridad como las que «ya han empezado a realizar» las autonomías que gobierna este partido. Por cierto, que Rajoy responsabilizó al Gobierno socialista del actual colapso financiero, por haber permitido en su día «el relajo total» de endeudarse las comunidades autónomas, «incumpliendo su propia ley». Y ha lanzado un mensaje constructivo lacia los mercados: «El PP garantiza que va a establecer el equilibrio presupuestario». Además, se compromete a dar a las autonomías lo que el Gobierno Socialista no les concedió: «El aplazamiento de las devoluciones, porque no afecta al déficit ni al fondo de competitividad
Se da por hecho que habrá un nuevo Gobierno en Diciembre con un mandato claro sin necesidad de pactos postelectorales para gobernar; un partido que, desde la moderación «del centro, convoque «a todos los españoles» al diálogo, la unión y la concordia». «Cuanta más gente apoye un proyecto para la regeneración de España, mejor para el futuro». La tarea será difícil y los problemas muchos; por ello, se ha de andar en la rectitud, desechar el talante de ZP que restó gravedad a la situación y prefirió llegar a acuerdos con todos, menos con el PP. Ahora, por fin ha llegado. Pero, urge que las urnas dicten el nuevo color político; la situación requiere un esfuerzo conjunto y, tomando como referencia los Pactos de La Moncloa firmados durante la Transición, anudar acuerdos fehacientes entre todos los partidos con representación en el Parlamento en sano ejercicio de «responsabilidad y trasmitir el mensaje positivo de que se va a favorecer el crecimiento, el aumento de ingresos y la creación de empleo.
C. Mudarra