Revista Salud y Bienestar
"Todo profesional tiende a ampliar su formación con conocimientos que refuerzan o redundan los ya disponibles y deja de explorar áreas que, siendo necesarias, le resultan ajenas."
Estamos en los tiempos de la hiperespecialización, la sociedad potencia la hiperformación en campos de conocimiento cada vez más pequeños. De este modo cada vez hay más expertos en "casi nada", en aspectos muy concretos de una determinada disciplina.
Igual que Julian Tudor Hart puso el dedo en la llaga hace unas décadas con su ley de cuidados inversos, que evidencia que los sistemas sanitarios destinan más recursos a los que menos lo necesitan y viceversa, hoy podemos decir lo mismo en la esfera del conocimiento.
Es verdad que todavía quedan algunos profesionales con visiones generalistas en todas las disciplinas, de hecho en la alta dirección (ejercito, docencia, salud) son los generales y los directores quienes han de velar por mantener puntos de vista amplios para lograr una gestión óptima que tenga en cuenta todas las variables posibles y sea capaz de priorizar y valorar correctamente las diferentes opciones.
Dentro del mundo sanitario hay un perfil profesional que requiere años de formación y muchos más de práctica para madurar y conseguir una visión plenamente generalista. Un médico de familia va adquiriendo con el tiempo la capacidad de navegar en situaciones de gran incertidumbre y complejidad. Para hacerlo de manera óptima precisa de elementos de ayuda como una agenda no sobrecargada y tiempo para una correcta anamnesis, exploración y reflexión. Cuando esto es posible su nivel de resolubilidad es muy alto y consigue dar respuestas que ahorran mucho sufrimiento al paciente y mucho tiempo y recursos al sistema sanitario.
La ley de conocimientos inversos también causa estragos en los generalistas, muchos de los cuales terminan, como en la historia de Nasrudin, buscando la llave de su casa debajo de la farola pese a que la perdieron en la oscuridad de alguna habitación.
Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.
- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:
- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?
- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.