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La Letra escarla

Publicado el 19 mayo 2011 por Lacoleccionistadeespejos
La Letra escarla
El escarlata es el color con que antiguamente se marcaba a las personas que iban en contra de la sociedad, o que no se comportaban de acuerdo a ella; frecuentemente usado para señalar a putas, (lesvianas casi nunca) y homosexuales.

Inaugramos ahora, esta pagina dedicada a lo que consideramos grandes escritores de lo que considermos un género emergente que muestra un mundo nuevo, como una forma de aporte al conocimiento literario que tan necesario nos es... Nuestro primer autor es André Paul Guillaume Gide

De no haber sido por Del, Yo nunca hubiese sabido mucho de él y confieso que su obra me impacta porque me llevó a entender que la procasidad de autores como el reciente ganador compartido de Premios Nacionales, no tiene ninguna novedad, y que el buen escritor no necesita de esos elementos para lograr éxito...

Gaby Peréz
Gide, nacería en Paris el 22 de noviembre de 1869 y moriría en el mismo lugar el 19 de febrero de 1951, a los 81 años, siendo el único, o uno de los primeros, escritores gay, que llegó a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1947.
También fue fundador de la Liga de Defensa por los derechos de los homosexuales, hijo de Paul Gide, un profesor en leyes de la Universidad de París, sobrino del economista político Charles Gide; fue criado en Normandía por problemas de salud: vivió prácticamente recluido hasta la muerte del padre. Este aislamiento social, lo convirtió sin emabrgo en un escritor prolífico desde temprana edad. En 1895, luego de la muerte de su madre Juliette Rondeax, contrajo matrimonio con su prima Madeleine Rondeax, quien al parecer por tener los suyo, el vínculo nunca fue consumado pero llevaron adelante el matrimonio toda la vida.
En 1891 publicó sus primeras poesías, Los cuadernos de André Walter (Les Cahiers d'André Walter). Entre dos y tres años después viajaría por el norte de África, y sería uno de los mejores amigos de Óscar Wilde en Argelia: a partir de entonces comenzaría a reconocer su orientación sexual.
Un año después de haber sido nombrado alcalde de La Roque-Baignard, una comuna en Normandía, en 1897 publica Los alimentos terrestres, después Prometeo mal encadenado, 1899 y Cartas a Ángela en 1900. En 1908 colaboró en la revista literaria La Nouvelle Revue Française.
Pero es al final de la Primera Guerra Mundial cuando sus obras alcanzan gran renombre.
En la década de 1920 Gide se convirtió en inspiración de escritores como Albert Camus y Jean-Paul Sartre.

En 1923 publica un libro de Fiódor Dostoievski, sin embargo, al defender la homosexualidad en una edición de Corydon en 1924, recibió malas críticas.
En 1923 nació su hija Catherine, hija de María Van Rysselberghe.
Su esposa Madeleine falleció en 1938, y utilizando el trasfondo de su matrimonio no consumado escribió Et nunc manet in te (Lo que nunca fue), 1951.
A partir de 1925 comenzó a pedir mejores condiciones para los criminales, sobre todo para los considerados homosexuales, y al año siguiente publicó su autobiografía, Si la semilla no muere (Si le grain ne meurt). Esta actitud, al contrario de con Wilde, nunca le generó mayores problemas...
Durante la década de 1930, un año, se convirtió en comunista, pero quedó desilusionado luego de su visita a la Unión Soviética; y máxime por la pérdida de "grandes y queridos amigos" que no estuvieron de acuerdo con sus ideas. En 1933 colaboró con Ígor Stravinski en un ballet, Persephone, y en 1942, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, regreso a África y vivió allí hasta el final de la guerra. En 1947 fue ganador del Premio Nobel de Literatura.

El año después de su muerte, debido a que sus novelas a menudo se ocupaban de los dilemas morales que vivió en su propia vida, y sobre todo de denuncia social que no querían oir, la Iglesia Católica, incluyó sus obras dentro del Índice de libros prohibidos.
Sus obras
· 1891 — Los cuadernos de André Walter.
· 1895 — Paludes.
· 1897 — Los alimentos terrestres.
· 1899 — Prometeo mal encadenado.
· 1901 — Le Roi Candaule. (véase la historia de Candaules).
· 1902 — El inmoralista.
· 1903 — Saul.
· 1907 — El retorno del hijo pródigo.
· 1909 — La puerta estrecha.
· 1911 — Nuevos pretextos.
· 1914 — Los sótanos del Vaticano.
· 1919 — La sinfonía pastoral.
· 1921 — Isabel.
· 1924 — Si la semilla no muere.
· 1924 — Corydon.
· 1925 — Los monederos falsos.
· 1928 — Viaje al Congo.
· 1928 — Regreso de Chad.
· 1929 — La escuela de las mujeres.
· 1929 — Roberto Genoveva.
· 1935 — Los nuevos alimentos.
· 1936 — Regreso de la URSS.
· 1939–51 — Diario (cuatro volúmenes).
· 1942 — Entrevistas imaginarias.
· 1946 — Teseo .
· 1951 — Et nunc manet in te.
· 2002 — Ferdinand, la paloma torcaz (Le Ramier).

André Gide
Los alimentos terrestres (fragmento)
" Yo viví en la dulce y perpetua espera del azar. Comprendí que la sed de disfrutar que nace en cada momento de voluptuosidad, se anticipa al gozo, de la misma manera como existen respuestas listas para cualquier pregunta. Fui feliz cuando las fuentes de agua me revelaron que tenía sed, y cuando estando en pleno desierto (donde la sed no se puede saciar), preferí, a pesar de todo, la fuerza febril que me inspiraba el furor del sol. Ciertas noches hallé oasis maravillosos que el deseo acumulado durante todo el día hacían más frescos aún. En la extensión de arena golpeada por el sol y como adormecida por un gran sueño - el calor era tal que vibraba en el aire - sentí el pulso de la vida, una vida que no podía dormir, que se desvanecía de tanto temblar en el horizonte, y que estaba henchida de amor a mis pies. Lo único que buscaba día a día, minuto a minuto, era hallar la manera más pura de penetrar la naturaleza.


Había recibido un don, preciado, el de no poner mayor freno a mi ser. Recordar el pasado influyó en mí sólo para dar unidad a mi vida: era como el hilo de Teseo que lo unía a su antiguo amor pero que no le impedía atravesar los paisajes más desconocidos, aunque al final, el hilo terminara por romperse. Qué increíbles involuciones! Por las mañanas, yo saboreaba en mis caminatas la presencia de una nueva existencia, el nacimiento de mi percepción. "Oh! poeta, exclamaba, tú tienes la facultad del descubrimiento perpetuo". Estaba totalmente receptivo. Mi alma era un albergue acogedor en el cruce de los caminos y recibía todo lo que se dejara captar. Me dejé buenamente convertir en un ser dócil, capaz de escuchar, al punto de no pensar en lo absoluto en mí mismo, de comprender todas las emociones que se presentaban delante de mí. Logré aplacar todo impulso de reacción hasta ya no considerar nada como algo malo y no tener que protestar por una nimiedad. Me di pronto cuenta además, que en mi apreciación de lo bello había también espacio para la fealdad. "


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