La ley española de violencia de genero es una de las leyes más injustas, brutales, discriminatorias y antidemocráticas existentes en el mundo civilizado, pero, aunque la mayoría de los juristas admiten que es una aberración, nadie mueve un dedo para derogarla por dos razones fundamentales: las denuncias por maltrato son un negocio para miles de personas y mueven miles de millones de euros en subvenciones. Además, el poderoso lobby feminista, los colectivos LGTB y otras asociaciones y ONGs de las autoproclamadas "progresistas" se encargan de mover sus influencias, muy poderosas en el PSOE y el PP, que te amenazan, te intimidan y pueden convertirte en un proscrito arruinado. Si una mujer denuncia a un hombre por maltrato, aunque sea una acusación falsa, recibe de inmediato una serie de ventajas que van desde el encarcelamiento inmediato del hombre, una pensión, el uso de la vivienda, aunque el hombre tenga que pagarla, la custodia de los hijos, el derecho a estudiar una carrera universitaria gratis, diversas ayudas autonómicas y estatales y otras, lo que convierte la denuncia falsa en una tentación casi irresistible para muchas inaprensivas. Pero si en el hombre el que denuncia, aunque sea una denuncia verdadera, la ley lo ignora. Los más críticos con esa ley piensan que es contraproducente y que provoca precisamente las muertes que pretende evitar porque, a la vista de como está redactada la ley y de las penas establecidas, muchos, desesperados, piensan que sale más barato matarla que darle dos guantazos. ---
La Ley de Violencia de Género se basó en un axioma falso: que la mujer era víctima por el mero hecho de ser mujer y el varón culpable por el mero hecho de ser varón. Y, además, se falsearon las estadísticas para justificar la necesidad de esa ley.
La mujer merece ser protegida de manera especial porque muchas veces es víctima de abusos, ante los que suele encontrarse indefensa, pero protegerla con una ley desequilibrada, injusta, discriminatoria y anticonstitucional no es hacerle un favor sino aplastarla un poco más.
España pudo haber sido un país ejemplar por reaccionar con rapidez y contundencia contra la llamada violencia de género, por combatir el maltrato y proteger a la mujer, pero, al aprobar una ley desigual, discriminatoria y cargada de injusticia, ha logrado ser considerada por los juristas en todo el mundo como un claro ejemplo de lo que nunca hay que hacer en democracia.
Es durísimo descubrir que el gobierno y los partidos políticos son los principales violadores de la Constitución. Lo hacen de muchas maneras, cobrando impuestos aberrantes como el de Sucesiones y Donaciones, el del Patrimonio, el de Plusvalías y otros, aprobando leyes discriminatorias y, sobre todo, aplicando la brutal y anticonstitucional Ley de Violencia de Género, un auténtico monumento a la injusticia tan desequilibrado y abusivo que está acabando con miles de familias y que puede convertir al hombre en un ciudadano sin derechos, en un desgraciado y en una piltrafa indefensa.
El vídeo que ilustra y enriquece esta información es un alegato escalofriante que demuestra toda la brutalidad y la arbitrariedad de esa ley y la indefensión terrible en que queda todo hombre español frente a cualquier denuncia falsa.
En Andalucía, una mujer denuncio a su pareja, que tenía orden de alejamiento, porque dijo que se había acercado a cinco metros y la había amenazado. Cuando la policía fue a por él, descubrió que el hombre se había suicidado hacía ya once meses.
Es cierto que la ley ampara a las víctimas reales de violencia de género, pero lo hace de manera brutal, violando innecesariamente la Constitución y despojando al hombre de sus derechos fundamentales, incluso a su derecho a la presunción de inocencia, pues basta una denuncia para ser ingresado automáticamente en el calabozo.
Mejor que seguir despotricando como demócrata contra la injusta ley vigente en España, les invito a visionar el vídeo. Es un poco extenso, pero merece la pena para conocer la inmensa pocilga que los políticos han construido en este país y para convencerse un poco más de que todo lo que los políticos tocan lo pudren y envenenan.
Francisco Rubiales