En pleno 2016, y tal vez un poco a destiempo, nos llega una nueva versión de Tarzán, el clásico personaje creado por Edgar Rice Burroughs. El director David Yates, autor de varias películas de la saga de Harry Potter, ha sido el encargado de llevar a cabo esta producción de abultado presupuesto, intentando ofrecer un producto espectacular visualmente y con toques clásicos. En ese esfuerzo, sin embargo, ha terminado quedándose un poco a medias.
La leyenda de Tarzán empieza bastante bien, con un John Clayton III (auténtico nombre de Tarzán) establecido en la sociedad occidental y siendo invitado a viajar al Congo para visitar su antiguo hábitat, cuya riqueza está siendo expoliada mientras se esclaviza a muchas de las tribus indígenas del lugar. Tal vez esto hace que el trasfondo político y social esté mejor definido que en anteriores películas del personaje. De hecho, si toda la trama hubiera tirado por ahí, podíamos haber tenido una película notable y sorprendente; lamentablemente este es un elemento que termina quedando en segundo plano en detrimento de una trama de aventuras que, no estando mal, no sobresale respecto a otras producciones similares.
Sirviéndose de los avances en efectos especiales, el director intenta dotar a la película de un empaque visual definitorio, pero la calidad del cgi sólo logra brillar en determinados momentos, quedando en otros muchos por debajo de lo esperado para una producción de gran presupuesto. Por poner un ejemplo de ello, los gorilas generados por ordenador están bien representados visualmente, pero cuando los vemos en movimiento la cosa no está, ni de lejos, tan conseguida como en la moderna dupla de películas de El planeta de los simios. Estos detalles en la animación, unidos al excesivo uso del croma , hacen que el conjunto se resienta bastante.
Como detalles positivos, he de decir que me gusta mucho cuando presentan a Tarzán como un personaje esquivo y amenazante, casi un espíritu salvaje de los bosques con un toque a lo Nolan. ¡Y con rastas! Lamentablemente, esta versión sólo aparece en un par de ocasiones y a modo de flashback. Y podían haber aprovechado para meter algo tan icónico como un enfrentamiento entre Tarzán y un cocodrilo, por cierto.
En mi opinión, "La leyenda de Tarzán" se sostiene principalmente por el trabajo de sus actores, aunque con matices. Alexander Skarsgard (al que pudimos ver en Hidden: Terror en Kingsville (2015)) es el actor que da vida a Tarzán, y aunque da el tipo en el aspecto físico, da la sensación de que sólo tiene un registro a la hora de interpretar, por lo que su personaje queda un poco cojo. Por contra, son destacables las presencias de Margot Robbie (actualmente también en cartelera con Escuadrón Suicida), Christoph Waltz (mucho más sobrio y menos histriónico de lo habitual) y, sobre todo, un rejuvenecido Samuel L. Jackson que, pese a interpretar a un personaje que no pega demasiado en la historia, nos ofrece los mejores momentos. De hecho, hay algún tramo en que la película parece querer convertirse en una buddy movie, y nos ofrece alguna secuencia en la que la pareja Skarsgard-Jackson parecen los Riggs y Murtaugh de Arma Letal.
En conclusión, "La leyenda de Tarzán" nos da un entretenimiento válido para los tiempos que corren pero podía haber sido mucho más. Su impostada épica de blockbuster, el exceso de cgi y croma, y unas cuantas situaciones demasiado forzadas e inverosímiles terminan lastrando un poco el espíritu de aventuras de la cinta y dejándola, como podemos ver en multitud de películas actuales, en una cosa entretenida pero intrascendente. Siendo una película con la que comparte muchos elementos, me quedo con la reciente El libro de la selva.
Mi nota: 5