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La leyenda de los objetos olvidados

Publicado el 05 marzo 2010 por Flenning

Motivado por la resaca de El libro negro y su sobredosis de desmemoria, que hace que los días ya no parezcan iguales a los de ayer, recordé que no hace mucho circulaba por la red un texto anónimo ─creo que era un refrito de un original de Antonio Galeano─ en el que se proponía rescatar del olvido aquellos objetos que se amontonan en el fondo de los cajones, especialmente los de la cocina, debajo de los repasadores o detrás de los cubiertos. En aquel texto, se rescataban muchas cosas; desde ruleros, hasta capuchones de lapicera sin sus lapiceras.

En la casa de mis padres, no había muchos ruleros ni muchos capuchones de lapicera huérfanos. "Cada quien tendrá su cajón de objetos olvidados, y cada cajón es un mundo", pensé.

En el cajón de mis padres, había velas de cumpleaños, de esas que traen forma de número. No sé para qué mis padres guardaban esas velas, quizás era para usarlas en algún apagón, como velas de emergencia, o quizás para reaprovecharlas cuando mi edad cambiase de decena, o quizás para que las matara el tiempo, y no ellos. Me imagino eso, porque me resulta difícil pensar que era por nostalgia, porque aquel era el cajón_de_cosas_por_las_dudas, o el cajón_de_cosas_olvidadas, y no el cajón_de_recuerdos.

Además de velas, recuerdo que también había corchos de alcornoque, algunos medio rotos y otros medio raros, de esos que nunca van bien en ninguna botella; chapitas porta espirales para los mosquitos; ovillos desovillados de hilo de algodón; asas separadas de su tazas; recetas de cocina muy amarillentas y desleídas de tanto leídas; candados de valijas de viaje a los que se les había perdido su llave, y hasta folletos de viaje a los que se les había puesto candado; pedazos de bolsas de arpillera que esperaban ser usados como cañamazo de algún tapiz de punto cruz; un cubos de un domino de cubos a los que se le había despegado los adhesivos; un diez de copas marcado de una baraja de cartas españolas…

¿Cuánto tiempo pueden durar cosas así antes de ser atrapadas por la nube del olvido? ¿Una, dos generaciones? No creo que duren tanto. Hoy, no exagero ni me puse sentencioso, hay quienes ignoran para qué sirve un rulero, o nunca vieron un corcho de alcornoque, o no saben que un casete tiene dos caras. Muchos de esos objetos apenas nos sobreviven. ¿Por qué los guardamos? ¿Por qué los recordamos? ¿Será que quieren vivir a pesar de nosotros?


La leyenda de los objetos olvidados

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Mi cajón tiene...
... pilas de relojes; astillas de tazas; tapones para dosificadores, de esos que se ponen en las aceiteras; cubiertos como los que se dan en los aviones; etiquetas para las bolsas del freezer; botones, por supuesto; cajas porta disquetes llenas de tuercas y tornillos; auriculares de algún avión, de esos que no pueden conectarse a nada; cospeles de subterráneo; tarjetas magnéticas vencidas…


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