Hablar de cerveza es hablar de historia, pasión y tradición. Y en el corazón de la historia de la cerveza se encuentra un mito que ha trascendido el tiempo: Gambrinus.
Gambrinus es un símbolo para cerveceros y amantes de la cerveza de todo el mundo. Su fama le ha convertido en el patrón mundial de la cerveza y del disfrute cervecero. Es por esto que muchos bares y cervezas llevan su nombre, como la cerveza Cruzcampo, que usa su imagen como símbolo de su marca desde 1926.
Existen muchas leyendas que tiene como protagonista a Gambrinus y casi todas están basadas en el folklore popular belga. Como sucede con el mismísimo Rey Arturo, se cree que la figura de Gambrinus está basada en un personaje histórico.
Gambrinus en la historia
En los relatos populares, Gambrinus no es siempre la misma persona. Uno de estos personajes históricos al que se asocia el nacimiento de la leyenda de Gambrinus es el duque de Brabante o el rey de los Países Bajos Juan I (1252-1294), también conocido como Jan Primus, quien era muy conocido por su afición a la cerveza.
La figura de Gambrinus también ha sido vinculada a otros personajes históricos como Jean sans Peur, Juan sin Miedo, (1371-1419), quien a lo largo de su vida ostentó varios títulos nobiliarios, entre ellos el de Duque de Borgoña. Juan era un gran amante de la cerveza y contribuyó a que el uso de los lúpulos fuese legalizado en varias partes de Bélgica.
Un tercer candidato es Gambrivius, un rey germánico, que es en sí mismo una figura bastante mítica ya que se sabe poco de él. La leyenda dice que los dioses enseñaron a Gambrivius a elaborar cerveza.
Gambrinus, el mito del Rey de la Cerveza
Entre las muchas leyendas sobre Gambrinus destaca la que relata cómo se ganó su título de Rey de la Cerveza. Alrededor del año 1100, los cerveceros de Bruselas organizaron un concurso que decidiría quién debía ser su líder. Este debía ser un hombre fuerte y valiente.Para ello se colocó un gran barril de cerveza en el suelo. El que pudiera llevarlo hasta la meta, situada a “dos tiros de piedra” de distancia se convertiría en su cervecero jefe. Uno tras otro, desfilaron los concursantes, quienes consiguieron mover el barril tan solo unos pasos.
El duque de Brabante, Jan Primus, presenció los inútiles esfuerzos de los numerosos competidores por mover el barril de cerveza. Cuando llegó su turno, ordenó a su criado que introdujera una espita en la boca del barril. Luego se tumbó bajo él, abrió el grifo y bebió hasta vaciarlo. Una vez hecho esto, llevó el barril sin esfuerzo hasta la meta.
Impresionados tanto por su astucia como por su habilidad con la bebida, los demás cerveceros nombraron inmediatamente a Gambrinus su líder y le otorgaron el título de Rey de la Cerveza.
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